En vías de extinción
LOS ÚLTIMOS LIMPIABOTAS
de los limpiabotas se resiste a morir, gracias a unos pocos trabajadores que lo mantienen vivo y coleando.
LaTeja se dio a la tarea de buscar limpiabotas en cada cabecera de provincia y solo encontramos en San José, Alajuela y Heredia, aunque podría haber otros que no logramos ubicar.
En Chepe centro son tan solo diez, mientras que nuestro compañero Jorge Calderón solo se encontró a uno en tierras brumosas y tuvo que pulsearla mucho para hallarlo (Ver nota aparte). En Alajuela ya solo queda Chevy (ver nota aparte), porque el Marimbero ya dejó de bretear.
La cosa era muy diferente a finales de los años setenta, incluso en los noventa había unos cuarenta josefinos lustrando calzado. Los “licenciados en darle brillo al cuero” saben muy bien que son parte de una labor a punto de desaparecer, pero aún no hablan de colgar el cepillo, por el contrario, defienden con todo el arte de dejar el cuero más brillante que un diente de oro. Zapatos de a tres pesos. Ernesto Navarro González tiene 45 años de ser limpiabotas. Él comenzó en el oficio a los diez años y sigue poniéndole bonito a un costado del teatro Melico Salazar, en Chepe. Él vivió aquella época dorada en que los “licenciados” no daban abasto ante tanto cliente, épocas en que incluso los caballeros se iban molestos porque no pudieron limpiar sus cachos debido a las filas.
“Ya eso no pasa, como ahora venden zapatos de a tres pesos, entonces la gente le perdió el respeto al zapato limpio.
“A loshombres de ahora, y más a los carajillos, les importa un pito andar los zapatos sucios y a las mujeres también les importa un pito si su pareja llega con zapatos sucios o no. Antes eso era casi un delito... el hombre se preocupaba por su apariencia, ahora eso es cosa del pasado”, explicó con mucha pena don Ernesto.
Recordó que antes los zapatos de cuero eran muy caros y la gente los cuidaba mucho, pero como ahora se consiguen zapatos de vestir a tres rojos y ellos cobran mil colones por el brete, es lógico que no los limpien.
Trabajoque nogusta. Don Er- nesto fue en los noventa presidente del Sindicato de Limpiabotas de Costa Rica, cuando en aquellos días se respetaba el oficio. “Los jóvenes de ahora prefieren estar en la casa haciendo nada que aprender un oficio tan noble como el de limpiar zapatos. “Uno hace platica, no para hacerse rico, pero sí para vivir. Lo malo es que a los jóvenes de ahora todo se les da, por lo que ni locos se meterían a limpiabotas”, comentó con nostalgia este breteador. Incluso el nuevo siglo tuvo época brillante para los amigos del cuero limpio, en el 2001, cuando nacieron los jugos Tropical, la empresa que los producía, de lamanocon laMuni de San José, les dieron a 16 limpiabotas una buena silla para que trabajaran tranquilos y a gusto. “Todas las sillas desaparecieron del parque Central de San José, no queda ni una, salvo la mía, que es la única silla que existe de las 16 que regalaron”, afirmó don Ernesto mientras tocaba su machetico de trabajo que cuida como a sus ojos, ya que es la que le ayuda a ganarse la vida. “Soy un hombre casado, tengo cinco hijos y todos los he sacado adelante limpiando zapatos, este es un arte fácil de querer”, dijo. Hárold Jiménez Corrales, me- jor conocido como Dengue, en San José, es de la última camada de limpiabotas. Él ya tiene diez años de darleduro al cueroyacepta que están en peligro de extinción.
“Día a día vamos desapareciendo y duele porque es un trabajito que debe llenarnos de orgullo.
“Vendí verduras por muchos años y ahora limpio calzado, es lo que me da de comer y por eso honro el trabajo”, dice Dengue lleno de orgullo por su labor.
Ellos respetan tanto el oficio que a los clientes que tienen los chinean. Además bretean de domingo a domingo y no le aflojan, porque lo importante para ellos es que no se quede ni un solo caballero sin su calzado bien lustrado.