Susto lo hizo más fuerte
VIAJE EN BUS CASI TERMINA EN TRAGEDIA
cambian a las personas para siempre, muchos se dejan derrotar, pero otros salen más fuertes, este es es el caso don FreddyUreña, quien no le arruga la cara a la vida.
Este vecino de barrio San Martín de Puriscal, tiene más de 10 años de trabajar como policía penitenciario, y de hecho fue durante un día de trabajo que sufrió un accidente de tránsito que le dejó secuelas en su columna y en su brazo izquierdo.
Don Freddy, de 54 años, recordó que todo sucedió la mañana del martes 8 de julio del 2008, cuando él y 21 compañeros viajaban de San José a Limón para realizar el cambio de guardia en las cárceles de Pococí y Limón.
La mala suerte se hizo presente a las 10:25 a. m. en el kilómetro 35 de la carretera Braulio Carrillo, en el sector conocido como Las Antenas, ya que el bus se empezó a quedar sin frenos.
“El muchacho iba a una velocidad un poco alta y el bus no estaba tan bueno como para andarlo así, como 3 kilómetros antes de río Sucio nos avisó que estaba sin frenos, yo iba en todas, pero había unos compañeros que iban durmiéndose y otros en sus cosas, cuando vi lo que pasaba me agarré fuerte del asiento”, recordó don Freddy.
Viaje aterrador. Ureña recordó que esos fueron unos momentos de mucha tensión, el bus iba soplado calle abajo y pensaron que el viaje terminaría en una fatalidad.
Según cuenta don Freddy, el chofer acató a tirar el chunchón contra un paredón para frenarlo, lo intentó dos veces hasta que finalmente logró frenar.
“En el primer bombazo sentimos el ácido porque más de uno quedó tocado con el cañazo que se llevó el bus, entonces, cuando lo volvió a tirar al otrolado lo pegóde frente contra otro paredón y ahí si se frenó. Yo nada más veía a los compañeros que pasaban como Supermán volando encima mío, por más que me agarré del asiento este se despegó”, contó.
Un compañero, bastante robusto, le cayó encima y le prensó la columna contra el tubo del asiento. Por la adrenalina del momento Ureña se levantó de un brinco, e incluso, ayudó a varios de sus compañeros a salir, pero el dolor vino después.
Los policías fueron ayudados por unos gringos de una congregación religiosa que iba pasando. Por dicha, todos sobrevivieron.
Vértebra metálica. Don Freddy tuvo que ser operado de la columna, pero el asunto se le complicó porque tuvo que esperar dos años hasta que finalmente hubo espacio en el hospital.
Ese tiempo fue muy difícil para su familia porque tuvieron que jugársela apenas con la platita de la incapacidad.
“En la operación tuvieron que meterme una vértebra de titanio, entonces quedé normal, pero estu- ve un tiempo que no podía ni caminar, yo hacía a pararme y de una vez caía al suelo, pero gracias a Dios ya hoy puedo trabajar, no cuento con ese dolor que me tenía fatal”, aseguró.
Aunque de vez en cuando el dolor vuelve para recordarle el accidente, Ureña no se deja caer porque asegura que no tiene planeado darle espacio al dolor o a la tristeza en su vida.
“Ya uno no queda igual, si uno es persistente vuelve a trabajar, yo lo he sido y casi que hago los mismos trabajos que hacía antes solo que un poquito más lento, porque mi capacidad no es la misma, pero si usted se queja es peor porque el cuerpo se hace haragán y después uno se excusa de que estoy dañado de esto o lo otro y no, hay que ser persistentes, obvio hasta donde uno aguante”, dijo con mucha razón don Freddy.