La Teja

Silencio,, ¡México vive!

DORA S DESGARRA HISTORIAS

- EL UNIVERSAL, GDA Ciudad de México@lateja.cr Frida dio señalesde

vida poco después de las 9 a. m. de este miércoles. Pidió agua y explicóque­no se podía mover. La niña se encuentra en un espacio de 45 centímetro­s, lo que complica ingresar a este lugar.

Los rescatista­s llevan horas trabajando para sacarla con vida; pero, debido a que sobre ella yace una loza, los intentos sehan complicado. Anoche vieron que estaba duro sacarla.

En el mismo espacio los aparatos térmicos que detectan calor humano, han captado otros tres cuerpos con vida.

Víctor, desde la tarde del martes cuando asomó el brazo y la cabeza, lo primero que dijo fue que tenía sed y que casi no podía respirar. El niño fue aplastado por una barda de la escuela.

De entre los escombros, los rescatista­s que llegaron después del sismo de 7.1 grados, levantaban la mano cada 10 minutos y cerraban el puño para pedir a los voluntario­s guardar silencio.

Fue en una de esas acciones que encontraro­n a Víctor, a quien le pasaron una manguera de oxígeno. Víctor nunca lloró, mostró entereza, preguntó por sus papás y por dos amigos.

Los militares le explicaron que sus papás estaban bien, preocupado­s por él pero bien. Sobre sus amigos, le dieron la misma versión.

En al menos 30 ocasiones más, los vecinos gritaban para alertar a los padres de los niños.

En toda la zona se fue la luz, no había líneas telefónica­s ni servicio en los celulares. Sin embargo, el milagro ocurrió: Fátima, con la poca batería que tenía su celularem- pezó a enviar “Whatsapps” a su familia.

“Estoy bien, estoy con otros cuatro niños atrapados, ayúdennos, tenemos sed”; fue el mensaje que recibieron los papás de la niña seis horas después de que la escuela colapsó. “Mi hija está viva, ayúdenla por favor, por el amor de Dios, está viva!”, se desgarraba Perla, mamá de Fátima.

“Dios mío”, “¿Por qué?”, “No es justo”, clamaban los desconsola­dos padres. Al anochecer del martes, algunos papás fueronsali­endo de las instalacio­nes en compañía de otros familiares, abrazados por socorrista­s. Entre las 5:00 y las 9:00 horas fueron rescatados cuatro niños: Sergio Ramírez, Miriam Rodríguez, Diego Hernández... y Fátima. Cada vez que se lograba un rescate, estallaban los aplausos, pero la alegría duraba unos segundos. Después, a volver al trabajo, porque otros esperaban entre las rui- nas.

Las listas que han recabado los rescatista­s dan cuenta de 60 niños sacados de entre los escombros. Algunos estaban con vida; otros falleciero­n. En medio de la tragedia, se manifestó la solidarida­d de vecinos y voluntario­s. Hay médicos, enfermeras, paramédico­s, albañiles, electricis­tas, vecinos, todos, con el único afán de salvar vidas.

Llegaban a pie, en camionetas cargadas hasta el tope, en bicicleta. Como herramient­as llevaban sus palas, vigas, picos y mazos.

En las esquinas que rodean al colegio se les grita a los padres de

los niños que van encontrand­o; en otra esquina, con megáfono, pasan los mensajes de algunos niños que “textean” desde los recovecos que ocultan los escombros.

“Parece una bomba de tiempo”, dice un bombero. Relata con rostro duro que la situación es “alarmante”, pues una réplicamás­del terremoto acabaría con la esperanza de vida de los niños atrapados.

Ya para la mañana de este miércoles, los cuerpos de 21 niños y cuatro adultos habían sido retirados de la pila de concreto en que quedó reducida la escuela de tres pisos.

Pedro Serrano, un médico de 29 años, se arrastró por una grieta entre los restos del edificio.

“Hicimos hoyos, luego pecho a tierra entramos” , dijo Serrano.

Con muy poco espacio, se movió como pudo para ir lo más profundo posible entre los restos de la escuela. “Logramos entrar a un salón colapsado, vimos unos sillones, una mesas de madera. Y allí lo primero que encontramo­s fue una pierna. Empezamos a mover escombros y encontramo­s una niña y dos adultos, una mujer y un hombre” . Ninguno estaba vivo, dijo el doctor.

Los rescatista­s los dejaron ahí. No había manera de sacarlos.

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AP Los perros también son héroes en esta desgarrado­ra tragedia.
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AFP Una parte de la escuela, de tres pisos, se desplomó como naipe .

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