La Teja

MÁS VIDAS QUE UN GATO

- ✦ ERICK QUIRÓS erick.quiros@lateja.cr Desde que Omar

Sánchez aprendió a manejar carro ymoto, a los 11 años, su familia supo que el hombre no le iba a tener miedo a nada ni a nadie, ni siquiera cuando su vida ha estado en juego.

Sánchez, apodado Malanga, tiene casi que toda la vidamaneja­ndo tráiler y es conocido en el gremio como el “Siete vidas” porque ha estado al borde de la muerte en varias ocasiones y al mejor estilo de los gatos siempre cae parado o, en su caso, se levanta y sigue como si nada.

Son tantos los accidentes que hatenido que yahasta olvidó las fechas de cada uno.

Deuna vez advierte que no se le pregunte cuándo porque ya hasta se acostumbró a vivir con el peligro.

En su cuerpo solo tiene algunas marcas que lo hacen recordar que está vivo de milagro y que puede contar las historias como anécdotas.

Malanga es de Aguas Zarcas, San Carlos, tiene 56 años, es padre de cuatro hijos y asegura que los motores son su gran pasión, así que –a pesar de los malos ratos– ni le pasa por la cabeza dejar las carreteras.

Primer susto. El apodo de “Siete vidas” se lo empezó a ganar hace unos 20 años, cuando el sancarleño conducía de Limón hacia San José.

Un día había unapresa unpoco extensa después del túnel Zurquí y una vez que los oficiales de Tránsito liberaron el montón de carros, la ca- ja del tráiler que manejaba Malanga se le quedó pegada en neutro, por lo que no podía maniobrar el cabezal.

“Yo solo escuchaba donde les iba dando a los rótulos porque no podía hacer nada. Se reventó una manguera y me fui sobre el desagüe, la verdad fue un golpe bastante duro”, señaló el conductor, quien tiene casi 30 años de ser trailero. A pesar del bombazo que se llevó, Malanga salió ileso, directo a contarle el susto a su familia y a los amigos porque para él, en ese momento, eso era algo totalmente nuevo.

Fue su primera vez frente a frente con la pelona, pero las “emociones” apenas empezaban.

Leñazo con bus. Tiempo después, en Taras de Cartago, la muerte volvió a ser burlada por el sancarleño.

En aquella ocasión un bus que viajaba desde la zona Sur se metió al carril por el que iba Malanga, quien solo pudo quitarse el leñazo, pero su tráiler dio una vuelta bastante fuerte y eso hizo que la carreta se le incrustara en la cabina.

Por suerte, todo el golpe se dio del lado del pasajero, que iba vacío. Una vez más, todo quedó en un mal rato y otra anécdota más pa’ contarles a sus compas.

Pierna prensada. Si hay algo de lo que pueden presumir la mayoría de los transporti­stas es que se conocen el país de cabo a rabo, pero el récord de Malanga no es como para rajar, ya que suma un accidente por provincia.

El tercero de los percances ha sido, quizás, el más doloroso y sucedió en Cañas de Guanacaste.

La fecha, una vez más, no la tiene clara.

A eso de las 4 de la madrugada pasaba por la arrocera en el cantón guanacaste­co y tuvo que parar debido a una falla mecánica.

Una microbús lo chocó por detrás y lo prensó contra las llantas del cabezal.

“Me había metido debajo de las llantas para arreglar el problema de pronto solo sentí un tremendo golpe.

“Una microbús del ICE me dio por detrás y me dejó la pata prensada casi como por veinte minutos. Yo solo escuchaba gritos de la gente preguntand­o dónde estaba el chofer del tráiler para que lo moviera y yo ahí metido, solo deseaba cortarme la pata”, recordó.

Cuando por fin se dieron cuenta de que estaba debajo del chunchón, lograron moverlo para que Sánchez sacara su pierna.

El señor salió, movió su tráiler para que pudieran auxiliar a las víctimas de la microbús y cuando se bajó quedó acostado, sin poder moverse.

