DURA HISTORIA DETRÁS DE LA FOTO
DE NIÑO VENCIÓ LAS DROGAS Y AHORA ES TATA DE DOS FUTBOLISTAS
Cuando Mauricio Suárez fue fotografiado en el centro de San José por el italiano de origen alemán Ludwig Thalheimer en 1986, no tenía idea para dónde iba su vida ni lo que le esperaba en el futuro.
Mauricio era un niño de 12 años, ahora tiene 45 calendarios encima y asegura que en aquel momento su única opción era trabajar y no estudiar, ya que debía ayudar con los gastos de su casa.
Thalheimer, a quien le dicen Luis por la difícil pronunciación de su nombre, llegó en julio de ese año a Costa Rica, luego de que en Cuba las autoridades de ese país lo expulsaran al tratar de hacer un reportaje.
Debido a ello tuvo que tomar el primer vuelo que saliera de la isla, este iba para Panamá y desde allá vino a Costa Rica por tierra.
Una vez instalado en Chepe vio que muchos niños trabajan en diferentes actividades para ayudar en sus casas. Unos cantaban en los buses, otros limpiaban zapatos y muchos, como Mauricio, lavaban y cuidaban carros.
Mau salía todos los días de su casa en Guadalupe hacia el centro de San José, ya que según él, ahí era donde se hacía más plata.
“Fue una niñez difícil, pero bonita, habíamos muchos niños trabajando en la calle, se vendía de todo y no estaba el morbo de robarse a un chiquito como ahora”, detalló.
También cuidaba y lavaba carros detrás del Banco Central de Costa Rica, en las cercanías del edificio de Correos.
Fue ahí donde Thalheimer fotografió a Mauricio, lo hacía mientras chaneaba un Volkswagen Transporter modelo 1982.
En la imagen se aprecia al Mau jalando un balde con agua y con una esponja lavando el chunche.
“Cuando me iba bien me pagaban hasta dos colones, a veces era bueno y otras no tanto, pero algo que se hacía”, comentó. Al preguntarle cómo ha sido su
vida 33 años después de aquellas fotos, Mauricio fue sincero al decir que le ha pasado de todo.
“Caí en drogas desde los quince años hasta los dieciocho, fue lo peor que me pudo pasar, me tocó dormir en las calles, que en mi casa no me abrieran, vi muchas peleas, todo fue muy duro”, relató.
Él es el mayor de siete hermanos, para ellos tampoco fue fácil sobrevivir, prueba de ello es que por errores que cometieron en el pasado dos están descontando penas en la cárcel, otros dos murieron.
“Los visito en la cárcel, si hubiera seguido por malos caminos seguramente estaría con ellos, pero gracias a Dios eso no pasó, superé muchas pruebas, sufrí bastante, pero aquí estoy”, afirmó. Trabajo, hijos y fútbol. Pese a las dificultades que tuvo desde pequeño, Mauricio tenía el deseo de superarse, fue así como consiguió un trabajo estable, pues desde los 18 años hasta los 35 se desempeñó como agente de ventas, actualmente trabaja como chofer de bus de la línea San José-Tibás.
Se casó, tuvo tres hijos varones y al igual que él, les encanta el fútbol.
“Por cosas de la vida me divorcié, dos de mis hijos son futbolistas, uno juega en el alto rendimiento con Saprissa, se llama Aarón Suárez (16 años) y es seleccionado nacional, el otro se llama Byron y juega en el alto rendimiento de Guadalupe (18 años) y el mayor es Keylor que estudia Ingeniería en Sistemas, para mí lo más importante es que ellos triunfen en la vida y se aseguren un buen futuro”, comentó con lágrimas.
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“Ellos son mi motivación, son buenos muchachos y siempre les digo que deben estudiar, el fútbol es muy bonito, pero no es para toda la vida. Después de tanto sufrimiento que tuve lucho para que ellos no lo tengan porque para mí fue bastante duro”.
Byron conversó con La Teja y dijo sentirse orgulloso de su papá y lo considera un luchador.
“Él ha pasado muchas cosas difíciles y se ha superado, para mí y mis hermanos es importante porque demuestra la clase de persona que es y lo que quiere ser en el futuro”, destacó el futbolista.
Mauricio fue contactado por Ludwig en el 2016, pues en 1986 fotografió a 30 niños más y quería saber que pasó con todos ellos. Tras meses de esfuerzo localizó a 25 y conoció sus historias.
“A don Luis lo abracé y le dije que muchas gracias, estas fotos son de los pocos recuerdos que tengo de cuando era niño, ahí se ve que la historia mía y las de los demás no fue para nada fácil, por eso, es que a todos los jóvenes les digo que estudien, eso es lo que les va a abrir muchas puertas en el futuro”, añadió.
Luis publicó un libro llamado Costa Rica time warp, el cual recoge las historias de la mayoría de aquellos 30 niños. Si usted desea comprarlo puede llamar al número de teléfono 8394-3525, su costo es de ¢25 mil.