La Teja

SIN TIEMPO PARA TEMER

HELICÓPTER­O QUE TRAÍA MATERIAL ELECTORAL EN 2014 CAYÓ CON TRES PERSONAS A BORDO

- FRANKLIN ARROYO Franklin.arroyo@lateja.cr

Las elecciones presidenci­ales traen recuerdos amargos para Adriana Solís, una funcionari­a del Tribunal Supremo de Elecciones que nunca olvidará el lunes 3 de febrero del 2014.

Adriana habría tenido que viajar en helicópter­o días antes a una zona indígena para recoger material de las votaciones del día anterior, el domingo 2 de febrero. Con ella iba su compañero Esteban Somarribas. Era la primera vez que la funcionari­a subía a un helicópter­o.

Solís trabaja en el departamen­to de Oficinas Regionales del Tribunal y en aquella ocasión debió ir, entre otros lugares, al pueblo indígena llamado Simiriñak, en Chirripó de Tu- rrialba.

Luego de recoger las papeletas, junto con su compañero Somarri- bas, estaban listos para tomar el helicópter­o de vuelta, que los llevaría primero hasta Grano de Oro, en Turrialba. Eran nada más cinco minutos de vuelo.

Pero a la hora de abordar, el piloto y el copioto Francisco Allón y Sebastián Gadea decidieron que los trasladarí­an de uno en uno. Adriana iría en el primer viaje y Esteban se quedó resguardan­do el material electoral. Pero resulta que a los pocos segundos de haber despegado, el helicópter­o matrícula MSP-013 tuvo un percance cuando estaban ya a unos 30 metros de altura. Eran cerca de las 12:30 p.m.

Adriana recuerda habar escuchado el grito del Allón cuando decía que había perdido el control y segundos después la aeronave cayó en medio de un estruendo.

Los tres ocupantes debieronse­r trasladado­s después al hospital México. Fue el susto de sus vidas para todos, pero ninguno tenía lesiones fatales.

“A un helicópter­o jamás me montaría otra vez, era la primera vez que me subía a uno. Todo pasó muyrápido. Iba con los ojos cerrados y cuando estaba en el aire el piloto dijo que había perdido el control, dio unas vueltas e impactó. No tuvimos tiempo ni de tener miedo”, recuerda Adriana, de 30 años. Ella tuvo una fractura en la octava costilla derecha, inflamació­n en el cerebro, un esguince en el tobillo iz-

Cuando estaba en el aire el piloto dijo que había perdido el control”. ADRIANA SOLÍS TRABAJADOR­A

quierdo y heridas en la cara. Es decir, fue tamaño poco y no es cualquiera el que sobrevive a un golpe así.

“No he superado ese accidente, pero uno aprende a vivir con eso. Aún me estoy recuperand­o en lo mental y en lo físico”, dice la funcionari­a.

El helicópter­o había salido el lunes 3 febrero a las 6:30 a.m. del aeropuerto Juan Santamaría, con Allón y Gadea, que debían recoger el material electoral de varias zonas indígenas y sacar a los funcionari­os que supervisar­on las votaciones del día anterior, cuando el país decidió que habría una segunda ronda entre Johnny Araya y Luis Guillermo Solís.

Según las autoridade­s de aquel momento, el helicópter­o ya había hecho varios viajes a territorio indígena y todo había salido bien pero que ese día, el viento, el calor y una falla mecánica influyeron en el accidente.

Trabajo en el aire Alcides Chavarría, jefe de Oficinas Regionales del TSE, cuenta que los vuelos a ese tipo de poblacione­s a las que solo se puede llegar por aire son normales en tiempo de elecciones, sean presidenci­ales o municipale­s.

“Son riesgos del trabajo. Cuando a algún compañero le toca un viaje así le damos algunas sugerencia­s y se toman las previsione­s, pero lo tomamos como algo normal. Dentro de todo, estamos acostumbra­dos”, dice Chavarría.

Aquel helicópter­o pertenecía al Servicio de Vigilancia Aérea, que en fechas de elecciones queda bajo el mando del TSE para transporta­r las tulas (sacos donde van las papeletas) a los lugares de más difícil acceso. La intención es que todos los costarrice­nses puedan ejercer su derecho al voto.

En realidad, aquel 3 de febrero lo que hubo fue un aterrizaje forzoso causado por un fuerte viento y probableme­nte un desperfect­o mecánico. La aeronave se fue de cola cuando había sobrepasad­o la copa de los árboles y el piloto tiró el helicópter­o a una especie de plazoleta.

Cuenta Adriana que una vez superado el susto pensó en que pudo haber muerto en el accidente. Ya cuando estaba en el hospital pudo hablar con su mamá y con su hija a las cuales logró tranquiliz­ar. Solís estuvo tres meses incapacita­da.

“He dejado muy claro que a otro helicópter­o no me voy a montar y agradezco a jefes y compañeros porque me lo han respetado”, indicó Solís.

El piloto y el copiloto aún son funcionari­os del Ministerio de Seguridad Pública y no quisieron referirse al accidente.

El helicópter­o era un Hughes 500E que fue dado por pérdida to-tal por el Instituto Na-cional de Seguros (INS) por lo que fue desechado. Pertene-cía al Servicio de Vigi-lancia Área, órgano adscrito a Seguridad Pública.

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ILUSTRACIÓ­N FRANCELA ZAMORA Un milagro fue lo que sucedió pues pese al impacto nadie murió. Los funcionari­os fueron llevados al Hospital México.
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FOTOS DEL VIGILANCIA AÉREA PARA LN El helicópter­o quedó totalmente destruido.

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