La Teja

WILLY, EL ÁNGEL MÁS ALEGRE

PASEO FAMILIAR TERMINÓ EN TRAGEDIA HACE SIETE AÑOS

- ✦ ADRIÁN GALEANO CALVO adrian.galeano@lateja.cr Agradecida

La vida de Guiselle Espinoza era perfecta, así la describe ella misma, estaba casada con Willy Valenciano, un hombre que la amaba y la hacía reír a cada minuto con sus payasadas porque ese era su trabajo, hasta que un día un fatal accidente convirtió a Willy en el ángel más alegre.

Durante mucho tiempo Guiselle abandonó su trabajo como pintacarit­as porque cada vez que veía a un hombre con zapatos enormesy nariz roja sentía unas ganas tremendas de llorar.

Espinoza vivió así durante más de dos años luego de perder a su esposo y a su papá, Ricardo Espinoza, de 76 años, en un terrible accidente de tránsito, del cual ella, su mamá Odilíe Murillo y su hija Ashyanni, quien ahora tiene 11 años, lograron sobrevivir.

Durante ese tiempo Guiselle vivió momentos muy rudos; sin embargo, con la ayudade su hija, su mamá logró retomarsu vida y el trabajo por el que tanta pasión siente, al punto de que ver un payaso ya no la hace sufrir, sino que la ayuda a mantener vivo el recuerdo de su amado.

A casi 7 años del fatal accidente doña Guiselle nos abrió las puertas de su casa en Cajón de Grecia, Alajuela, para contarnos lo que pasó ese trágico martes 17 de agosto del 2011 y cómo la vida de su familia cambió para siempre.

Paseo familiar. Espinoza recuerda que después de planearlo por mucho tiempo ella y Willy finalmente decidieron irse de paseo con sus papás a Puntarenas, por lo que alistaron todo para salir juntos en una buseta.

“Se nos dio la oportunida­d de ir de paseo y de llevar a mami y a papi que siempre fue el sueño mío. Ni siquiera les dijimos para donde íbamos, solo les alistamos la maleta, nosotros queríamos ir a pasear a Paquera, para que ellos recordaran cuando vivieron ahí”, contó.

Lamentable­mente el destino te- nía otros planes para la familia, ya que cuando pasaban por Macacona, Esparza, sobre la carretera Interameri­cana norte, intentaron adelantar unos carros con la mala fortuna de que un bus que iba detrás de ellos hizo lo mismo.

Esta maniobra provocó que el bus chocara a la buseta, sacándola de la calle hacia un guindo, en el cual terminó chocando de frente contra varios árboles.

“Yo considerab­a que mi vida era perfecta, nacíenun hogar cristiano con papás que me amaban y un hombre muy especial que Dios me regaló como esposo, pero ese día todo cambió”, dijo Guiselle.

Aunque los rescatista­s lograron sacar a Willy y a don Ricardo con vida, ambos falleciero­n en el hospital Carlos Luis Valverde de San Ramón, debido a las lesiones que sufrieron en el accidente.

Guiselle contó que ella siempre viajaba en los asientos delanteros con Willy, pero ese día le cedió el lugar a su papá, pues años atrás él sufrió un accidente en el que perdió casi que toda la movilidad de su cuerpo, por lo que era más fácil y cómodo que él fuera adelante.

Payaso hasta el final. Luego del accidente vino el momento más difícil para Guiselle, despedirse para siempre de los dos hombres de su vida, pero lo que lo hacía aún más difícil era el hecho de que su mamá estaba muy delicada en el hospital y nadie sabía si iba a sobrevivir.

Espinoza contó que su esposo se

llevó su alegría hasta la tumba, pues le cumplieron uno de sus últimos deseos, ser enterrado con uno de los trajes que tantas veces usó para sacar sonrisas.

“Él una vez dijo que cuando muriera quería que lo enterraran como payaso, la abuela y la mamá se acordaron porque yo en ese momento estaba en otro mundo, pero la abuelita no quería que lo maquillara­n porque quería verlo por última vez como era él. Luego la mamá pinto un cuadro con la cara de él co- mo payaso en su tumba en el cementerio de Grecia”, explicó.

Dos años de luto. Tras la muerte de Willy, Guiselle vivió dos años de luto, nunca se echó a morir, pues debía luchar por su mamá, quien se recuperó de forma milagrosa, y por su hija, pero admitió que en ese tiempo se olvidó de lo que se sentía ser feliz.

“Cuando llegaba el 16 de cada mes era un dolor tremendo, cada vez que iba a lugares en donde estu- vimos lo recordaba, en las noches era la soledad más terrible porque en el día pasaba ocupada, pero en la noche cuando estaba sola lloraba mucho, no lo hacía fuerte para que ellas no me escucharan”, confesó.

Luego de sufrir por tanto tiempo, Guiselle finalmente decidió buscar ayuda, se unió a un grupo de mujeres que hablaban de sus problemas, ahí no solo encontró apoyo sino que también amigas que le hicieron ver que su vida no había terminado.

“Ahora puedo decir que soy feliz, Dios me sanó y soy una nueva mujer, disfruto cada momento con mi familia porque a uno a veces se le olvida que tal vez mañana no estemos aquí”, añadió.

Recuerdos invaluable­s. Durante los dos años que estuvode luto, Guiselle no tocó ninguna de las cosas de Willy, pero se dio cuenta de que no podía seguir viviendo así, por eso sacó mucha de la ropa, pero decidió conservar varios de los objetos, como la nariz de payaso.

“Guardo los zapatos de payaso, tengo una de sus mudadas porque otra se la pusieron cuando lo sepultaron, también su nariz de payaso, el yoyo chino que tanto le gustaba y hasta un calzoncill­o grande que usaba para los shows”, comentó.

Guiselle dijo que todos estos objetos no son solo recuerdos invaluable­s para ella sino también para su hija, pues siempre podrá recordar a su papá cada vez que vea los enormes zapatos.

Lo mismo sucedió con la casita en la que viven, pues muchos de los detalles que tiene fueron hechos por Willy, por eso, es que Guiselle nunca pensó en venderla tras el accidente porque para ella era casi como abandonar a su esposo.

Cumpliendo sueños. Pese a todas las dificultad­es, Guiselle aseguró que ahora es muy feliz porque día a día puede disfrutar de su hija.

Espinoza dijo que en estos años se han cumplido muchos de los sueños que ella y Willy tenían para Ashyanni, como por ejemplo que estudiara música, ya que desde hace varios meses está aprendiend­o a tocar el violonchel­o, además, también quiere que entre a clases de natación.

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RAFAEL PACHECO Guiselle, Ashyanni y doña Odilíe sobrevivie­ron son inseparabl­es.
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 ?? RAFAEL PACHECO ?? El ser payaso era una pasión para Willy.
RAFAEL PACHECO El ser payaso era una pasión para Willy.
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RAFAEL PACHECO Willy se encargó de hacer feliz cada segundo a Guiselle.
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 ?? RAFAEL PACHECO ?? Papá, mamá e hija, cada uno tiene un par de zapatotes.
RAFAEL PACHECO Papá, mamá e hija, cada uno tiene un par de zapatotes.
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En este cuarto, que se mantiene intacto, es donde Willy se maquillaba.

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