La Teja

LA LIMUSINA DE LAS BODAS ESPABÍLESE

- KEYNA CALDERÓN correspons­al GN Doña LuzMaría Vega

y su nieto Alexander Arana, de San Nicolás de Cartago, son los dueños de esta joya, un chuzo Chevrolet Impala 1965.

El carro es todo un espectácul­o: mide cinco metros de largo y casi dos de ancho.

Pese a que no le tienen ningún apodo, de cariño doña Luz María le dice “La Lata”, pero no por desprecio, sino porque antes de que lo dejaran puras tejas era una verdadera lata.

Entre las caracterís­ticas generales están su motor 327 de bloque corto de gasolina y de ocho cilindros.

Nos sentamos a hablar con los orgullos dueños y fue Alexander el que sacó mas caja.

–¿Por qué lo consideran un chuzo?

–Por el estado en el que se encuentra. El carro era de un hermano de doña Luz María (Claudio, conocido como Macho Vega, ya fallecido), ellos lo rescataron y desde hace 15 años lo pasan chineando.

Cuando el señor estaba enfermo le pidió a ella que alguien de la familia se dejara el carro paraque, cuando él faltara, no se deshiciera­n del vehículo y no fuera vendido en partes, sino que quedara como herencia.

Yo le dije: “dejámelo a ver a cuál de ellos se lo doy. Se lo dí a mi hijo Gerardo y él se lo dio a Alexánder para que lo restaurara. Había mucha gente que se lo quería comprar, pero él nunca lo quiso vender, esto antes de enfermarse porque al ser un carro tan largo, ya no tenía espacio para guardarlo”, agregó doña Luz María.

–¿Qué arreglos le han hecho?

–El carro se ha renovado completo, desde el motor hasta la suspensión, dirección, interior. La inversión va más o menos por ¢20 millones (durante estos 15 años). Para hacerle los trabajos de pintura y mecánica, el carro duró dos años entre talleres. –Además de ser una herencia, ¿por qué otro motivo desearon conservarl­o?

–Porque forma parte de la familia, este carro viene desde el hermano de mi abuela y va a ser para mi hija. –¿Quién hace los arreglos? –Loshace LuisCarran­za, quien tiene un taller en Cartago, y ve la parte mecánica.

Este carro duró como cinco años más botado, tenía el piso podrido, estaba lleno de maleza; estaba muy deteriorad­o, además de que estaba a la intemperie. La parte de carrocería se la hizo Francisco Zúñiga y hasta el momento es el que lo mantiene así. –¿Cómo lo chinea? –Todas las semanas se lava, se encera, se cuidan los niveles de aceite del motor y se sale a calentar un ratito porque solamente se usa para pasear.

–¿Piensa meterle más arreglos?

–Sí, tal vez un poco en el interior, quiero hacerlo nuevo, en cuero y volverle a retocar la pintura.

–¿Lo usa a diario o solo para actividade­s especiales?

–Solamente se usa para pasear los fines de semana o para alguna actividad especial, como exhibicion­es fuera de Cartago.

–¿A dónde es lo más lejos que han ido en él?

–Hemos ido a Jacó y Guanacaste. Es un carro de uso normal, solo que se trata de no usar mucho. –¿Es el color original? –Sí. –¿Cuánto paga de marchamo? –Alrededor de ¢80 mil. –Si le ofrecen comprarlo... –Definitiva­mente no lo vende- ría, no tiene precio. Hemos perdido familiares muy queridos y muy seguido y le pusimos un recuerdo atrás con los nombres de ellos. Es totalmente familiar, por eso no se vende, por el valor sentimenta­l.

–¿Qué le dice la gente cuando lo ve?

–¡Qué chuzo! y se toman fotos con él. Todo el que pasa por la calle se detiene para verlo. Cuando hay chance la gente se sube y se toma fotos. Todo mundo tiene que ver con él cuando anda en la calle y para nosotros es un orgullo y un recuerdo también.

–¿Alguna anécdota que hayan tenido?

–Muchas de lasmuchach­as de la familia viajaron en él cuando se iban a casar, les servía de limusina. Hace 3 años se casó la última nieta de doña Luz y fue la última novia en viajar rumbo a la iglesia.

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