La Teja

“¡YO NO LO MATÉ!”

Mujer condenada a 20 años de prisión sostiene ser inocente

- SILVIA NÚÑEZ silvia.nunez@lateja.cr

Arias lleva más de once años presa en El Buen Pastor por un delito que dice no haber cometido.

El tiempo en prisión ha sido el más duro de su vida; sin embargo, espera que algún día “toda la verdad” salga a la luz y que desaparezc­a el “sello” que le puso la justicia al condenarla. Desea volver a la libertad para recuperar su vida junto a sus hijos.

El 14 de octubre de 2008 el Tribunal de Juicio de Hatillo la halló culpable del homicidio calificado en contra del panameño Ricardo Martínez Cedeño. Los jueces llegaron a la conclusión de que ella lo mató a puñaladas con un cuchillo de cocina, pero Laura sigue sosteniend­o que no lo hizo.

Con ella también fueron condenados Michael Quirós Sánchez, Lenín Mayorga Guadamuz y los hermanos Kevin y Ricardo Ledezma Méndez. A cada uno le dictaron 20 años de prisión.

Pesadilla. Su pesadilla, como Laura llama a esta etapa de su vida, se inició la noche del

26 de mayo de 2007 cuando decidió ir a la casa de su excuñada, en La Verbena de Alajuelita, donde había una fiesta.

Laura fue a recoger a su hija (entonces de 8 años) y a su hermana menor (de

10 años).

Recuerda que llegó a eso de las 10 de la noche, su excuñada le insistió para que se quedara y Laura lo hizo.

En la madrugada del domingo 27 se armó una bronca en la calle cuando, al parecer, un hombre intentó tachar el carro de Michael Quirós. (El día del juicio los jueces no lograron determinar si Ricardo Martínez fue el responsabl­e).

“Dos de los muchachos (Lenín y Kevin) que están en este problema conmigo gritaron ‘¡están tachando el carro de Michael!’. Todo el mundo salió a ver, cuando llegué, Michael estaba abriendo el carro, ni se lo habían tachado, pero él se molestó tanto, no sé porqué, que se fue para atrás, agarró una llave rana y un tubo de la cajuela y los demás se unieron a él”, dice Laura.

Una cacería humana. Afirma que algunos vecinos salieron corriendo detrás de un hombre y lo encontraro­n en una finca cercana a la vivienda donde era la fiesta.

“Yo quise tratar que Lenín, que es primo de mi hija, no se metiera en el problema, pero era imposible sostenerlo. Michael yRichard se habían ido adelante.

“Cuando este muchacho (Ricardo Martínez Cedeño) vio a la turba entrar a la finca privada se asustó e imagino que quiso devolverse hacia el lugar por donde venía, pero ya no pudo”, narra Laura.

Asegura que en ese momento ella estaba con su madre y las dos menores de edad tratando de entender qué estaba pasando en la finca y que unos minutos después vio que sus amigos se acercaban con Ricardo todo herido, sin ropa, desangránd­ose y con señales de haber sido arrastrado por la tierra.

“Cuando lo traen hacia afuera ya viene herido, ahí empezó mi mamá a agarrar a uno, yo a agarrar a Lenín porque él había sacado un cuchillo de la casa.

“Fue una riña en la que todo el mundo estuvo tratando de ayudar al muchacho para que no lo agredieran más. Quedó tirado en la calle y al único que vi herirlo fue a Kevin, lo hizo con un picahielo en los pies. Cuando Michael venía de frente hacia mí para meterle el cuchillo yo me tiré a detenerlo, le arrebaté el cuchillo y alguien, en el alboroto, me lo quitó, pero yo no lomaté”, asegura.

El panameño quedó tendido en la calle, mal herido. Cuando llegó la Policía ya había muerto y quienes lo atacaron se habían esfumado.

“A ese hombre se le dio cacería como si fuera un animal, el comportami­ento fue alevoso y al final fue lamentable. Era un ser humano, todos los golpearon con armas punzocorta­ntes y objetos contundent­es”, sostuviero­n los jueces.

Sin nadaque temer. Al día siguiente, Laura llegó a la casa de sus padres, en La Verbena, para desayunar e ir después a la iglesia luterana a la que asistían. En la vivienda Laura se encontró a Lenín, quien vivía con sus papás.

“Lenín salió llorando y se metió al cuarto de mi mamá y no quería salir porque estaba herido. Yo a él sí lo herí en el forcejeo intentando quitarle un cuchillo que andaba, lo herí en una rodilla. Él decía que se quería matar, no quiso ir a la iglesia, no quiso desayunar, ¿por qué?, porque él sabía lo que había hecho”.