“Tenía un pie quebrado y los dedos del otro pie todos magullados, recuerdo que pedía agua, pero nadie me entendía y no me daban. Fue un momento muy duro”, dice al recordar.

El resultado de aquel accidente fue los dos pies que-

brados. Uno se lo enyesaron y en el otro le pusieron una bota para que no se le infectara debido a que tenía mucha sangre acumulada debido al golpe.

“A la fecha no puedo brincar y si lo hago no me responden las piernas”, explica.

A pesar de todas esas consecuenc­ias, a los tres meses ya estaba de vuelta en las carreteras.

“Uno es medio salvaje, lo que hacía era manejar con muletas”, asegura.

Otros volconazos. San Ramón es otro de los lugares donde la pelona casi atrapa a Sánchez.

En Bajo Los Rodríguez, siendo acompañant­e del conductor, se volcaron y todo lo que llevaban en la parte de atrás del camión se les fue a la cabina, incluso, una gata de 20 toneladas estuvo a punto de darle por la cabeza.

“La gata me pasó a un lado, yo solo la veía donde andaba y me desesperab­a todo porque es algo muy pesado. Yo digo que si me logra a tocar, me arranca la cabeza”, señaló.

Con todo y semejante volconazo, nuevamente salió ileso, pero ese es el accidente que más lo ha asustado.

“En ese accidente sentí que hasta ahí llegaba, son segundos, pero le pasa toda la vida por la cabeza”, aseguró.

En Puerto Viejo de Sarapiquí le ocurrió algo similar y el cabezal quedó totalmente al revés. De eso, su cuerpo tiene como consecuenc­ia una “goma” en un dedo de la mano derecha.

Un cuerazo. Eso sí, no todos los sustos que se ha pegado han sido en carretera. Hace seis años, mientras esperaba que pasara un aguacero, un rayo le dio durísimo.

“Estaba en un galerón y el hierro jaló la corriente. Solo sentí un cuerazo, fue algo duro, bravo, solo pegué un brinco, fue una sensación horrible”.

Pero como tiene más vidas que un gato, cuenta la historia como un capítulo más, como si hablara de algo que pasa todos los días.

¿El último? El accidente más reciente ocurrió en El Roble de Puntarenas, donde se resbaló poniendo un manteado sobre un camión que llevaba granza de arroz.

“Fueron como tres metros (de caída) y la gente que me vio dice que di como tres vueltas en el aire, pero caí en el pie izquierdo y me lo desbaraté.

“Fui al INS, pero como no tenía parte del tráfico ni la Cruz Rojame dijeron que eso no calificaba como accidente y como el camión estaba detenido no me atendieron”.

Cualquiera diría que ese fue de los golpes menos fuertes que ha recibido; sin embargo, es el que más lo ha puesto a sufrir.

“Quedé muy afectado, se me ponía el pie muy morado y me ha costado bastante caminar con normalidad, todavía tengo dolor”, señaló.

Malanga sabe perfectame­nte que el hecho de estar vivo después de tanto bombazo es todo un milagro, en ocasiones se pone a reflexiona­r de lo bien vigilado que lo tiene su ángel de la guarda.

“Solo Dios sabe por todo lo que uno ha pasado, he visto accidentes muy feos, pero por dicha a mí no me ha pasado nada que no pueda contar”, dijo.

Esa fe en Dios y la pasión por los motores hace que no le pase ni por la mente retirarse de su profesión.

“He tratado de hacerlo en otras ocasiones, pero no se puede, el tráiler es comounvici­o, es como una droga.

“Yo manejé bus un tiempo, pero me picaban los pies por regresar. Los que manejamos tráiler conocemos lugares bellísimos, siempre es algo diferente y eso es lo que más nos gusta”, añadió Malanga, a quien bien podemos llamar sobrevivie­nte.

 ?? CORTESÍA. CORTESÍA. ?? Seguirá en lo suyo a pesar de los sustos. Malanga nunca pierde la sonrisa ni el sentido del humor.
CORTESÍA. CORTESÍA. Seguirá en lo suyo a pesar de los sustos. Malanga nunca pierde la sonrisa ni el sentido del humor.
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