Feliz Navidad
En los alrededores del año 458, el arzobispo Basilio de Seleucia dijo: “Tiene lugar un misterio, que hasta el día de hoy sigue siendo un misterio, ni nunca cesará de serlo. En ese momento la creación observó lo que antes no había visto: Un hijo, que era padredesu madre; unniñitoque preexistía antes de su madre; un niño más antiguo de los siglos. El que nacía no era un simple hombre, sino el Dios Verbo que se había encarnado de la Virgen y se había vestido de una carne consubstancial a mí, con el objetivo de salvar al semejante con lo semejante. El Emmanuel vino de esta manera al mundo que un día había creado, tierno niñito y Dios eterno; reposaba en un pesebre, porque no tenía lugar en el albergue y; sin embargo; preparaba para nosotros la Morada Eterna”.
En la Solemnidadde la Navidad estamoscontemplando el Miste- rio de Dios que en su Encarnación, Pasión y Resurrección nos ha salvado. Sin embargo, desde el nacimiento nos enfrentamos a la realidad de lanegación deDios y el intento de usurpar su Señorío; pobres ingenuos, porque Cristo seguirá siendo Dios, peronuestro tiempo de conversión es limitado. Ensu obra titulada “Jesús de Nazaret”, Benedicto XVI nos dirá: “… seguir a Jesús no resulta cómodo… ¿Qué ha traído Jesús? Ha traído a Dios: ahora conoce
mos su rostro, ahora podemos invocarlo. Ahora conocemos el Camino que debemos seguir co- mo hombres en este mundo”. Nos encontramos ante un bombardeo masivo del marketing y de ideologías, que a menudo nublan la belleza de la Navidad en su Amor y sobriedad, es por eso que debemos retomar el pasaje del Evangelio según San Lucas 2, 1- 14, que nos relata el nacimiento del Señor en el humilde portal de Belén. Es importante tener un encuentro vivo con Jesucristo en las actuales circunstancias, pero sin intentar cambiar el contenido del Evangelio; debemos tener modos novedosos de trasmitirlo en nuestra historia.