La Teja

Miles piden refugio

NICARAGÜEN­SES EN MIGRACIÓN

- ✦ MARCELO POLTRONIER­I marcelo.poltronier­i@lateja.cr

Jefferson Cerdas es nicaragüen­se, tiene cuatro años de vivir en Costa Rica y dos de ellos de dedicarse, por las mañanas, a vender helados.

Este pulseador asegura que desde que divide su tiempo en endulzarle la vida a la gente nunca había tenido tanto éxito como la mañana de este lunes.

Cerdas, de 37 años, se fue para Migración, en La Uruca, porque sabía que un montón de paisanos suyos iban a ir a solicitar refugio.

Esto porque Migración tomó la decisión de entregar 200 citas cada lunes para que los vecinos del norte pidan refugio por la situación que vive su país por el régimen de Daniel Ortega.

El vendedor de helados, ni lerdo ni perezoso, llegó a las 8:30 a. m. al lugar y a las 10:30 a. m. le quedaban solo 8 helados de los 80 que había llevado.

Para que se haga una idea de lo bien que le fue a este pulseador, nos contó que él un día normal, poniéndole mucho, logra vender unas 30 paletitas.

Por lo que con lo alcanzado en ese momento, el hombre estaba como loco porque asegura que no hay evento, ni siquiera deportivo, en el que le haya sacado tanto provecho a la venta de helados como este lunes.

“Esto es hasta mejor que un partido de la Sele porque ahí a uno no lo dejan entrar al estadio, en cambio aquí uno tiene acceso a todo el mundo”, dijo el empunchado vendedor.

Además del gentío que llegó a Migración, a Jefferson lo salvó que la mañana de este jueves estuvo calientísi­ma, según el Instituto Meteorológ­ico Nacional, estuvo cerca de los 27 grados.

Aunque estaba contento con la venta, al hombre le quedaba un sabor medio agridulce porque al igual que todas las familias que estaban ahí, la de él está en las mismas.

“Si yo estuviera en Nicaragua estaría en las protestas, por eso mi mamá me dice que mejor me quede aquí porque si me voy para allá sabe que me meten una bala en la cabeza”, expresó Jefferson.

Además, este pulseador sabe que los ¢100 mil que envía a su fami- lia por quincena les ayuda muchísimo, sobre todo en momentos como estos donde las familias sobreviven con las reservas de comida o con lo que ellos mismos logren plantar porque los supermerca­dos no están funcionand­o.

Huyen de Ortega. ¿Qué fue lo que hizo que llegara tanto nicaragüen­se a Migración este lunes?

Pues varios de ellos nos contaron el motivo y el de todos es el mis- mo: huir del régimen de Daniel Ortega, en el cual ya se suman cerca de 200 personas muertas en los últimos dos meses.

Por ese motivo, Migración decidió comenzar, desde la semana pasada, a entregar citas cada lunes a los hermanos nicaragüen­ses para que soliciten refugio.

Los nicaragüen­ses no desaprovec­haron la oportunida­d, según datos de Migración, se entregaron 3050 citas este lunes, por lo que a partir de este martes se van a comenzar a atender 200 personas por día.

Madrugaron por un campito. Algunos de esos tres mil, inclusive, hasta acamparon en las afueras del edificio de Migración, con tal de ser los primeros en contar con el beneficio.

El resto llegó de madrugada pa- ra ver si conseguían la cita.

Tal fue el caso de José Manuel Méndez, de 28 años, quien se vino de su país hace 15 días precisamen­te para solicitar asilo en el país.

Méndez, vecino de Jinotega, en Nicaragua, dice que tardó tres días en llegar desde su pueblo a Costa Rica y dice que no hubo ni un solo segundo en el que no tuviera miedo por su vida.

“Dormía en las paradas de los tranques, pero siempre tenía miedo porque estamos siendo perseguido­s”, contó Méndez.

Este estudiante universita­rio tuvo que dejar sus estudios botados y venirse para Costa Rica a buscar una mejor oportunida­d para él y, si puede, para su familia.

Sobre todo después del gran susto que sepegó conun familiar suyo debido a la violencia en la que están sumergidos.

“A un sobrino de 17 años le pegaron dos disparos por una ráfaga. Uno le pegó en una pierna y el otro en un hombro”, expresó.

Si el sobrino sigue vivo, es casi que un milagro porque según cuenta José Manuel, el Gobierno de Ortega le tiene prohibido a las clínicas públicas y privadas atender a los protestant­es, por lo que la que le salvó la vida al muchacho fue la Iglesia católica, quien le ha estado ayudando al pueblo.

Lo mismo vino a buscar don Juan Carlos Ramírez y su esposa Rosa Elena Vásquez, una pareja que estaba haciendo fila con sus dos hijas, una de 2 añitos y la otra de siete.

“Nosotros quisiéramo­s ir a ver a nuestras familias, pero así no se puede, por esa misma situación, pero a la vez uno quiere quedarse aquí para que las hijas de uno tengan otras oportunida­des, porque allá no hay”, dijo Ramírez.

Según la agencia de noticias AFP, ya son 200 las personas fallecidas desde que empezaron las protestas en Nicaragua.

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GRACIELA SOLÍS Jefferson Cerdas se pegó una buena asoleada, pero hizo la venta del año.
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GRACIELA SOLIS Cualquier sombrita era buena para esconderse del sol.
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GRACIELA SOLÍS La fila le dio la vuelta completa a la cuadra.

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