Ese mismo domingo en la tarde, cuando le dijeron que el OIJ los andaba buscando por el homicidio de Martínez, Laura decidió conversar con Lenín y decirle que lo mejor era presentars­e los dos a la delegación de la policía y contar lo que había pasado y así lo hicieron.

“Yo no tenía miedo porque no había hecho nada, me asusté cuando me dijeron ‘es que la andan investigan­do por la muerte’ y yo dije ‘¿se murió?’. No sabía que se había muerto, jamás esperé que él se fuera a

morir”, explica.

En la delegación de Hatillo, a la que ella y Lenín se presentaro­n a dar su versión de los hechos, quedaron detenidos de una vez. Recuerda que mientras estaba encerrada en la celda de la Fuerza Pública un policía llegó y le dijo que Lenín “estaba cantando y sin guitarra”.

Estaba declarando que él sostenía al panameño mientras Laura lo mataba, pero que él no quería hacerlo.

Los agentes del OIJ detuvieron al final a nueve personas como sospechosa­s del crimen, pero solo cinco fueron a juicio y quedaron sentenciad­as.

En la lectura del por tanto, los jueces afirmaron con contundenc­ia que Arias era la cabecilla del grupo atacante y que fue ella quien terminó apuñalando de muerte al panameño.

El cuchillo con el cual lo hirieron nunca fue encontrado.

“Me gustaría tenerlos de frente (a los otros sentenciad­os) para decirles que hablen con la verdad. Que digan lo que cada quien hizo, que tuvieran el valor de enfrentar lo que hicieron, de decir quién hizo qué y que piensen en todo este tiempo en que mis hijos han estado solos por ellos callar”, dice Laura.

Mala investigac­ión Laura, hoy con 38 años, sostiene que la investigac­ión de su caso no fue la más acertada y asegura que una de las testigos principale­s que presentó la Fiscalía en el juicio llegó a mentir en su contra.

Afirma que en el 2004 ella ayudó a la policía a desarticul­ar una banda sospechosa de secuestro y que la testigo que llegó al juicio a decir que la había visto apuñalando al panameño era hijastra de uno de los integrante­s de aquella banda.

“Yo sí estuve ahí (donde atacaron al panameño), yo lo visualicé, pero eso no quiere decir que yo haya participad­o en el crimen. Ni siquiera era mío el carro tachado. Ella (la testigo) llegó a mentir seguro por venganza por lo que yo había hecho”.

Hace tres años Laura recibió el beneficio de salir libre si contaba con un trabajo y un lugar fijo donde vivir pero, según contó, le hicieron una jugada para que la volvieran a detener.

“Duré en la calle cinco meses porque alguien se dio a la tarea de hacer una llamada para in- disponerme y como yo ya estaba sentenciad­a en menos de veinticuat­ro horas me devolviero­n al centro penal. Alguien llamó diciendo que me iba a cambiar de trabajo, que donde yo estaba trabajando en ese momento no daba la talla, pero nunca se me llamó la atención por eso. Trabajaba lunes, miércoles y viernes y el día que ellos (del Poder Judicial) fueron a hacer la visita de campo no me encontraro­n porque fue un jueves”.

Por ahora su mayor deseo es que el Tribunal de CasaciónPe­nal al menos acepte su solicitud para que se le conceda la media pena y salir muy pronto en libertad.

“Siento que es una persecució­n contra mí y me preocupa si se está convirtien­do en una obsesión tenerme acá”, agregó.

Si logra que le concedan la reducción de la pena Laura podría volver a casa en el 2023, si no le tocará despertar de su “pesadilla” en el 2028.

Yo estuve ahí, lo visualicé, pero eso no quiere decir que yo haya participad­o en el crimen”.

LAURA ARIAS

RECLUSA

 ?? DIANA MÉNDEZ ?? Laura Arias cuenta que ha vivido experienci­as durísimas en la cárcel.
DIANA MÉNDEZ Laura Arias cuenta que ha vivido experienci­as durísimas en la cárcel.
 ?? DIANA MÉNDEZ ?? Laura sueña con el momento en el que pueda quedar libre.
DIANA MÉNDEZ Laura sueña con el momento en el que pueda quedar libre.
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ARCHIVO La condena fue en octubre del 2008.
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DIANA MÉNDEZ Los días en prisión son largos y complicado­s.
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DIANA MÉNDEZ Hay una palabra que Laura desea probar.

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