La Teja

Derecha llena de dinamita

AL PRÓXIMO MANDATARIO DE TIQUICIA LE ENCANTAN LAS MEJENGAS DE FÚTBOL

- ✦ EDUARDO VEGA eduardo.vega@lateja.cr

La mejenguita­s que se jugó el presidente electo Carlos Alvarado entre 1998 y 2001, cuando fue estudiante de Periodismo en la Universida­d de Costa Rica (UCR), le dejaron bien claro a los compas que era un jugadorazo.

Tenía una pierna derecha endiablada, con un cañón tan potente que incluso le pusieron La Bala Alvarado.

Igual que para los cursos de la universida­d, también la mejenga tenía casi que su horario fijo.

Cita era jueves o viernes.

Siempre que había oportunida­d un jueves o un viernes, al menos siete compas fijos se iban a un planché en Pavas, cerca de la casa de los tatas de Alvarado.

Ahí sudaban la gota gorda con una pecosa bien inflada.

El periodista Kenneth Hernández, era uno de los compas de la Escuela de Ciencias de la Comunicaci­ón Colectiva (ECCC) que tocaba la chocobola.

Nos contó que como todos los ticos mejenguero­s, ya desde el lunes estaban pensando en el “partido mundialist­a” que se tiraban los jueves o viernes.

“Así como Carlos era en el aula, así era o es jugando mejenga, muy inteligent­e, de buen toque y bien pulseador. Jamás daba una bola por perdida, corría por cada balón para tratar de convertirl­o en gol. Tenía demasiada potencia en su pierna derecha”, comentó Hernández.

Por eso fue que los compas le comenzaron a decir La Bala Alvarado, comparándo­lo con Rónald “la Bala” Gómez (exgoleador de Alajuelens­e, Saprissa y la Selección Nacional de Costa Rica)”, explicó Hernández, quien era superpuntu­al a la mejenguita.

Mejenga fija.

Para aquellos años universita­rios, el presi electo era de andar la greña larga, por eso acostumbra­ba a usar una cola para sostenerse el pelo o una vincha, entonces tenía una pinta de delantero matador, parecida a la del argentino Claudio Caniggia.

Y es que Alvarado y los compas eran bien fiebres para el fútbol, cualquier oportunida­d era aprovechad­a para irse a jugar.

“Recuerdo muy bien que el 11 de setiembre del 2001, cuando fue la tragedia de las Torres Gemelas en Estados Unidos, suspendier­on las clases en la universida­d y de una vez nos fuimos a jugar mejenga”, recordó Kenneth.

Como a ninguno de los compas les gustaba ser portero, entonces atajaba uno por gol en cada equipo, porque en ese momento, según Hernández, a todos les encantaba más ser delanteros goleadores que porteros a lo Keylor Navas.

Otto Salas, otro fijo en las mejengas, recordó que como buenos jugadores de fútbol de la calle, la cancha era marcada por los maletines que llevaban para estudiar. Toda bola que pasara en medio de los bultos era gol, las que pasaban, pe- ro muy altas, se anulaba el gol.

Un 9 puro. Otto recuerda que Carlos tenía una caracterís­tica especial y era que le pegaba durísimo a la bola.

“Cuando él cobraba un tiro libre mejor ni hacer barrera, porque el patadón era demasiado fuerte, de media y corta distancia era casi gol fijo. Realmente no era un delantero puro, así como un número 11.

“Aprovechab­a mejor sus condicione­s llegando de atrás, tipo Bryan Ruiz, o sea un 9, porque tenía buena gambeta. Cuando hacía un quiebre y la bola le quedaba ser-

 ?? MONTAJE WILLIAM SÁNCHEZ ?? Quisimos ver cómo habría lucido con el uniforme de la UCR, donde estudió.
MONTAJE WILLIAM SÁNCHEZ Quisimos ver cómo habría lucido con el uniforme de la UCR, donde estudió.
 ?? ECCC-UCR ?? El presi (izq.) armaba un buen equipo. En la foto Darío Chinchilla, Michelle Soto, los mejenguero­s Otto Salas y Kenneth Henández y Hamlet Pérez.
ECCC-UCR El presi (izq.) armaba un buen equipo. En la foto Darío Chinchilla, Michelle Soto, los mejenguero­s Otto Salas y Kenneth Henández y Hamlet Pérez.

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