La Teja

Santidad se veía venir

- FRANKLIN ARROYO franklin.arroyo@lateja.cr

El sacerdote Edwin Aguiluz, uno de los mediadores en el diálogo entre el Gobierno y sindicatos que se desarrolló del 20 al 30 de septiembre, es un fiel devoto de la obra de monseñor Óscar Arnulfo Romero, quien a partir de hoy será llamado santo.

El padre explicó que cuando mataron a monseñor Romero en El Salvador (24 de marzo de 1980), mientras oficiaba una misa en la capilla del hospital Divina Providenci­a, él era seminarist­a (estudiaba para ser cura) y estaba recibiendo una conferenci­a cuando interrumpi­eron para anunciar el asesinato.

“Estaba en mi segundo año de seminario y recuerdo que empecé mi formación en años muy convulsos en Centroamér­ica, a excepción de Costa Rica y Honduras, en toda la región había guerra y todo repercutía.

“Teníamos una admiración grande hacia monseñor Romero por su valentía para defender a los pobres y ya sabíamos que lo iban a matar. Estábamos recibiendo una conferenci­a, cuando alguien interrumpi­ó y anunció la noticia y desde ese momento sabíamos que alguna vez lo harían mártir”, explicó Aguiluz.

Ese hecho se oficializó el 3 de febrero del 2015 cuando el papa Francisco lo declaró mártir por odio a la fe y el 23 de mayo de ese mismo año fue beatificad­o. Hoy ya fue canonizado, o sea, lo declararon santo.

“Ha sido un proceso rápido, ya para los que peinamos canas nos alegra verlo santo. Quizás para mucha gente debió ser antes, pero estos siempre son procesos largos. Digamos que pasó poco tiempo desde la beatificac­ión a la canonizaci­ón”, explicó el padre.

Milagro a embarazada. El religioso salvadoreñ­o solamente necesitaba que la Iglesia aceptara un milagro suyo para ser canonizado. Al ahora santo se le reconoció la curación milagrosa de Cecilia Flores. En 2015, mientras estaba embarazada, ella fue diagnostic­ada con el síndromede Hellp, una condición incurable que le dañó el hígado y los riñones. Entonces empezó a pedir la intercesió­n de Romero y poco después de tener a su bebé sanó por completo sin explicació­n.

Para Aguiluz, la canonizaci­ón de monseñor Romero significa para los sacerdotes un reto, un ejemplo de estilo de pastoreo a seguir.

“Cuando se da una canonizaci­ón se está proponiend­o un modelo de vida. Él fue un ejemplo de cómo convivir en la fe cristiana, en- carnó el evangelio en una situación difícil con grandes masas de gente sufriendo por injusticia­s sociales”, comentó.

Un entusiasta. El cura contó que de las cosas más difíciles que tiene el sacerdocio es llevar la palabra de Dios y adaptarla a las situacione­s particular­es de cada época, de cada país y de cada momento, pero cree que monseñor Romero tuvo la sabiduría para llevar ese testimonio en medio de un ambiente de guerra, injusticia­y convulsión social y política.

“Fue un entusiasta evangeli- zador que supo encarnar el mensaje de Jesucristo en uno de los momentos más críticos de la historia de El Salvador. Su estilo es lo primero que llama la atención”, dijo.

Romero influyó tanto en el padre Edwin, que este decidió inclinarse por la línea de la ayuda a los más pobres, de los más necesitado­s y de los más violentado­s.

“Hay realidades que persisten desde aquel entonces en Centroamér­ica. Sigue habiendo índices altos de pobreza, que varían de un país a otro. En nuestro país hay violencia infantil, muertes en carreteras, homicidios y su testimonio y ejemplo nos reta a transforma­r esas realidades, nos compromete”, añadió.

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Aguiluz dice que el estilo de evangeliza­ción de Romero es un modelo a seguir.
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AFP Una estatua del obispo fue presentada ayer en Roma.
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AFP Cecilia Flores recibió el milagro por el que Romero ya es santo.

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