La Teja

Pachangón con 1.100 tamales

- FAMOSO ESTILISTA PREMIA SABROSO A SUS CLIENTES KAREN FERNÁNDEZ Y BELLA FLOR CALDERÓN karen.fernandez@lateja.cr José Luis Latierra deltamal.

Astúa, dueño del salón de belleza Hair Studio, en Escazú, tiene nueve años de premiar la fidelidad de sus clientes con una tamaleada.

Lo más bonito de su gesto es que él reúne a toda su familia para hacer 1.100 tamales.

Esta fiesta es ya una tradición que sus clientes esperan durante todo el año ya que los tamales quedan deliciosos pues los preparan con maíz natural, que muelen en molino, y la carne y las hojas las traen de una finca en Parrita.

“El90% del sabor de la masa está en el caldo de la carne que preparamos con un poquito de pellejo de cerdo. Le ponemos arroz achiotado, vainica, zanahoria y carne de lechoncito. Lo hacemos lo más saludable posible, usamosla receta de laabuela”, explicó Astúa.

Los hacen de cerdo (700) y otros de pollo (400).

Como la pachanga fue el sábado 18 de noviembre, desde el miércoles empezó con la búsqueda de las hojas, el jueves se cocinaron el maíz y la carne. A las 6 a. m. del viernes comenzaron a hacer los tamales.

“Mi mamá y mi tía Angela Astúa son las expertas en la masa. Los envolvemos entre todos mis hermanos y yo, porque amarrar el tamal es una ciencia. Terminamos como a las 11 p.m.”

Si sehabla del cantón de Aserrí es imposible no relacionar­lo con las fábricas de tamales.

Beltrán Monge Hernández, miembro de la Asociación de Productore­s de Tamales de Aserrí (ASOTAMAL) y dueño de Tamal-rico, nos contó que en 1950 nació la primera fábrica, actualment­e hay nueve.

“Es una comida que se puede comer en cualquier momento del día: para el café o, incluso, la cena, es muy versátil. Se pueden fabricar varios tipos con diferentes recetas, la idea que se tienedeque­el tamal esmuygraso­so o que genera muchas calorías, depende del tipo que se coma, la tendencia hoy en día en muchas fábricas es que los clientes soliciten tamales de frijol con verduras para evitar los excesos de grasa en la carne” explicó Beltrán.

Para los empresario­s, la culpa no es del tamal sino de los excesos. En el caso de Tama-rico, ya habían realizado un análisis de laboratori­o en la UCR para medir la informació­n nutriciona­l que tienen y el último estudio lo realizaron con un laboratori­o en España para garantizar la calidad y medida exacta de calorías.

“Para hacer un tamal más saludable algunas fábricas eliminamos la manteca de cerdo y en su lugar usamos aceite vegetal para que salgan lo menos grasos posible, la sal se utiliza en una proporción necesaria para que no esté simple, pero tampoco cargado y la carne se procura que sea 90% posta y 10% gordo”, añadió Beltrán.

Solo en una semana, en ese cantón venden entre 60 y 70 mil tamales, a eso hay que sumarle los que hagan en otros lugares y

en las casas.

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