Cacería en media selva
y sembrada de coca, militares de Colombia y Ecuador buscan al jefe del grupo que mató en cautiverio a los tres integrantes de un equipo de prensa, cuyos cuerpos no han sido recuperados.
Tumaco está militarizado. El municipio con más narcocultivos del mundo es el centro de la ofensiva del lado colombiano, mientras del ecuatoriano las acciones se enfocan en San Lorenzo, donde rige desde enero el estado de excepción.
“Va a haber una arremetida más contundente”, dice el general Mauricio Zabala, comandante de la Fuerza Despliegue Rápido Número 2 del Ejército colombiano.
Guacho en la mira. Las acciones se encaminan a dar con Walter Artízala, alias Guacho, el jefe de una disidencia no tan numerosa de la ya disuelta guerrilla de las FARC que secuestró y mató a los dos periodistas y el chofer del diario ecuatoriano El Comercio.
De momento la atención se focaliza en que Ecuador pueda cuanto antes recobrar los cuerpos a través de una sigilosa operación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
El periodista Javier Ortega
(32 años), el fotógrafo Paúl Rivas
(45) y el conductor Efraín Segarra (60) fueron ejecutados a balazos mientras estaban encadena- dos, según las fotografías que hicieron llegar los captores.
Sin embargo, aún es incierto el paradero de los cadáveres, si están en manos del grupo Oliver Sinisterra, que comanda Guacho, o si fueron dejados en algún punto de la zona limítrofe donde se produjo el secuestro el 26 de marzo último.
“No conocemos el tiempo transcurrido desde la muerte pero las condiciones de temperatura, humedad y dificultad de acceso a los sitios donde pueden estar, hacen presumir que los cuerpos ya se encuentran en un estado avanzado de descomposición”, dijo el director de Medicina Legal de Colombia, Carlos Eduardo Valdez.
Enorme dolor. Nunca antes Ecuador había enfrentado un crimen de estas características, lo que prácticamente rompió en pedazos su idea de ser un territorio en paz en medio de la violencia y el narcotráfico que han golpeado por décadas a Colombia.
El ejército colombiano, que desde hace unos meses desplegó casi 10.000 hombres en Tumaco y alrededores, se mueve con cautela.
Sin hablar directamente de un cordón humanitario, los militares dijeron que no interferirán en la operación del CICR.
El caso ha desatado unacondena internacional y cuestionamientos internos a los dos gobiernos, que dieron poca información o contradictoria.