La Teja

Muy cerca de Romero

PAPA USARÁ CORDÓN CON SANGRE DE MONSEÑOR

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Elpapa Franciscou­sará mañana el cíngulo con sangre que pertenecía a monseñor Óscar Arnulfo Romero durante la ceremonia para la canonizaci­ón del religioso salvadoreñ­o en la plaza de San Pedro.

Un cíngulo es un cordel que los curas se amarran alrededor de la cintura.

El papa argentino pidió usar la vestimenta litúrgica que Romero llevaba en la cintura el día de su asesinato en 1980 mientras oficiaba la misa en la capilla de un hospital en el norte de San Salvador.

El cíngulo o cordón estámancha­do con la sangre del nuevo santo latinoamer­icano, emblema de una iglesia comprometi­da con los pobres y defensora de los derechos humanos. Se trata de un homenaje a la figura de Romero, quien fue por años humillado y despreciad­o inclusive por la propia jerarquía de la Iglesia.

Cercano. El pontífice argentino usará la casulla que perteneció al papa Pablo VI, quien también será canonizado en el curso de la misma ceremonia. Con ese gesto Francisco quiere “mostrar su cercanía a los dosnuevos santos”, explicó la misma fuente.

Aunque aún no ha sido canonizado, monseñor Romero es visto por muchos como un santo.

“Él era un granhombre. Élya era un santo”, dijo José David Santos, de 73 años, en una entrevista reciente con AP antes de viajar a Roma junto con otros 5.000 compatriot­as para estar presentes en la canonizaci­ón.

“Fue un gran ejemplo de humildad”, agregó Santos, vestido con una camisa blanca con la cara de Romero impresa en ella.

“Él profesó amor por el pobre hombre. Denunció las injusti- cias. Defendió a las víctimas. Criticó la violencia de los militares y de los guerriller­os” .

Romero fue asesinado un día después de que implorara a la dictadura militar que “cesara la represión” contra los civiles mientras el país avanzaba en espiralhac­ia una guerra civil de 12 años.

Lo odiaban. En ese momento, y hasta cierto punto todavía hoy, los sectores conservado­res lo odiaban como un “guerriller­o con una sotana” porque pensaban que simpatizab­a con las causas de la izquierda. No obstante, fue y sigue siendo ampliament­e popular entre los pobres y la clase trabajador­a, a quienes defendió apasionada­mente.

La investigac­ión del Vaticano comprobó que Romero predicaba las enseñanzas de tradiciona­les de la Iglesia.

“Un verdadero hombre de la gente... Y así, incluso antes de su canonizaci­ón, incluso poco después de su martirio, vemos surgir este tipo de devoción popular, de santo popular” , dijo Andrew Chesnut, presidente de estudios católicos en la Virginia Commonweal­th University.

El fervor por Romero ha crecido tanto que la cripta de la catedral donde se enterraron sus restos apenas puede albergar a los miles de peregrinos que llegan a orar frente a su tumba, suplicándo­le que interceda por ellos ante Dios. Muchos también visitan la capilla del hospital donde fue asesinado mientras celebraba misa.

María Isabel de Hilario nunca conoció a Romero, pero está convencida de que en 1981, un año después de su asesinato, el cura la visitó en su lecho de enferma.

“No sabía quién era él, y vino a mi cama en el hospital. Puso su mano sobre mi cabeza y me dijo: ”Ya no será necesario que estés aquí. Serás sana”, dijo de Hilario llorando frente a la tumba.

Ningún lugar es más un santuario para Romero que la casa de la familia Chacón en San Salvador.

Fue aquí donde Romero buscó refugio, mirando televisión y cenando con la familia para olvidar, aunque sea brevemente, las amenazas de muerte que aumentaban a diario.

“Se sentaba al lado de mi padre para ver telenovela­s y contar chistes mientras le preparaban los frijoles volteados. Dijo que ésta era su familia. Dijo que esta casa era su Betania, que se sentía tan feliz de tener ganas de quitarse los zapatos”, dijo Leonor Chacón, de 80 años.

“Sabía que lo iban a matar. Nos lo dijo, así de simple, pero no quería hablar de eso”. LEONOR CHACÓN LO CONOCIÓ

En el recuerdo. Chacón mantiene una colección de recuerdos de Romero –su sotana, una camisa, una postal que envió a la familia desde la Torre Latinoamer­icana de la Ciudad de México, en ese momento el rascacielo­s más alto de América Latina– y cientos de personas hanvenido a la casa para escucharla.

En un día reciente, ella mostró una foto de él tomada en marzo de 1980, días antes de su muerte.

“Sabía que lo iban a matar. Nos lo dijo, así de simple, pero no quería hablar de eso” , dijo Chacón, quien conoció a Romero en 1963 cuando ofició su boda.

El asesino de Romero fue contratado por escuadrone­s de la muerte de derecha, pero ninguno de los que ordenó el asesinato fue castigado en parte debido a una amnistía por crímenes de la era de la guerra civil que fue declarada inconstitu­cional hace dos años.

En 2015, mucho tiempo después de la muerte de Romero, el papa Francisco lo declaró un mártir asesinado por ”odio a la fe“, allanando el camino para su beatificac­ión y luego su canonizaci­ón.

”Es lo más grande que podemos tener, es la bendición más grande del cielo, el mundo entero reconoce su santidad”, dijo el arzobispo de San Salvador José Luis Escobar Alas. “Porque no solo su persona, sino también sus enseñanzas, están siendo canonizada­s”.

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AFP Para muchos en El Salvador ya es un santo.
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EL HERALDO Este es el cíngulo que llevaba monseñor Romero cuando lo mataron.

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