La Teja

EL SWING DE LA CÁRCEL

Todos valoramos este baile, pero años atrás se decía que era de la chusma

- EDUARDO VEGA eduardo.vega@lateja.cr

¿Quién no se ha echado una cumbia brincando al mejor estilo de nuestro swing criollo? Son pocos los que respondan que no, porque los ticos bailamos este ritmo de una forma única y especial que ya le da la vuelta al mundo y que, incluso, provocó que el Ministerio de Cultura declarara ese estilo como patrimonio cultural inmaterial de Costa Rica.

Pero, ¿sabía usted que ese swing criollo que tanto nos gusta fue algo que nuestra Policía persiguió desde que nació en 1960? ¿Tenía conocimien­to de que los primeros bailadores de swing criollo fueron buscados como criminales, golpeados por la justicia y hasta encarcelad­os por bailar ese ritmo? ¿Le han contado que en los salones de baile de Tiquicia en los 60' tenían las fotos de los bailadores de swing criollo para impedirles la entrada?

Nuestro amado baile nació entre persecucio­nes policiales, detencione­s ilegales y agresiones físicas, incluso entre rejas, porque los primeros bailadores fueron llevados en perreras y pasaron muchas noches en cárceles por ser una “chusma” que tenía que desaparece­r.

Garrotazos ysangre. La policía les aplicaba una normativa que ya no existe, la Ley de la Vagancia, eso les permitía cargarse a los bailarines y los pasaban como vagos sin oficio ni beneficio.

Doña Cecilia Venegas dice que ella supo lo que fue un golpe de un hombre cuando un policía le pegó para arrestarla por bailar. En el caso de Edgar Miranda, en una ocasión le abrieron la frente de un garrotazo y la sangre le corrió por toda la cara, después lo dejaron guardado tres meses en la Peni (antigua Penitencia­ria).

A don Jorge Miranda era el primero que arrestaban porque sabían que él inventó de esa “pa- chucada”, que en los 60' nadie conocía como swing criollo.

A pesar de todo esto, ellos jamás aflojaron, ni por las persecucio­nes, ni por el garrote policial que les recetaban, ni por la sangre que les sacaron, ni por enviarlos esposados a la Peni.

Más bien pasaba todo lo contrario, a penas los soltaban se iban directo a un salón de baile para seguir dándole a su invento.

Nacimiento. Gracias a Eric Madrigal y su taller “Historias de vida de los bailarines de swing costarrice­nse de 1965 a 1975: articulaci­ón de la memoria histórica”, conversamo­s con Jorge “Pelusa” Miranda, líder y creador de los primeros pasos de este ritmo; Edgar “Moraga” Miranda, Ceci- lia “La Banana” Venegas, Wálter “Norteado” Alvarado y Gilberth “La Vieja” Umaña

“Nos fuimos a bailar al Paramount en Sagrada Familia (al sur de San José). Allí la rocola estaba cargadade música de Glenn Miller y a la gente le gustaban bailar la música del swing americano. Cuando ponían cumbias de la Santanera bailábamos sueltos.

“En algún momento, sin pensarlo y sin planearlo, se me ocurrió darle la mano a una bailarina que estaba conmigo y la vara nos gustó. Por un tiempo seguimos combinando estilos, a veces la cumbia suelta, a veces dando la mano. Pero ya nos divertíamo­s más con lo segundo y el estilo se fue imponiendo en mi forma de bailar y la de mis amigos cercanos. Así nació el swing”, explicó Pelusa, quien es considerad­o por muchos como el verdadero inventor de nuestro swing criollo.

Familia especial. Los pioneros de ese baile eran una comunidad especial y entre ellos tenían algo que solo los que realmente pertenecía­n al grupo lograban dominar: para comunicars­e hablaban al revés. Así, que para decir vamos a bailar, ellos decían “mosva a larbai”. Eso los hacía sentirseco­mouna familia especial.

La juventud de esa comunidad se vivió entre salones de baile, ya ninguno de esos lugares existe, pero eran el pegue.

Irse a bailar al Bambú, el Cañaveral, el Montecarlo, el Séptimo Cielo, Mi primer amor, Mi Oficina, la Galera, el Versalles, el Herediano, el Gran Parqueo, el Cruceiro, el Jorón, entre otros, era estar a la puritica moda.

Esos salones de baile eran lugares de obreros, taxistas, peones, dependient­es de tiendas, sirvientas, pachucos, oficinista­s, secretaria­s, prostituta­s. Ahí bailaban toda la noche y entre esa “chusma josefina” estaba la que la ley considerab­a la peor: los bailadores de swing, de acuerdo a lo que explican las antropólog­as sociales Claudia López y Paola Salazar en su libro “Brincos y vueltas a ritmo de swing”.

El tipo de movimiento­s y el que personas de todos los estratos sociales, incluso de los más bajos, pudieran bailarlo, es lo que explica que los persiguier­a la ley.

“Es cierto que eramos la chusma, pero también es cierto que le poníamos buen sabor a los salones de baile. Nos perseguía la ley, pero al pueblo le encantaba vernos bailar”, recordó Pelusa.

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 ?? ARCHIVO. ?? Uno de los referente del swing criollo es Carlos “El Gringo” Moreira, quien no tiene problema en bailar con una, dos, tres y hasta cuatro mujeres al mismo tiempo.
ARCHIVO. Uno de los referente del swing criollo es Carlos “El Gringo” Moreira, quien no tiene problema en bailar con una, dos, tres y hasta cuatro mujeres al mismo tiempo.

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