Iglesia y política
Desde que inició esta campaña electoral, como pastor de la arquidiócesis de San José, he exhortado, reiteradamente, a todos los fieles católicos a finde que, como enseña el papa Francisco: “no queden indiferentes a la cosa pública, ni replegados dentro de los tem- plos, ni que esperen las directivas y consignas eclesiásticas para luchar por la justicia, por formas de vida más humana para todos”, sino que, por ellos mismos sean capaces de construir un país mejor. El llamado a emitir un voto inteligente y responsable lo hemos hecho en un contexto que reconoce la legítima pluralidad de opiniones, respetando a los que piensen de otra manera y en espíritu de servicio al buen funcionamiento de la sociedad. La Iglesia Católica en Costa Rica no ha sido un sujeto políti- co-electoral, perosí un sujeto social de innegable trayectoria. Es tarea de la Iglesia anunciar siempre y en todas partes los principios morales acerca del orden social, así como pronunciar un juicio sobre cualquier realidad humana, en cuanto lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas, como lo establece el Código de Derecho Canónico (numeral 747). Es fundamental que los católicos tengan claro que la Iglesia católica no tiene partido y que los fieles deben votar según su conciencia. También rechazo totalmente toda manifestación abierta o insinuada, o injerencia directa o indirecta, en beneficio de una corriente concreta o algún partido político, condicionando la conciencia de los fieles. Reitero mi llamado a todos los fieles laicos para que este domingo 4 de febrero, ejerzan su sagrado deber del sufragio, desterrando el fantasma de la apatía o la resignación y haciendo de esta fiesta democrática una ocasión para renovar nuestras esperanzas.