La Teja

Súper héroe de 6 años

- ALEJANDRA PORTUGUEZ MORALES alejandra.portuguez@lateja.cr

El niño Alberto José Azofeifa Bonilla, de apenas seis años, tuvo la madurez de un adulto y el coraje de un héroe.

A su corta edad logró amarrar negocios que solo un mayor haría, como la compra de una cocina para la mamá y una vaquilla que le encantaba.

Kokito, como le llamaban de cariño, soñaba con ser abogado, además le prometió a su mamita, doña Carmen Bonilla, una casa de cemento, amueblada, con electricid­ad y en la que el agua llegara por la tubería. Deseaba darle a su familia todas las comodidade­s, ya que el agua la jalaban en estañones, no tenían luz, a veces se acostaban sin comer, y el camino para llegar a la casa estaba pésimo.

Todo lo que este pequeño prometió se cumplió; sin embargo, él no pudo disfrutar de esos sueños.

Kokito murió al dar la vida por sus hermanas, su gemelay otra hermanita de 9 años.

La noche del lunes 19 de abril del 2004, en calle Pedregal, en Higuito de San Isidro de El Guarco, Car- tago, los tres hermanos estaban solitos en casa porque a sus papás, que habían ido a trabajar, otro hermano mayor los fue a topar.

A las 5:30 p. m. los tres se acostaron a dormir debido a que oscureció muy rápido, decidieron meterse en una misma cama. Odilie Azofeifa, una de las hermanas, tenía 9 años en ese entonces. Ella fue despertada de golpe, al abrir los ojos aquello era una pesadilla, estaban en medio del fue- go.

“A mí me despertó un oso que me cayó en la cara, en eso sentí un calor a un lado del cuerpo y mecostaba respirar, del otrolado de la pared estaban las llamas fuertes, vi que Kokito se había caído de la cama y a mi hermana también le costaba respirar.

“Era más humo que fuego, desperté a mis hermanos y pensamos salir por una puerta que estaba al lado de la casa, pero la empujamos y no se abría, era que estaba clavada”, recordó Odilie.

“Todo ocurrió en instantes, mami nunca nos dejaba solos, ¡nunca! Y ocurrió precisamen­te ese día que lo hizo”.

Los niños corrieron hacia la ventana del cuarto de la mamá que solo tenía unas tablas y un plástico, pero tampoco pudieron quitarlos, por lo que Odilie corrió hacia el baño y con una taza comenzó a tirarle agua al fuego.

“En nuestra inocencia queríamos salvar la casa, pero Ko- kito dijo: ‘no, no, no, salgamos, salgamos’ estábamos asustados, mi hermana no reaccionab­a y cuando ya logramos salir no podíamos ver nada por lo oscuro”.

Por eso Kokito le dijo a su hermana mayor: “Voy a ir por un foco porque no podemos estar a oscuras porque luego nos sale un bicho, haga que María se despierte” y se metió a la casa. A pe- sar de que su hermana le insistió que no entrara él siempre lo hizo. En la memoria de Odilie aún está la imagen fresca de ver a Kokito con el foco en la mano y gritarle “¡aquí, lo tengo, aquí lo tengo Tita, ya vamos a salir y no a oscuras!”.

Pero en ese momento ocurrió lo peor, una guirnalda alzó en llamas y cayó al piso que estaba recién barnizado, y toda la casa alzó en fuego. El pequeño se metió debajo de la cama, no podía salir y Odilie tampoco podía entrar a salvarlo. “Comenzó a decir ‘se me están quemando los pies, ya no me voy a salvar, váyanse ustedes, las amo y dígale a papi y a mi mami que los amo, ya yo aquí me quedo...”, recordó Odilieconv­oz quebrada y haciéndose la fuerte. Las hermanitas asustadas corrieron hacia el monte, al frente de la casa. No tenían nada que hacer y esperaron que alguien las llegara ayudar.

Trespérdid­as. Doña Carmen Bonilla, quien estaba embarazada, regresaba a caballo con su hijo y esposo al lado, cuando a lo largo vio el resplandor del incendio, supo que algo pasaba en su casa. Cuando se acercaba vio que todo se quemaba, se desesperó, tiró el saco de comida que llevaba para sus hijos, al caballo le dio rienda suelta y comenzó a correr desesperad­a.

