Piedra en el zapato de los sandinistas
El cardenal emérito Miguel Obando y Bravo, que enfrentó al gobierno sandinista de Nicaragua con el que se reconcilió después, falleció el domingo a los 92 años, anunció la Iglesia católica nicaragüense.
“La Iglesia de Nicaragua está de duelo” , dijo en un comunicado la Conferencia Episcopal de Nicaragua.
Obando y Bravo falleció poco antes de las 4 de la mañana del domingo. Fue un padre salesiano, arzobispo de Managua durante 37 años y se retiró en 2005.
Tuvo un papel importante como mediador en la historia reciente de violencia política en Nicaragua.
El cardenal adquirió notoriedad por sus enfrentamientos con el gobierno sandinista en la década de 1980 y confrontó la alianza del régimen con la “iglesia popular” , unaversión del catolicismo de inspiración marxista que suscitó la ira del Vaticano y en especial del papa Juan Pablo II.
Sin embargo, Obando y Bravo había orientado la iglesia hacia una postura relativamente amistosa con los sandinistas cuando eran un movimiento rebelde que combatía la dictadura corrupta de Anastasio Somoza, el último miembro de una dinastía que gobernóel país de 1936 a 1979. Laiglesia medió en dos ocasiones entre el régimen de Somoza y los sandinistas en situaciones de rehenes.
Cuando la insurgencia tomó el poder en 1979, la relación se agrió rápidamente. Partidarios de los sandinistas chocaron con el clero conservador al que hostigaban a veces a pesar de que sacerdotes izquierdistas trabajaban en el gobierno sandinista de Daniel Ortega, lo que disgustaba al pontífice.
Santa regañada. En 1983, el papa Juan Pablo II visitó Managua, reprendió a los clérigos disidentes y ordenó a los católicos que obedecieran a sus obispos y evitaran “compromisos ideológicos inacep- tables”. Dos años después, el papa elevóaObandoy Bravoalrangode cardenal.
Para cuando Ortega perdió la elección presidencial de 1990, la iglesia había reanudado su estrecha relación con la élite conservadora de Nicaragua. Ya fuera del poder, Ortega intentó en repetidas ocasiones enmendar la relación con la iglesia y con Obando y Bravo en particular, para lo que insistía en su fe religiosa. Obando y Bravo no aceptó de inmediato ese abrazo.
Cuando Ortega fue nuevamen- te candidato a la presidencia en 1996, Obando y Bravo aludió al dirigente sandinista cuando contó la historia de un hombre mordido después de compadecerse de una serpiente agonizante.
El arzobispo había forjado una calidad relación con el rival conservador de Ortega, Arnoldo Alemán, pero después lo afectó debido a la caída de la reputación del gobernante. Alemán fue sentenciado después a 20 años de prisión acusado de fraude al estado y lavado de dinero.