“Voy a llorar varias veces”
RUDO NOVELÓN
El 7 de octubre se cumplieron diez años del trágico accidente en el que falleció Natalia Trejos, quien tenía 18 años y era la hija mayor de don Alejandro Trejos.
Dos amigos de ella también fallecieron: Rebeca Mena Altamirano y Diego Quesada Guzmán.
Esa noche el tiempo se detuvo para este papá, que diez años después sigue viendo como los ticos nos matamos en carretera, y en muchas ocasiones porque un borracho va detrás del volante.
Muy amablemente don Alejandro nos recibió en su casa la mañanadel pasado 29 de noviembre y nos abrió el corazón.
Desde las primeras palabras el dolor le ganó y se le salieron las lágrimas.
“Voy a llorar varias veces, usted tranquilo, así ha sido esto desde hace diez años”, fue loprimero que nos dijo.
Ante de hablar del recuerdo de Naty, este informático de profesión se lamentó porque las carreteras en nuestro país siguen dejando muerte y dolor en las fami- lias, porque los borrachos siguen manejando y porque cientos de familias desde hace 10 años, siguen sufriendo como él.
“La familia completa también como que muere el día de una tragedia tan grande, por eso el dolor se multiplica conforme pasan los días. Me sorprende que no hemos avanzado nada (desde hace 10 años), las muertes no han servido para que los que conducen hagan conciencia y no tomen, por el contrario, cada día vemos más muertes de peatones, ciclistas y otros conductores a manos de un chofer borracho… las carreteras son un campo de batalla y estamos perdiendo la guerra contra el licor”, destacó. Maldito 7 de octubre. Natalia iba de acompañante en un carro, junto a cuatro amigos más. Ese vehículo fue chocado por otro, conducido por un joven borracho que se brincó la luz roja del semáforo después de discutir con una mujer, intentar atropellar a tres policías y darse a la fuga. El accidente ocurrió frente al edificio de Acueductos y Alcantarillados en avenida 10, calle 9, en lo que se conocía como Paseo de los Estudiantes, en San José, ahora la llaman barrio Chino. Tras el impacto falleció Rebeca (18 años ), Diego (19 años) y Natalia. Salieron heridos María Gabriela Rojas y Álvaro Cortés. “Esa noche no pude dormir, algo dentro de mí lo impedía. No puedo explicarlo, era una incomodidad extraña, estaba ansioso, angustiado. De un pronto a otro dije, algo malo está por suceder, no sé por qué lo dije, pero eso fue lo que sentí. “Cuando a eso de las doce de la noche sonó el teléfono, algo me alertó y me hizo comprender el por qué no podía dormir. La mamá de Natalia me dijo que ella había sufrido un accidente y que estaba en el hospital, inmediatamente supe que eso era una tragedia y no un accidente cualquiera”.
Don Alejandro recordó a su hija Natalia como una gran apasionada en todo lo que hacía, cuando se metía en algo era entregada al máximo, siempre le gustó que todo quedara perfecto, por eso siempre tenía algo que hacer, siempre se inventaba en qué estar ocupada.
Como buena adolescente le encantaba bailar, cuando algo no le salía se enojaba, incluso, se acordó que para aquel 2007 le comentó que estaba cansada de los hombres y que se daría un buen tiempo sola para dedicarse más a los estudios. Ella amaba la vida y le encantaba descubrir cosas nuevas.
“Lo hubiera matado”. El angustiado papá cuenta que recién la muerte enlutó la familia, lo primero que sintió fue una tremenda sed de venganza, realmente sentía ganas de matar al responsable. “Por dicha lo agarró la policía primero, porque si lo hubiese encontrado lo mato”. Eso fue lo que se dijo hace 10 años; sin embargo, conforme pasaron los días entendió que no podía seguir por el camino de la venganza. “Uno tienequearrancar el deseo de venganza, no se puede vivir de esa forma porque se crea un cáncer interno que te carcome el alma y el corazón. Hay que perdonar y luchar día con día por reconstruir la vida”, reflexionó. Después de aquel fatídico 7 de octubre se metió en un exceso de exposición en los medios de comunicación que lo cargó de adrenalina y entonces no se daba espacio para el dolor, fue como su fórmula para tapar el hueco, como una negación de la realidad. A finales de octubre de ese año se fue solo a trabajar a Guatemala y
Al que mató a mi hija lo perdoné, lo que jamás perdonaré es el acto irresponsable de manejar borracho” ALEJANDRO TREJOS. PAPÁ
fue durante las noches de los primeros quince días de noviembre que se abrió al dolor, lo dejó fluir, por eso regresó al país totalmente claro de que ya no iba a exponerse tanto a los medios porque no lo consideró adecuado.
“La tragedia de perder un hijo es tan grande que es innombrable, cuando los hijos pierden un padre quedan huérfanos, cuando se pierde una esposa se queda viudo, pero no se ha inventado una palabra para describir cómo queda un padre cuando pierde un hijo porque el dolor es tan inmenso que no se puede nombrar.
“No existe, para mí, un proceso de recuperación tras la muerte de un hijo que sea malo o bueno, ni uno que sea más corto o más largo, cada quien vive su duelo y cada quien tiene su momento para entender que se debe avanzar, algunos duran más que otros, no significa que se esté haciendo bien o mal. No hay fórmulas ni recetas”.
Recuerdo diario Una canción en la radio puede dispararle el recuerdo de Natalia, pero ya aprendió que el dolor no es malo, además, desde hace diez años el dolor es su compañero porque recuerda a su hija a diario y varias veces al día.
Don Alejandro desde ese 7 de octubre dejó de ver noticieros y leer periódicos porque al estar cargados de accidentes, son un recuerdo perpetuo de que su herida de padre jamás sanará; sin embargo, hay hechos que lo golpean fuerte, como lo que sintió el pasado enero, cuando un joven, quien al parecer iba borracho, mató a tres ciclistas frente al Walmart de Curridabat.
Al ver lo sucedido le fue imposible dejar de pensar que varias familias comenzarían a caminar el calvario que él cruzó, que los llevaría del dolor absoluto a la negación, de la negación a la resignación y de la resignación a la sanación.
Sin embargo, hay algo que por un instante le cambió los ojos de dolor que siempre tuvo por unos llenos de enojo y fue al re- cordar el pasado mes de julio, cuando fue la huelga del Poder Judicial y varias familias tuvieron que esperar más de una semana para retirar el cuerpo de sus seres queridos.
“Ir a la morgue a recoger a mi hija, vestirla, es la cosa más dolorosa que he hecho en mi vida. En esa ocasión me trataron muy bien y el trámite digamos que fue rápido, ni si quierameimagino el haber tenido que esperar días y hasta semanas para retirar el cuerpo de mi hija, ese dolor tiene quehaber sido tremendo, nunca pensaron en los dolientes”, aseguró don Alejandro.