Al llegar a una quebrada cayó y se golpeó, los vecinos de Higuito se toparon con el animal desbocado y lo reconocier­on, sabían que algo grave había ocurrido. Corrieron y se encontraro­n con doña Carmen, a quien llevaron al hospital Max Peralta de Cartago, estaba muy golpeada, en el centro médico le dijeron que los gemelos que llevaba en el vientre y que tenían seis meses de gestación habían muerto.

A los 22 días del incendio los médicos le dieron otra mala noticia, le tenían que decir que Kokito también había fallecido. Es lo peor que ha tenido que vivir.

A los tres meses de la muerte del pequeño, el caballo del niño, de nombre Pinta y su perro Kin murieron de tristeza, no comían.

Kokito ya no estaba físicament­e, pero todo lo que él había prometido empezó a suceder y doña Carmen no tiene otra explicació­n de que su niño es el responsabl­e de todas las bendicione­s.

A doña Carmen le ofrecieron un terreno en una zona muy céntrica, pero no quiso irse de donde vivían y en la misma propiedad donde ocurrió la fatalidad les dieron una casa de cemento, amueblada, tal como la describió Kokito.

“Cuando nos dieron esta casa y estaba amueblada, recordamos todo lo que él decía”, dijo Odilie.

“Él me decía, ‘mami te voy a dar sillones para que usted se vea linda ahí sentada’. De estas paredes no me voy porque me las dio mi hijo”, recor dóla valiente mujer.

“No tengo porque irme de donde murió mi hijo, nunca lo voy a superar porque a dónde yo vaya siempre lo voy a llevar en mi corazón”, dijo doña Carmen.

La infancia más bonita.

Odilie asegura que a pesar de las limita- ciones que han tenido, no cambiaría ningún año de los que compartió con su hermano.

“Muchas veces nos acostamos con hambre, pero mi niñez con él (Kokito) fue excelente, mi felicidad no me la dio ningún lujo, fue mi familia, ver a mi mamá ser valiente, agar ra run machete o con su máquina de cortar zacate irse a trabajar, mi mamá nunca ha huido de los problemas y aquí morimos en esta finca”, expresó la sobrevivie­nte.

14años sin Kokito. Kokito fue un niño valiente, él era de los que madrugaba para ordeñar vacas y luego salía a vender la leche a los maestros, además vendía moras y todo lo que pudiera, también tenía jilgueros y con la venta de uno de ellos logró comprarle a su mamá una cocina y hasta le alcanzó para un ternero, la familia tiene una foto del día que compró el animalito. Esa imagen e un tesoro.

Alberto José siempre seguirá vivo en sus corazones. Hoy tendría 20 años y están seguros que estaría camino a ser abogado.

 ??  ??
 ?? JOSÉ CORDERO ?? En este terreno ocurrió el incendio que acabó con Kokito. En la propiedad construyer­on la casa que soñaba el niño. La alegría y sonrisa de Kokito marcó a todos los que lo conocieron.
JOSÉ CORDERO En este terreno ocurrió el incendio que acabó con Kokito. En la propiedad construyer­on la casa que soñaba el niño. La alegría y sonrisa de Kokito marcó a todos los que lo conocieron.
 ?? JOSÉ CORDERO ?? Para doña Carmen es inevitable llorar cuando recuerda a Kokito, pero sabe que tiene un ángel.
JOSÉ CORDERO Para doña Carmen es inevitable llorar cuando recuerda a Kokito, pero sabe que tiene un ángel.
 ?? JOSÉ CORDERO ?? Esta foto es de cuando Kokito compró el ternero.
JOSÉ CORDERO Esta foto es de cuando Kokito compró el ternero.
 ??  ?? Una lagartilla de juguete y un celular sin línea eran los juguetes preferidos de Kokito.
Una lagartilla de juguete y un celular sin línea eran los juguetes preferidos de Kokito.
 ?? JOSÉ CORDERO ?? Alberto descansa en el cementerio de Higuito .
JOSÉ CORDERO Alberto descansa en el cementerio de Higuito .

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica