“Que me lleve Dios, pero que no duela”
y el capitán de la embarcación Amelita II, que se hundió por el mal clima que provocó Nate, regresaron la noche del viernes sanos y salvos a Puntarenas.
Ellos zarparon el 18 de setiembre de Puntarenas centro, del muelle de Chango.
El miércoles informaron, a eso de la 11 de la noche, que el barco camaronero se estaba hundiendo. A las 4 de la mañana del día siguiente la ayuda no había llegado por lo que se pusieron los salvavidas y se tiraron al mar.
Este viernes el capitán Antonio Astúa relató que las olas de cinco metros los revolcaron.
“En medio del mar yo solo decía ‘que me llevé Dios, pero que no duela’, nos encomendamos a la virgen del Mar”, contó.
“Estuvimos flotando comonueve horas abrazados entre nosotros, con mucho frío, la marea nos empujaba, fue un momento muy difícil, la ayuda nos llegó en medio de la nada, una panga nos salvó y nos llevó hasta playa Dominical en la nona Sur”, narró Astúa.
Este viernes a las 10 de la noche llegaron al Puerto y este sábado fueron a la catedral a agradecerle a Dios y la Virgen del Mar.
“Esto es un milagro, sin duda, ya que Dios y la Virgen nos puso de la nada esa panga que nos salvó, uno se cansa de estar tanto tiempo flotando, pero las fuerzas nos hicieron estar unidos y abrazados unos a los otros, no hay duda que es un milagro”, dijo el marinero Rafael Granja, de 60 años.
En la embarcación iban Astúa, Granja, Tarcicio Castillo Hidalg,o de 53 años, Manuel Eli Sanabria Vives de 50 años; Francisco Umaña Cordero, de 35 años e Irving Arias Artavia de 37 años.
Para Ana Laura Caravaca, es- posa de Irving, fueron momentos de mucho dolor y llanto.
“Fue difícil yo me descompuse y me puse muy mal tras la noticia, me aferré a que a ellos no les iba a pasar nada y todo fue un milagro, ellos están vivos y mi esposo conmigo, Pasé llorando todas las horas en que ellos estuvieron a la deriva y ya lo tengo conmigo”, dijo.