Duerme con la cédula
HONDUREÑA CUENTA CÓMO ES VIVIR CON EL DOCUMENTO
lo que tiene hasta que lo pierde, dicen por ahí, pero como doña Eloísa Castro nunca tuvo cédula sino hasta ahora, sí sabe todo lo que perdería si la llegara a extraviar.
Por eso esta hondureña, la cual estrenó el documento de identidad el cinco de junio a los 69 años, dice que, ahora que la tiene, la cuida más que a seis sus hijos.
Es tanto el valor que le agarró al pedacito de plástico que la señora nos contó que duerme con la cédula en la cama, o sea, ya no se le despega ni un solo segundo.
“Yo cuando duermo pongo la cartera en la esquina de la cama y ahí adentro de la cartera está la cédula”, cuenta.
Lo vacilón es que Castro tiene bien forrado el documento porque asegura que es mejor prevenir que lamentar.
Por eso, una de sus hijas le regaló un estuche que es únicamente para la cédula, el cual lo mete dentro de la cartera que ahora no afloja.
Y es que en serio la señora la pasó tan mal cuando no tenía el documento de identidad, tan común para la mayoría de los ticos, que ahora hasta desconfía de su familia en la misma casa.
“Yo a cada rato reviso la carteraparaver si nomelahansacado los nietos, o algo por el estilo. Si salgo o no salgo siempre reviso que esté en la cartera”, añadió.
De hecho, es tanto el trauma que tiene doña Eloísa que ya hasta se lo pegó a sus familiares, quienes cada vez que ella va a salir a hacer un mandado lo primero que le dicen es: “ma, acuérdese de la cédula”.
Sin embargo, el recordatorio es en vano porque ella eso ya lo tiene más que presente siempre.
La primera vez. ¿Quién no se acuerda de la primera vez que usó la cédula?
Lo que pasa es que mientras muchos de nosotros tenemos que hacer memoria para recordar en cuál bar la estrenamos, doña Eloísa no tiene que esforzare mucho porque fue hace poco.
Esa primera vez de Castro fue un día de estos en la iglesia católica de San Francisco, lugar donde va a pedir una ayudita de vez en cuando.
Dice que cuando le pidieron la cédula sintió lindísimo y lo que se vino después fue mucho mejor.
Las señoras que trabajan en la ayuda social la reconocieron y cuando se dieron cuenta de que era la señora que había salido en La Te- ja por vivir tantos años sin el documento, aquello fue un burumbún.
“La señora se me quedó viendo porque yo ya antes había ido a pedir comida sin cédula y me dijo que yo era la que había salido en el pe- riódico. Cuando le dijo a las demás todas me aplaudían y todo, hasta me abrazaron”, recordó muy orgullosa.
Aparte de ese lindo capítulo, Castro cuenta que ahora que tiene cédula ha aprovechado para hacer vueltas por todos los lugares donde antes la frenaban de entrada por no tener el documento, tal es el caso del Imas y de la Caja.
Sin embargo, dice queaúnestá esperando que le ayuden con la pensión y algunas cositas más, pero que por lo menos ya dio el paso más importante.
De la misma manera sabe que ahora cuando le toque ir al hospital no va a tener que pagar las facturas, una de las tantas consecuencias que le había dejado no tener la identificación.
¿Por qué no tenía? Doña Eloísa quedó solita desde muy pequeñita, por lo que no sabe si fue que sus padres murieron o la abandonaron. También desconoce cómo llegó a Costa Rica, ya quede las pocas cosas quemedio recuerda es que viene deHonduras.
No cuenta con una fe de bautismo, un registro de nacimiento ni con el nombre de sus padres, no tiene una sola pista que le ayudara a probar de dónde venía, por lo que por eso no tenía documento.
Además, como nunca tuvo oportunidad de ir a la escuela no sabe leer ni escribir, así que si alguna vez se publicó una noticia sobre ella o su familia jamás se enteró.
Lo único de lo que está segura es de su nombre, el de sus seis hijos y de que nunca va a perder la cédula porque ella sí sabe lo que tiene y lo que perdería si dejara de tenerla otra vez.