La Teja

VIEJITO Y MATÓN

UN LAND CRUISER 1957 FUE UNO DE LOS DOS PRIMEROS EN LLEGAR AL PAÍS

- EDUARDO VEGA eduardo.vega@lateja.cr La historia de Toyota El amor los juntó.

en Costa Rica inició en 1957 cuando dos Land Cruiser, de ese año, llegaron al país en barco desde Japón.

Fue don Xavier Quirós, fundador de Purdy Motor, quien mandó a traer los chuzos, uno era para él y el otro para vender, pero al final hizo negocio con los dos.

En esta ocasión les vamos a contar la historia de uno de esos abuelitos de todos los Totoya, a quien encontraro­n de casualidad y que ahora vive como un rey, lo tienen bien chineadito. Tristement­e el otro se perdió con el tiempo, nadie sabe dónde está. En alguna parte de los 51.100 kilómetros cuadrados de este país hay un Land Cruiser modelo 57, hermanillo de nuestro protagonis­ta, pero Purdy Motor no lo ha encontrado.

Este abue es un FJ25, de esos que Japón comenzó a hacer para los hogares poco después de la Segunda Guerra Mundial, o sea, es un modelo de combate, pero adaptado para que la familia lo disfrutara, por eso incluso tuvo algunas extras muy voladas para la época.

En el mismísimo 1957, don Xavier, que en paz descanse, vendió los dos autos y les perdió la huella, porque en aquellos años trabajaba en lo que estudió, agronomía, y sus días los pasaba entre las bananeras de Guápiles, de hecho, el bretecito lo tenía en una finca justo donde hoy está la universida­d EARTH.

Poco a poco, Quirós se metió en la venta de autos Toyota, fundó Purdy Motor y así se dedicó más a sus carros y menos a los bananos, hasta que dejó las fincas para siempre en 1959. Lo suyo fue vender automóvile­s y no buscarlos, por eso a los dos primeros abuelitos no tenía senti

do seguirles la pista.

Don Javier Quirós, hijo de don Xavier, nos contó que fue el carro el que los encontró a ellos, se les interpuso en el camino como diciéndole­s: 'Quiero volver a casa'.

“Mi hermano (Amadeo Quirós) y yo siempre hemos sido amantes de rodar carros por el bosque. Una vez en 1980, andábamos en una finca de café en Orosi y se nos pegó el carro en un barreal, cuando de repente nos pasó al frente el Land Cruiser que llevaba pegada atrás una carreta con leña. El carro y la carreta iban hasta el alma de leña e iba pura vida. Nosotros pegados en el barreal y ese carrito sin problemas.

“De inmediato, mi hermano y yo nos volvimos a ver, sabíamos que estábamos frente a un modelo muy antiguo, pero nada más. No nos pasó por la mente que fuese uno de los dos primeros. Hablamos con el señor que lo iba manejando, lo revisamos y se lo ofrecimos comprar, nos dijo que sí, que nos lo vendí a en 1.500 colones”, explica don Javier, para quien no fue nada fácil cerrar aquel negocio.

Los hermanos Quirós se devolviero­n para la casa todos contentos con el auto que iban a comprar, sobre todo cuando confirmaro­n que era uno de los abuelitos que había traído su papá. Por eso le querían dar una sorpresa a don Xavier, pero todo se complicó.

Resulta que al dueño le pasaron el santo de que los interesado­s en comprar el vehículo eran los dueños de la Toyota por lo que el hombre, como buen tico, se avispó y decidió que sacaría más plata de esa venta. Cuando los Quirós volvieron con el rojito y medio, nel pastel, el señor les dijo que ya valía ¢5.000, pero cuando volvieron con los cinco rojitos les dijo que valía diez mil, después que

¢15 mil. Para no cansarlos con el cuento, terminó pidiéndole­s 20 mil colones.

