La Teja

Tanto dolor

- Mauro Fernández, sexólogo Envíe sus consultas al email: nutricionl­b@gmail.com

Hemos visto como la violencia doméstica ensombrece el panorama familiar de nuestra sociedad. Niños maltratado­s, mujeres mal heridas, y la muerte rondando por en tantos hogares. Cuando analizamos las dinámicas que anteceden estos escenarios, con frecuencia se olvida aquella máxima que reza “haz lo difícil cuando todavía es fácil”. Los estudios señalan que la violencia que acontece en la vida marital surge precisamen­te en el noviazgo y con frecuencia en etapas tempranas de la relación.

Lavoluntad de unoseimpon­e a la voluntad del otro. En el nombre del amor se exigen constantes renuncias. Y aunque puede suceder en ambas partes, ya sabemos que con frecuencia es el hombre el que lleva laagresión a lamáxima expresión. Las personas agresoras tienden a ser controlado­ras; exigen saber a cada momento dónde está su pareja; dudan sin motivosdel­a fidelidad; leimponen las prendas de vestir y los gustos personales; la aislan y la distancian de amigos y familiares; exige el acceso al correo, al celular y las redes sociales de la pareja sin compartir los propios. Cada desacato va acompañado de un pleito.

Al inicio la violencia psicológic­a, que con el tiempo se conviertee­nviolencia física, sellena de disculpas o justificac­iones.

Se creía que estos vínculos solo se establecía­n entre personas jóvenes, inmaduras y con problemas de pobreza. No obstante vemos que también sucede con personas maduras, profesiona­les y que gozan de estabilida­d económica.

Debemos buscar ayuda justo cuando florecen los primeros brotes de agresión, sean ofensas, gritos o forcejeos, que por razones culturales muchos los ven normales en una relación, cuando en realidad son la antesala de una escalada de escenarios macabros. Es en el noviazgo es donde podemos librarnos de tanto dolor.

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