La Teja

Jaló escapado y volvió como héroe

TIBASEÑO OMAR RODRÍGUEZ RECIBIRÁ MERECIDO HOMENAJE

- FRANKLIN ARROYO franklin.arroyo@lateja.cr

Omar Rodríguez-Ramírez jaló escapado a la guerra civil en 1955 de su mamita Amable Ramírez pero regresó hecho un héroe.

Eso sí, volvió hecho leña, con algunos kilos menos, picado por decenas de zancudos, quemado por el sol inclemente de Guanacaste pero con el pecho inflado de orgullo.

La mamá, cuando lo vio solo atinó a abrazarlo y a llorar porque pasó angustiada esos días en que su hijo se ausentó sin su permiso y pudo regresar muerto.

Omar, entonces de 25 años, se había ido de la casa para enfrentar la invasión de Costa Rica por parte de fuerzas militares aliadas al expresiden­te Rafael Ángel Calderón Guardia, quien con la ayuda del gobierno somocista de Nicaragua quería derrocar a José Figueres Ferrer, ganador de la revolución de 1949.

59 años después, en el 2014, la Asamblea Legislativ­a le otorgó a Rodríguezu­na menciónhon­orífica y lo reconoció como héroe nacional al haber participad­o en la batalla del 15 de enero del

55.

El veteranazo, quien vive a cien metros del parque de Tibás, dijo que unos días antes del 15 de enero llegó “un carajo joven y alto (Mario Charpantie­r) a preguntar que quién se quería enlistar para ir a defender a la Patria”.

Rodríguez levantó la mano, sin temor pero sin saber lo que le esperaba en tierras guanacaste­cas. Era buen mozo, valiente, le sobraban las chiquillas, estaba soltero y trabajaba en el ministerio de Salud.

Sin embargo, enmateria militar a los reclutas los tuvieron

que enseñar a usar arma- mento. Recordemos que el mismo Pepe Figueres había eliminado el ejército después de ganar la revolución.

“Hubo una academia militar que se ubicó donde hoy está el colegio Napoleón Quesada (en Guadalupe) y aprendimos a manejar armas, M1 y M3 (carabinas) y yo estaba enlistado, pero le dije a mami que me iba a quedar cuidando el edificio del Ministerio de Salud”, explicó Rodríguez.

Pero lo que no sabía el héroe es que cuando los hombres se fueron a la guerra en vagonetas del Ministerio de Transporte­s fue visto por alguien cercano quien de unavez le contó adoña Amable.

La señora no tuvo tranquilid­ad y Dora Rodríguez, hija del tibaseño, dice que su mamá le contó (hace diez años falleció) que todos los días iban a escuchar la lista de fallecidos que pasaban en la escuela España. En algún momento lo creyeron muerto.

“Venía flaco y dormí como dos días seguidos”, contó don Omar.

Batalla aérea. La Compañía de Reser- vistas Mario Charpantie­r Gamboa (era el nombre de su tropa) salió de Guadualupe y en su expedición pasó por Varablanca, Alajuela y Liberia.

De Liberia se fueron para Santa Rosa y allí quedaron atrinchera­dos, con aviones enemigos volando sobre sus cabezas, sin espacio para dormir y en condicione­s muy desfavorab­les. Dora cuenta que su papá no ve películas de guerra porque le recuerda esos días de bombardeos aéreos.

Él disparó al cielo varias veces para intentar derribar alguno. “Una vez, uno de todos le dio a unavión que cayó hecho una bola de fuego sobre la carretera Interameri­cana”.

En esas circunstan­cias, el comandante Mario Charpantie­r envió a un grupo de hombres a la montaña para inspeccion­ar el terreno pero no regresaron.

Rodríguez fue en una segun- da expedición y encontraro­n los cuerpos de algunos de sus compañeros y de enemigos.

“Nos metimos sin saber a qué íbamos. Me encontré a Ricardo Umaña Ruiz y dijo que se habían llevado prisionero­s, entre ellos a su hermano Carlos. Fue una guerra de hermanos porque con el bando rival había un hermano de ellos dos”.

Una vez que sacaron los cuerpos, don Omar y los demás hombres iban dispuestos a enfrentars­e a quien fuera.

“Cuando estábamos bien adentro, casi en la frontera encontramo­s a la gente de la OEA que había intervenid­o. Si mal no recuerdo, era el doctor Quintanill­a el que nos recibió. La guerra ya había pasado”.

Al regresar, Rodríguez se casó un año después con Daisy Rodríguez Vargas y tuvo cuatro hijos: Santiago, Omar, María Elena y Dora.

De los 176 hombres enlistados, viven aún unos doce, no lo recuerda con exactitud y por mucho tiempo mantuviero­n reuniones periódicas.

Hoy, a sus 87 años, vive tranquilo en su casa en Tibás muy pendiente de los asuntos políticos y está muy orgulloso del homenaje que le hará la muni de este cantón josefino.

En Liberia salí del cuartel a la calle y estaba Pepe Figueres y me dijo, ‘sos un muchacho tan joven, vas a defender la Patria. Lo felicito’”. OMAR RODRÍGUEZ HÉROE TIBASEÑO

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FFuee una ggueerrrra eenttrree heerrmanoo­ss..
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ALBERT MARÍN. Pergamino que le entregó la Asamblea Legislativ­a en el 2014.

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