“Jamás olvidaré que mi hermano y yo juntamos los ahorros, pero no le llegábamos a los 20 mil. Le pedimos a mamá (doña Marta) y ella nos dio todo lo que tenía y tampoco juntamos la plata, entonces tuvimos que arruinar la sorpresa, le dijimos a papá y él con gran sabiduría nos dijo: 'les voy a dar 25 mil colones porque, aunque les dijeron 20, cuando lleguen se los va a subir a 25'.

Dicho y hecho, aquel señor nos dijo que si lo queríamos lo vendía en ¢25 mil, entonces se los dimos y nos lo trajimos, ni le dimos tiempo de pensarlo”, comentó don Javier.

Fue tanta la carrera, que los hermanos Quirós se trajeron el Land Cruiser con todo y una carga de leña de café que tenía, no les importó ya que temían que el señor se arrepintie­ra.

Regalazo para el tata. Con mucho orgullo, los hermanillo­s llegaron a paseo Colón, donde todavía esta Purdy Motor. El tata salió y de una vez reconoció al viejoamigo, aquel que vino bien cuidadito en una caja de madera desde la propia fábrica japonesa. El destino los volvió a juntar sin estarse buscando.

Don Xavier comenzó la gran misión de restaurar el 57, como era un carro para trabajo estaba como jarro de loco, por eso había que tener paciencia, mandar a pedir los repuestos originales a Japón y esperar muchas semanas a que volvieran. Incluso, tuvieron que hacer aquí en tiqui- cia algunos repuestos. Los hermanos también se metieron en la remodelaci­ón.

“No nos dio tiempo la vida, no pudimos restaurarl­e el carro completame­nte a papá, se nos murió antes. No pudo verlo como cuando él lo trajo. Nosotros (los hijos) lo seguimos restaurand­o por amor a papá, era y es su auto, por eso no tiene precio, vale millones de millones de dólares sentimenta­lmente, siempre que lo veo me acuerdo de mi papá por eso es el carro más chineado de la compañía”, afirmó don Javier.

Viejito pero matón. No piense que este toyotica del 57, por ser un modelo tan viejito, está en mal estado y achantado, todo lo contrario. Hoy, con 60 años, es un carro que está puras tejas y con todas las ventajas que tenían la fabricació­n de autos japoneses de aquella época.

La lata es de verdad, dura y firme. Si usted se recuesta al abue, este ni lo siente, porque tiene una lata de capa gruesa y no como la de algunos carros de ahora que con solo volverlos a ver se arrugan.

El motor, suena que es una delicia. Eso sí, como es viejito hay que arrancarlo como era normal en 1957, se necesitaba la llave y la cigüeña. Había que darle vueltas a la palanca que se acomoda al frente para generar el golpe eléctri- co que ocupa la batería de seis voltios y así, cuando se le mete llave, pueda encender. Una persona está con la llave y otra adelante le da vueltas a la palanca.

El chuzo está pura vida de luces, de llantas y tiene, aunque usted no lo crea, el Riteve al día.

Don Javier nos contó que el abuelito está tan bien que siempre lo llevan a desfiles de autos antiguos, el más reciente fue hace menos un mes en Pérez Zeledón, se fueron por Cambronero y el 57 se portó a las mil maravillas, llegó sin quejarse de nada.

El destino o el amor le devolvió a los Quirós este carro que seguirá viviendo sus años de jubilación como todo un rey.

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ZAMORA. JEFFREY Vean que abuelito más pochotón, cuidado y no está mejor que cuando lo fabricaron en 1957.
 ?? JEFFREY ZAMORA. ?? Viejito pero matón, nada más vean las calcomanía­s, este 1957 tiene Riteve al día.
JEFFREY ZAMORA. Viejito pero matón, nada más vean las calcomanía­s, este 1957 tiene Riteve al día.
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ZAMORA. JEFFREY Para arrancarlo hay que darle bien fuerte a la palanca.
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JEFFREY ZAMORA. El motor está en todas, hasta parece nuevo, cuando lo prenden suena riquísimo.

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