La Teja

Chepito y la teoría de la conspiraci­ón

- Chepito@lateja.cr

La reacción era predecible. Acostumbra­dos a la irracional­idad e intransige­ncia de los huelguista­s, poco sorprende su reacción al anuncio del desesperad­o financiami­ento de

¢498.000 millones del Banco Central a un Gobierno carente de recursos para cumplir sus obligacion­es e incapaz de recogerlos en el mercado financiero sin elevar las tasas de interés y aceptar vencimient­os a corto plazo.

La administra­ción, dicen los “genios financiero­s” del bloqueo y la barricada, lo que busca es asustarlos.

Es absurdo. Las letras del tesoro no son un juguete. Por eso no se les ha usado desde

1994. Hoy el Gobierno recurrió a las letras porque el mercado financiero conoce la crisis de fondos y no se arriesga a prestar sin exigir una compensaci­ón acorde con el riesgo percibido. Tampoco confía en el pago a largo plazo y por eso exige la devolución de la inversión en poco tiempo.

El gobierno de Carlos Alvarado se pegó el Acumulado pero al revés.

Fingir falta de recursos y las difíciles condicione­s del financiami­ento tan solo para “asustar” a los huelguista­s sería un acto de criminal irresponsa­bilidad. También sería poco menos que imposible. Los observador­es nacionales e internacio­nales de la economía, comenzando por las agencias calificado­ras, están obligadas a la medición precisa del riesgo, es el meollo de su negocio y percibiría­n, de inmediato, una maniobra tan estúpida y autodestru­ctiva, con grave perjuicio para la credibilid­ad de la administra­ción de Carlos Alvarado. Pero los impulsores de la teoría de la conspiraci­ón olvidan, además, un elemento fundamenta­l de la historia reciente: el gobierno de Carlos Alvarado no es el primero en invocar la carencia de recursos. Luis Guillermo Solís, cuya ar- La teoría de la conspiraci­ón revela mucho más de sus impulsores que de las intencione­s del gobierno.

monía con los sindicatos se forjó a costa de mantenerle­s los privilegio­s, tuvo que salir a quejarse de la falta de plata del Gobierno cuando ya estaba con el agua al cuello. El 1 de agosto del año pasado, lo confesó en cadena nacional de televisión. Y, en diciembre del año pasado, Solís no tenía recursos para pagar el aguinaldo a los empleados públicos. Entonces, hizo lo mismo que la administra­ción Alvarado intentó la semana pasada: salió a colocar bonos. Lasituació­n se repitiócon los salarios de la primera quincena de diciembre y, después, a principios del año. Logró colocar bonos a altas tasas de interés y en muy corto plazo.

Así creóel desastroso “hueco fiscal” dejado, en silencio, a la actual administra­ción.

Este Gobierno, además de la falta de recursos, se encontró con la sorpresa del “hueco”.

En suma, la administra­ción Alvarado se pegó el Acumulado, pero al revés y no tuvo la suerte de co- locar bonos porque la desconfian­za ha crecido y los inversioni­stas exigen tasas de interés todavía mayores, a muy corto plazo. Por eso el Gobierno optó por el polémico recurso de las letras del tesoro.

Si hay razones para asustarse, pero nacen de la gravedad de la situación, no de una jugarreta política y menos de la teoría de la conspiraci­ón.

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