58 horas en el cerro de la Muerte
Alpízar es uno de los traileros que se quedó atrapado en el cerro de la Muerte junto a otros carros livianos, buses y cabezales. Lo que más lo hizo sufrir durante las 58 horas fue el frío.
Alpízar nos contó que el miércoles, día en que los efectos de la tormenta Nate fueron más fuertes, él iba a las 11:30 de la noche subiendo por el sector de El Jardín cuando se vino un deslizamiento y al kilómetro cayó otro por lo que no había nada que hacer.
“Había tres cabezales, un bus y tres carritos en ese lugar, como unas 22 personas, lo que hicimos fue irnos marcha atrás hasta un lugar que se veía seguro donde de fijo no nos iba a caer nada encima, ya eso era mucho para todos, aunque por lo menos nosotros estamos acostumbrados a dormir a la orilla de la calle”, dijo Franklin quien iba para Buenos Aires de Puntarenas.
La primera noche todos durmieron en sus respectivos vehículos, don Franklin por suerte siempre anda preparado, eso sí la cobija no le sirvió de mucho porque en el cerro la temperatura llega a menos de ocho grados.
“Donde nos estacionamos había una casita, que no cuenta con agua ni luz, pero cocinan con leña, los dueños son una pareja, doña Betty y don Braulio, ellos nos adoptaron como hijos, nos vendían la comida muy barata y nosotros en una pulpería que si estaba abierta comprábamos algunas cositas, esa comida sabía a gloria”, dijo el conductor.
Para todos la principal preocupación era un bebé de dos meses y su mamá, pero para la segunda noche la familia les ofreció uncuarto a todas lasmujeres y el bebé y ahí se acurrucaron.
Don Franklin cuenta que algunas personas fueron sacadas antes por la Comisión de Emergencias y laCruz Roja, pero él no dejó su cabezal, tiene 10 años de ser trailero.
“Cuando ya limpiaron y pudimos salir la tarde del sábado fue una gran tranquilidad, sobre todo para la familia, ahí casi no hay señal y aunque yo estaba bien, en mi casa pensaban que la estaba pasando muy mal”, dijo.
Está es la primera vez que a este trailero le pasa algo así, lamañana de este domingo ya andaba en el cabezal ganándose el arroz y los frijoles, sus amigos y colegas, según nos contó, estabanmuy felices de que por fin se terminó la angustia.