La Teja

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- Franklin.arroyo@lateja.cr Zopilotes, Granidea. DIRECTOR DE AERIS

zanates y aguiluchos son algunas de la aves que han chocado este año contra aviones en pleno vuelo en las cercanías del aeropuerto internacio­nal Juan Santamaría.

Aunque para muchos un ave es incapaz de hacerle daño a semejante chuchón en el aire, el tema se las trae, ya que dos vuelos vieron afectada su operación, aunque los daños fueron menores. El verdadero peligro es que un pájaro se meta dentro del motor de un avión, ya que puede perder energía y en pleno vuelo una falla de ese tipo es peligrosa.

Ante esta situación, Aeris, el administra­dor del aeropuerto, encendió las luces de alerta y decidió remediar la situación, mediante un proyecto ecológico.

Aeris descubrió un incremento considerab­le de ese tipo de aves, debido a lagran cantidad de desechos sólidos y sin tratamient­o que generan porqueriza­s, granjas avícolas, fincas ganaderas y mataderos que hay especialme­nte en San Antonio de El Tejar, al sur del aeropuerto.

“Nos dimos cuenta que muchos de los residuos llegan a man- tos acuíferos y a lagunas, sin tratamient­o alguno. Eso genera olores que atraen a las aves”, explicó Rafael Mencía, director ejecutivo de Aeris.

Durante el estudio de campo detectaron 187 actividade­s agrícolas que dejan los desechos expuestos al aire y que por lo tanto atraen a las aves.

La empresa decidió que la mejor forma de combatir el problema era hablando con los dueños de las fincas para aplicar un método que les permitiría matar dos pájaros de un tiro. Primero podrían controlar la población de aves y de paso generar energía para que las fincas le saquen el jugo.

Se trata de un sistema de tratamient­o de aguas llamado biodigesto­r (descompone la materia orgánica en condicione­s sin oxígeno y facilita la extracción del gas resultante para su uso como energía), que ya empezó a utilizarse en la finca Los Tejares.

La salvada es que se transforma­n los desechos sólidos en dióxido de carbono, que a su vez se trans- forma en energía eléctrica que será aprovechad­a por la finca, explicó Mariela Solís, encargada deambiente y fauna de Aeris. Según Mencía cada biodigesto­r cuesta entre ¢3 y ¢8 millones y deben hacer entre 20 y 25 para ser efectivos y terminar con el problema de los pájaros, pero para conseguirl­o necesitan que los dueños de fincas se apunten al proyecto y de paso se beneficien al hacerlo. “Este proyecto nos está aportando muchos beneficios entre ellos gas que utilizarem­os en la misma finca. Estamos muy contentos de que Aeris nos haya tomado en cuenta para ser los primeros en formar parte de un proyecto que además protegerá el ambiente. Vecinos como ellos y que se fijen en los que la “pulsean” son los que hay que tener”, afirmó Walter González, propietari­o de finca Los Tejares, la primera en meterse al proyecto de Aeris. Como no todos los dueños de las fincas tiene la platica suficiente para realizar el proyecto, Aeris les meterá el hombro financiera­mente con el fin de disminuir el impacto negativo de las aves en el funcio-

Estamos orgullosos de impulsar un proyecto que fortalece la seguridad operaciona­l del aeropuerto, ante el peligro de impactos entre aves y aviones”.

namiento del aeropuerto.

La salvada para los propietari­os de las fincas es que además de eliminar los malos olores, podrán utilizar la energía generada para calentar a los animales y sentir un ahorro en el recibo eléctrico. También colaboran con el ambiente porque la que producen es limpia.

“Es energía muy preciada para utilizar en la iluminació­n y para que los animales se sientan cómodos, crezcan más rápido y se mantengan calientes”, dijo Solís.

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AERIS. El primer biodigesto­r está en una finca que se llama Los Tejares.

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