Don Catino es el cacique de Chira
SEÑOR LLEGÓ “ADOPTADO” A LA ISLA Y AHORITA ES EL VECINO DE MÁS EDAD
Bautista Carillo es un guanacasteco de nacimiento, pero la Isla Chira lo adoptó y le robó el corazón.
Con toda propiedad puede asegurar que, a sus 94 años, es la persona de mayor edad que actualmente vive en ese lugar, donde solo le dicen don Catino.
El señor es todo un cacique, siempre lo ha sido, porque a punta de buen humor y alegría se ganó a los pobladores de la isla, a quienes, como decían las abuelas, conoce desde siempre, porque cuando nacieron los 1.999 chireños que hoy viven allí, ya don Catalino andaba por esas tierras.
Este cacique tiene 10 hijos, 62 nietos, 40 bisnietos y 10 tataranietos. Don Catalino trabajó duro la tierra para alimentar a su familia, no sabe hacer nada más que trabajar de sol a sol con el único objetivo de llenarle el plato de comida a los suyos, con aquella disciplina franciscana de nuestros agricultores de verdad, quienes se levantaban antes de que amaneciera y se acostaban ya con la luna en el cielo.
“Mi papá me enseñó a ser agricultor, también aprendí a aprovechar perfectamente las delicias que da la caña porque tuvimos un pequeño trapiche. Tuve una niñez muy dura, los campesinos siempre hemos sido pobres, nos costó mucho todo”, explica el señor por medio de su hija Carmen, quien nos ayudó a conversar con su tata.
Frijolitos. Nació en Hojancha, Guanacaste, pero se cansó de todo en la pampa y se fue para la Isla Chira, que ya cinco años antes lo había enamorado hasta los huesos cuando llegó como peón de una finquita. Viajó con su esposa doña María Jesús Hernández, una guanacasteca pura y hermosa que don Catalino ama hasta el día de hoy, aun- que falleció hace 13 años.
A pesar de vivir en una isla nunca fue un hombre de mar, de salir a pescar en las madrugadas, ya que estas eran para voltear la tierra, abriendo surcos para sembrar maíz y sus amados frijoles que jamás le pueden faltar en la mesa a la hora del almuezo y la cena, eso sí, bien acompañaditos de un arroz fresquito.
“Recuerdo que cuando llegué a Chira la gente se asustaba porque yo sembraba frijoles y maíz, nunca habían visto eso por ahí. También sorprendí a toda la isla cuando vieron llegar una lancha dos bueyes y una carreta, fue la primera yunta que hubo en la isla y la traje yo”, dice con mucho orgullo.
Miles de historias. Su alegría contagia, por eso todo el mundo le habla. Si usted se acerca y no lo conoce, no importa, al instante le mete conversación e imagínese, con 94 años es una persona que puede hablar un día completo y uno nunca se aburre.
No se anima don Catino a decir cuál es el secreto para vivir muchos años, pero sí le tiene mucha fe a dos cosas que jamás le faltan: caldito de frijol y las tortillas palmeadas. “Una comida sin tortillitas palmeadas no está completa”, dice.
En su juventud fue bien mejenguero, era defensa; de adulto se acostumbró a capearse