La Teja

“TOMO FOTOS LLORANDO”

Fotógrafo chapín retrata tragedia del Volcán de Fuego

- EDUARDO VEGA eduardo.vega@lateja.cr

El fotógrafop­rofesional guatemalte­co Johan Ordónez vive uno de los capítulos más duros de su vida.

Como trabaja para France Presse, una agencia internacio­nal de noticias, lo enviaron a la zona del desastre ocasionado por el Volcán de Fuego en San Miguel Los Lotes, departamen­to de Escuintla, donde el barrio El Rodeo quedó enterrado después de la explosión de volcán, el domingo 3 de junio, y el lahar que le siguió (un lahar es un flujo de agua y sedimento).

El volcán, de 3.763 metros de altura, dejó al menos 110muertos y hay 197 personas desapareci­das. El peligro en el lugar se mantiene. Deslizamie­ntos nuevos han complicado los trabajos de rescate.

Sin embargo, algunos pobladores de las comunidade­s cercanas se resisten a abandonar sus viviendas por el peligro de que sean saqueadas, a pesar de la insistenci­a de las autoridade­s.

Johan, de 43 años de edad y con 18 de ser fotógrafo profesiona­l (15 de ellos trabajando para la agencia AFP). contó a La Teja cómo ha sido retratar para el mundo la dolorosa experienci­a que vive su país.

El domingo 3 de junio Johanllega­ba a su casa, en la capital chapina, desde Quetzalten­ango, como a tres horas y media de Ciudad de Guatemala. Había ido a cubrir el funeral de Claudia Gómez, joven de 20 años que murió baleada por un agente de la patrulla fronteriza cuando en México intentaba pasar a Estados Unidos.

A Johanle dijeronque debía salir lo antes posible para Escuintla.

Hacia la pesadilla. Lo primero que hizo fue confirmar que su familia quedaba protegida.

Después sacó de la maleta la ropa sucia que usó en Quetzalten­ango y la llenó con poquita ropa porque creyó que volvería rápido a casa. En ese momento no tenía muy claro qué había pasado en San Miguel Los Lotes.

Con el pasar del tiempo fue quedando a la vista el tamaño de la tragedia que enluta al país centroamer­icano. El pueblo había sido barrido por una corriente de agua y barro calientes. Algunas casas habían sido enterradas hasta el techo y todo era desolación.

Desapareci­eron familias enteras que, por ser domingo, se habían reunido para pasar el día disfrutand­o, conversand­o.

Justo antitos de irse para Escuintla, Johan recogió algunas cositas que le pudieran servir a ayudar a alguien porque desde hace 18 años es bombero voluntario, algo que le llena la vida porque le encanta ayudarles a los demás.

En la propia zona de la tragedia estaba cuando le hicimos la llamada telefónica y comenzamos las preguntas bien advertidos de que en cualquier momento, si el Volcán de Fuego volvía a estornudar, cortaría la llamada o lo haría por cualquier otra cosa que él considerar­a que lo ponía en más riesgo del que ya estaba viviendo.

Con las reglas claras empezamos a hablar.

–¿Lo impactó lo que vio al llegar a la zona del desastre?

Totalmente. Jamás imaginé que la tragedia sería tan grande.

Ese volcán siempre asustó pero nada más. Nos confiamos todos. Es algo de lo más duro que he vivido. Me costó mucho salir del shock de ver tanto paisano fallecido. Es mi gente, mi sangre.

–¿Cuesta tomar fotos profesiona­les en esas condicione­s?

Demasiado, sobre todo para mí que soy bombero voluntario. Me duelemucho ver a las personas sufriendo.

Mientras tomo las fotos estoy llorando amargament­e, es que es demasiado el dolor en el ambiente.

–¿Hay algo que lo haya impactado más, alguna foto en especial?

De casualidad la primera que hice. Recién llegué y ya tenía la cámara lista y al llegar lo más cerca posible de la tragedia lo primero que retraté fue un niñito muerto, me destrozó el corazón.

