Cuchara espiritual
RELIGIOSOS Y COMUNIDADES ALIMENTAN A NICARAGÜENSES
maíz dulce, así como unos frijolitos bien arregladitos son parte del menú que los hermanos nicaragüenses han saboreado en la parroquia de Pital de la diócesis de Ciudad Quesada, donde funcionó durantevarios días de agosto un Centro de Acogida que luego se diseminó por varias iglesias sancarleñas.
“Consideramos que la ayuda y atención de nuestros hermanos migrantes sigue siendo pertinente y necesaria ante esta emergencia humanitaria.
“Agradezco la atención e implementación de estas acciones de acogida, ayuda y acompañamiento a nuestros hermanos nicaragüenses”, reflexionó monseñor José Manuel Garita, obispo de Ciudad Quesada quien se metió de lleno en el proyecto junto con la pastoral social de esa diócesis con el fin de atender a los pinoleros en Pital y El Pavón.
Por su parte, la hermana y misionera Clarisa Ana María García, quien le ha puesto duro a la cocinada, contó que “estamos preparando unos frijolitos para nuestros hermanosque nos visitan, porque queremos atenderlos como nuestro Señor atendió a todos aquellos con quienes seencontró y amó”
La hermanaAna Maríainsistió en que lo importante es que “nos enamoremos de Jesús, porque lo demás no tiene valor, lo importante es ayudar para servir a nuestros hermanos”.
Mercedes Rodríguez, de la pastoral social de la parroquia de San Martín, viajó hasta Pital para echar una mano, ayuda a la que también se unió María Lourdes Quirós de la catedral San Carlos Borromeo.
“Todos necesitamos ayuda en cualquier momento de la vida”, dijo María Lourdes.
La iglesia sancarleña también detectó que los nicaragüenses que están llegandose quedan en casas de familiares o amigos nicaragüenses con más tiempo de vivir en el país, situación que aumenta la crisis económica entre los que ya estaban y los que recién llegan.
La cantidad de gente que se pensó que pasaría por los Centros de Acogida no ha sido tan alta como se esperaba, por lo que se decidió que la comida y la ropa se entreguen directamente en las parroquias que los refugiados visiten, mediante la coordinación entre sacerdotes y los equipos de
la pastoral social.