Chepito y las primeras señales
No tengo ninguna duda de que al presidente Carlos Alvarado, con una fuerte vena artística, en el concierto de la tardedel martes, después del traspaso de poderes, le picaban los pies por subir al escenario y las manos para ir aras - gar la guitarra en la plaza de la Democracia.
Pero el joven mandatario, de 38 años, se mantuvo quieto en primera, disfrutó un rato, apenas para que lo vieran y se marchó.
El miércoles desde muy temprano llegó a trabajar a Casa Presidencial, y de inmediato tuvo la primera reunión con la fracción de Liberación, la más numerosa, y trataron el tema fiscal.
Oseanadade llegaradaruna vuelta por el vecindario a tomar café con algunas familias y menos hacerles promesas que nunca se cumplirían, tampoco ordenó podar los árboles de laurel de la India que impedían a los ciudadanos ver con claridad el edificio que alberga la Presidencia, con el cuento de que iba a ser una casa de cristal, que al final de cuentas pasó más empañada que autobús repleto de pasajeros en pleno aguacero. Alvarado no hizo nada parecido, gracias a Dios, a su antecesor. Por el contrario, ha marcado la cancha de forma clara y seria, ojalá el resto de decisiones sean igual de coherentes, y que los integrantes del gobierno de Unidad Nacional lo acuerpen, que haya reducción de gastos, mejore la recaudación de impuestos y que la oposición vibre en la frecuencia que el país necesita.