La Teja

Dani salvó matrimonio

PAPÁS SE UNIERON COMO NUNCA POR ENFERMEDAD DEL HIJO

- EDUARDO VEGA eduardo.vega@lateja.cr

gran verdad de nuestras vidas... antes de que iniciáramo­s todo este capítulo de la enfermedad de Daniel, el papá y yo no estábamos del todo bien, la relación no era la mejor.

“Cuando pasan cosas tan grandes en la vida uno, comomatrim­onio, tiene dos caminos: se rompe todo definitiva­mente o los esposos nos unimos como nunca antes. Gracias a Dios a nosotros nos pasó lo segundo”.

Con una sinceridad absoluta, Zaida Calvo, la mamá de Daniel León (12 años), el guerrero que se recupera puras tejas de un trasplante de médula ósea en Cincinnati, Estados Unidos, nos contó un capítulo familiar que ahora quedó en anécdota, pero que en su momento les robó el sueño a ella y a su esposo, Alexánder León.

“Cuando nos dimos cuenta de la enfermedad de Dani (hace once años) nosotros nos unimos como esposos y nos acercamos a Dios. Esto se pasa solo por fe, aprendimos a confiar en Dios, nos unió como familia porque solo como familia se puede salir adelante.

“El dolor que un papá siente al ver a su hijo enfermo, por ver todo lo que pasa, es tan pero tan grande, que solo el otro papá entiende exactament­e lo que uno vive”, explicó Zaida, quien estaba abrazada de su marido mientras nos contaba la experienci­a.

Ella asegura que las dificultad­es del matrimonio no tienen un receta y eso que ellos se conocen de toda la vida porque comenzaron a jalar cuando ella tenía 14 y él 16 años.

Complement­o perfecto. Con el corazón abierto, Zaida y Alexánder aceptan queDanisal­vó la relación porque les permitió acercarse en la adversidad, amarse en el dolor y complement­arse las 24 horas como un equipo de dos con un objetivo: ser familia.

“Yo fui trasplanta­da de córneas, ya veo mucho mejor, pero todavía

me falta una última cirugía que tuvimos que posponer por lo de Dani, entonces uso unos lentes de contacto especiales y en la noche no veo porque me los quito.

“Por otro lado, mi esposo no habla inglés, entonces los cinco meses que Dani estuvo internado, pasábamos las noches enteras juntos en el hospital.

“Sabíamos que estaba la enfermera a la par, pero yo no podía ver y me daba miedo esa parte, me sentía insegura y mi esposo no podía comunicars­e (por no saber inglés), entonces él veía por mi y yo hablaba por él. Hemos sido un muy buen equipo”, recordó con mucha alegría doña Zaida, quien comprendió­quetanta nochedepal­madales debilitaba el cuerpo por el cansan- cio, pero les fortaleció el corazón.

Días duros. Hubo momentos amargos, como cuando los doctores, después del trasplante, detectaron que a Dani se le habían enfermado unas venitas del hígado y el mal le avanzaba muy rápido.

“Los médicos dijeron que, cuando esto sucede, en el 80% de los casos el paciente trasplanta­do fallece... eso nos devastó, fue durísimo, pero lo pasamos juntos, nos teníamos para sufrir y para darnos esperanza, ahí otra vez el equipo entendió que había que unirse”, dijo.

Un día a la vez. El triunfo del matrimonio le llena el alma a este par de luchadores que todos los días ven como hay otros niños ocupando camas con padecimien­tos muy complicado­s y en la batalla a lo mejor hay una mamita sola.

“Yo no sé cómo lo hacen. Aprovecho para decirles a todos los papás que estén pasando por algo parecido que lo pongan en manos de Dios y déjelo ahí, son enfermedad­es que no se pueden vivir en solitario, las parejas deben unirse”.

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CORTESÍA El amor de sus papitos ha sido vital para que Dani esté puras tejas.
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El testimonio de Zaida y Alexánder es impresiona­nte.
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