He llorado desde la primera foto que tomé, los niños me golpean profundame­nte porque yo tengo cuatro y ni siquiera imagino el dolor de perder un hijo.

–¿Cómo hace para separar el fotógrafo profesiona­l del bombero voluntario?

Eso es imposible, no le podés pedir a un bombero que deje de serlo. Ser bombero es algo natural, uno nace bombero, se lleva en el corazón, en el alma.

Yo no decidí ser bombero voluntario, nací bombero, por eso cuando termino de hacer fotos trato de ayudar en lo que pueda, sobre todo que veo a mis compañeros de los bomberos de Ciudad de Guatemala cómo la luchan. No los puedo abandonar.

–Sus fotos han llamado mucho la atención por la sensibilid­ad que muestran, ¿a qué hora es bombero?

Cumplo como profesiona­l a cabalidad, cuando me queda un tiempito entonces me pongo a ayudar, así soy y así moriré, sirviendo a quien me necesite.

–¿Imaginó que habría tanta muerte a causa del Volcán de Fuego?

El problema principal es que la explosión fue domingo. En Guatemala las familias se reúnen completas para compartir, por eso había tanta gente en sus casas. Falleciero­n familias completas, por eso a algunas nadie las ha buscado porque todos murieron.

–¿Qué le dice su familia?

Ellos ya saben que su papá entra a los lugares de desastre cuando todos salen; sin embargo, no deja de ser duro para ellos. Yo lo que hago siempre es confirmar que ellos están seguros y despuésyat­ranquilo me voy a trabajar.

Por ejemplo, con los terremotos del año pasado (en enero) en el occidented­eCiudad deGuatemal­a, fue otro capítulo muy duro de fotografia­r; además, mi familia quedó en casa y temblaba todos los días y a cada rato.

Lo mismo con el deslave que mató a más de 60 personas en el 2015 (una montaña de aproximada­mente 115 metros de largo, el tamaño de unacanchad­e fútbol, enterró la aldea El Cambray II de Santa Catarina Pinula, a 15 kilómetros de la capital guatemalte­ca), otro momento duro de mi carrera, porque son mis guatemalte­cos los que fallecen.

–¿Viaja todos los días a la zona del desastre?

No. Duermo muy cerca de la zona del desastre, está claro que el volcán en cualquier momento vuelve a explotar, pero ni modo, así es esto…. Eso sí, duermo con un ojo cerrado y otro abierto.

–¿Cómo se es fotógrafo ante una tragedia como esas?

Siendo muy profesiona­l, teniendo muy en cuenta el respeto a las demás personas, no hay que invadir su espacio privado, utilizando mucho la prudencia y el sentido común. Uno debe entender que está fotografia­ndo el dolor ajeno.

–¿En qué piensa cuando está con la cámara retratando algo tan doloroso?

Trato de bloquear la realidad para poder retratarla lo más objetivame­nte posible.

Le pido a Dios fuerzas para hacer mi trabajo porque es de lo que come mi familia; sin embargo, el dolor ajeno siempre te golpea y duro, uno no es de hierro.

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JOHAN ORDÓÑEZ /AFP La destrucció­n es total en San Miguel Los Lotes. Los muertos van por 110.
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TOMADA DEL FACEBOOK DE JOHAN ORDÓÑEZ. AFP Johan tiene 18 años de ser fotógrafo profesiona­l. La devastació­n es completa. El paisaje recuerda el de Pompeya.
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FOTO AFP. Algunas imágenes son muy fuertes, nos cuenta el experiment­ado.
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AFP Los rescates incluyen al mejor amigo del hombre.
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AFP La ceniza se endurece como si fuera cemento y eso complica los trabajos..
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AFP AFP El pueblo se ha unido para hacerle frente a la emergencia. Miles de personas se vieron obligadas a irse a albergues.
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AFP. Cientos de personas lloran a sus desapareci­dos o fallecidos en Escuintla.
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AFP El riesgo sigue siendo muy grande debido a las erupciones.

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