Pastor de una tierra inexistente
NUEVO OBISPO AUXILIAR DE SAN JOSÉ ES EL MANDAMÁS DE PULCHERIÓPOLI
obispo auxiliar de San José, monseñor Daniel Blanco Méndez, le gana y por goleada a Jaimito el Cartero, aquel personaje del Chavo del 8, porque por lo menos Tangamandapio es un pueblito que sí existe actualmente en México, pero monseñor fue nombrado mandamás de Pulcheriópoli, un lugar en Albania que dejó de existir hace más de 500 años.
Monseñor no puede decir que es el pastor de los pulcheriopolitanos, porque ya no hay ninguno vivo, lo hicieron titular de un lugar que en su momento tuvo iglesia y una comunidad cristiana con todas las de la ley, pero eso fue hace siglos.
Hicimos varias consultas del por qué a un obispo tico lo nombraban titular de un lugar del mundo fuera del continente americano y que ya ni existe.
Según explica el boletín oficial del Vaticano: “El Santo Padre ha nombradoobispo auxiliar de la arquidiócesis de San José de Costa Rica al Reverendo Daniel Francisco Blanco Méndez, del clero de la Arquidiócesis de San José de Costa Rica, vicario general y párroco de Nuestra Señora de El Carmen en San José, asignándole la sede titular de Pulcheriópoli”.
Por tradición de la Iglesia, a los obispos titulares se les confía el título de una diócesis, generalmente de las que ya no existen. En el caso del monseñor Blanco, Pulcheriopoli, viene del latín y significa la “ciudad más bella” o la “ciudad más hermosa”.
El jefazo es el arzobispo José Rafael Quirós, a quien se le confía el título de una diócesis desaparecida.
Eso no es nuevo, porque antes de monseñor Blanco, hubo cuatro obispos auxiliares.
El primero fue monseñor Enrique Bolaños, a quien lo hicierontitular de Andrópolis; el segundo fue monseñor José Rafael Barquero, titular de Arindela. El tercero era monseñor Ignacio Trejos, titular de Aquae Albae en Mauritania, y el cuarto, monseñor Antonio Troyo, titular de Burca.
En una catedral repleta de feligreses, sacerdotes, seminaristas, prensa y obispos, monseñor Blanco recibió la imposición de manos por parte de los líderes sacerdotales, mientras que sus papás lloraban de alegría. Ellos, doña Zita Méndez y don José Blanco estaban en la primera banca, para no perder detalles.
“Lloramos de alegría y orgullo. Jamás imaginé que mi chiquito terminaría siendo obispo. Me acuerdo perfectamente en 1999, cuando nos dijo que se iba a casar con Dios. Yo desde antes lo sentía en el corazón y por eso no me extrañó. Ese día lloramos con él de alegría, pero jamás imaginamos que Dios le tenía tantas bendiciones”, nos comentó doña Zita.
Quiero ser un pastor con olor a oveja”.