La Teja

Respeto se inculca desde la casa

NI EN PEORES CRISIS SE LE FALTÓ TANTO EL RESPETO AL PRESIDENTE

- ✦ KAREN FERNÁNDEZ karen.fernandez@lateja.cr Ni en la crisis

de finales de los años 70 y principios de los 80, durante la administra­ción deRodrigo Carazo cuando se vivieron momentos difíciles en el país, se le había faltado el respeto a un presidente de la República como le sucedió ayer a Carlos Alvarado, en las afueras del Teatro Nacional.

Así lo recuerda el historiado­r y exdiputado Óscar Aguilar Bulgarelli, quien considera que los insultos y las ofensas lanzadas contra el mandatario por un grupo de manifestan­tes, se debe a que se perdió la sana costumbre de respetar a las autoridade­s, como los padres, los maestros, los policías y los gobernante­s.

“Costa Rica siempre se caracteriz­ó por ser un país de respeto, en el que los gobernante­s podían andar libremente por cualquier parte sin temor a ser agredidos, sin guardaespa­ldas. Vivo ejemplo de ello era don Otilio Ulate, que durante su gobierno entre 1949 y 1953 acostumbra­ba irse caminando de su casa en el centro de San José a Casa Presidenci­al (hoy Registro Civil)”, recordó don Óscar.

Pese a que este tipo de situacio- nes no son tan comunes, en el último gobierno de don José “Pepe” Figueres, en 1970, se dio un altercado en la UCR entre el expresiden­te liberacion­ista y el hijo del escritor Isaac Felipe Azofeifa que terminó con una cachetada de don Pepe al irrespetuo­so joven.

Cambió. “Actos como la agresión de este miércoles rayan en una situación bastante diferente. Hay un ambiente tenso, porque la gente está molesta”, agregó Aguilar.

Por su parte, el costumbris­ta Dionisio Cabal recordó un escrito de su madre en el que decía que uno de los grandes sustentos de la democracia de Costa Rica era la con- fianza que la gente tenía en sus gobernante­s.

“Nuestros profesores nos enseñaban el respeto a los gobernante­s, pero esa relación se empezó a romper para la primera administra­ción de Óscar Arias, quien fue el que puso las escoltas de patrullas y motorizado­s por donde pasaba”, comentó Cabal.

Otros tiempos. El costumbris­ta recuerda además que a doña María Lizano, suegra de don Rodrigo Carazo, era común verla esperando el bus y que a veces pasaba en su carro dándole ride a la gente. También era común ver a don Rodrigo manejarsu carro con rumbocarro

en todo ese tiempo e innumerabl­es conferenci­as de prensa del sector sindical y Fabio Chaves, que pasó pegado a los sindicatos toda su vida, lo conoce a la perfección.

Lo que siguió por parte del sindicalis­ta fue una demostraci­ón idéntica a la de un dueño de perros de pelea que sabe que con solo una señal sus canes atacarán.

“La Nación. Entonces mejor te vas”, le advirtió Chaves. “¿Cómo? ¿me voy?!” le preguntó Marín. “Sí, mejor te vas, porque voy a decir en voceo (usando el micrófonoq­ueestaba conectado a una tumbacocos que tenían a todo volumen) que un equipo deLaNación está aquí yno la vas a pasar nada bien”, amenazó Chaves.

De inmediato, Fabio levantó la mano y un mamulón vestido de amarillo se le acercó de inmediato y le dijo que acompañara al fotógrafo fuera del lugar. al trabajo, sin chofer. O encontrars­e a don Pepe, entrando al cine Capri o tomándose un batido de papaya en una soda de San José.

Valiente. Cabal, además, calificó de valiente la actitud del presidente al salir caminando del Teatro Nacional a través del montón de manifestan­tes.

“Fue una actitud digna de un presidente democrátic­o. No merecía los insultos personales que le dijeron. Le están pasando factura en el plano personal por algo que empezó a fracturars­e de arriba hacia abajo. No estamos en un momento de normalidad, y ahí es cuando se demuestra carácter”, agregó don Dionisio.

Por otra parte, La Defensoría de los Habitantes calificó de “bochornoso y grave” el irrespeto que le hizo ese grupo de personas al presidente ayer.

Hay más. Yeryis Salas, un joven periodista, de 22 años, que tiene tres meses de trabajar en La Nación, también fue amenazado por otros sindicalis­tas en lamismarut­a 32 donde estaba Marín.

Incluso, algo que dejó completame­nte sorprendid­o a Salas fue lo que le dijo un oficial de la Fuerza Pública mientras los huelguista­s lo amenazaban. “Mejor váyase, no ve que ellos (los sindicalis­tas) no nos respetan ni a nosotros que andamos uniforme y pistola”.

Y no fue paja, una señora agarró a Yeryis del brazo y lo sacó de la concentrac­ión, violando todo derecho del periodista a comunicar.

“Yo le pregunté a un policía si era legal que siendo periodista me sacaran de la manifestac­ión y el policía me dijo que no se trataba de si era legal o no porque ellos (los sindicatos) no respetan ni uniformes”, contó Salas.

Cabe recordar que esta no es la primera vez que se dan agresiones contra periodista­s en lo que llevamos de huelga.

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MARCELA BERTOZZI. Fabio Chaves tiene añales de estar pegado a los sindicatos.
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ARCHIVO Luis Alberto Monge, expresiden­te, camina tranquilo entre la gente.

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