¿Cuaresma por obligación o convicción?
En la Cuaresma ¿recibo la ceniza porque trae suerte y bendiciones o porque me identifico con el signo que ponen en mi frente? ¿Me abstengo de comer carne
porque es pecado o porque deseo unir este acto personal al acto redentor de Cristo? ¿Me confieso porque es ley o porque quiero cambiar de vida? Valgan estas interrogantes para interiorizar en nuestra vivencia personal al dar inicio a este Tiempo Santo que, como bien dice el papa Francisco, “es signo sacramental de nuestra conversión”.
Muchas veces debemos reconocer que nos faltan razones sólidas para vivir nuestra fe, quizá porque no se contó con buenos formadores o no aprendimos bien lo que se nos enseñó en la Iglesia o en nuestros hogares y de repente hacemos de nuestra vivencia espiritual algo superficial.
A veces buscamos en la suerte poner nuestra fe, a veces notamos esa falta de convicción en el desconocimiento de la Sagrada Escritura o se palpa en la asistencia pasiva en las liturgias. También se nota a través de las procesiones de Semana Santa, donde algunosmásque por devoción lo hacen por tradición.
¿Hago ayuno porque me obligan o porque deseo santificarme y unirme a tanta gente que no tiene pan? ¿Intensifico más las obras de misericordia o sigo co-
mo hasta hoy lo he hecho: dando lo mínimo? Creo que nosotros sacerdotes o religiosos formadores, catequistas, coordinadores de grupos, maestros y profesores, debemos ayudar aún más en la formación y hacerlo con nuestro testimonio.
La caridad que no seaun mandamiento sino un acto libre porque se necesita. La oración que no sea una obligación sino una expresión espontánea del corazón. El ayuno que no sea practicado porque lo mande la Biblia o la Iglesia sino una decisión amorosa y libre.