La Teja

Ningún pobrecito

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años, dice que borró de su diccionari­o la palabra “pobrecito” y que, por ende, odia cuando se la dicen.

“No me gusta cuando las personas lo vuelven a ver a uno y dicen: ‘¡Ay pobrecito!’, para mí es una mala palabra, porque todos somos capaces de lograr lo que queremos, es mejor expresar: ‘¡qué buen muchacho, me gusta su forma de ser, su esfuerzo!’. “Fue así como conseguí mi casita, porque el tiempo pasa, cada día me salen arrugas, canas y sé que en un futuro quizás no tolere las prótesis, pero estoy confiado de que podré andar en silla de ruedas tranquilo en un techo propio”, dice Palma. Alex volvió a nacer el miércoles 19 de octubre del 2011, después de un accidente laboral y lo hizo cargado de agradecimi­entos por su segunda oportunida­d.

“Soy el hombre más feliz, porque tengo a mis hijas y mi esposa conmigo, porque aún me mantengo en lucha para lograr mis propósitos y agradecido por lo que tengo y vendrá”, agrega.

Durante el proceso de sanación perdió parte de las piernas porque la sangre no circulaba bien hasta ellas, tuvo que aprender a caminar con prótesis, además la mano izquierda no la puede girar mucho, si se la tocan o se corta, no siente nada, tampoco tiene dos costillas ni pared abdominal.

Gato, como le dicen de cariño, aceptó todos sus cambios, porque sabía que eran parte del nuevo estilo de vida al que tenía que adaptarse.

Asegura que su vida es la misma y no tiene limitacion­es porque puede manejar carros, siembra frutos, nada y juega con sus hijas.

Incluso, después del fuerte bombazo fue cuando alcanzó las metas que siempre tuvo, como tener una casa para darle un techo a su familia.

Asegura que aún tiene muchas ilusiones por verlas hechas realidad. “No sé cuánto tiempo me llevaré para lograrlas, pero seguiré esforzándo­me”, dijo Alexánder.

En el brete. El bombazo de energía lo recibió mientras trabajaba para una empresa que le hacía un contrato al ICE, en Chacarita.

Él y un compañero iban a conectar unos cables de telefonía e Internet, pero en el sitio había más cables de alta tensión de lo normal y Alex tocó parte de ese cableado.

“Tenía once años y medio de experienci­a, ahora veo el accidente como chispas del oficio, es inexplicab­le que no los hayamos visto (los cables de más)”, asegura.

Alexánder concluyó diciéndole a las personas que quizás sienten que están pasando por un momento complicado, que sigan teniendo fe y seguridad en sí mismos, que al final está en uno mismo hacer el cambio.

Los límites no los tengo, siempre busco la opción sin tratar de golpearme, si veo que no puedo con las prótesis, entonces me impulso con los brazos y nalgas”.

Alexánder Palma sobrevivie­nte

 ?? CORTESÍA ?? Alexánder Antonio Palma Solano junto con su hija Ashley Sofía.
CORTESÍA Alexánder Antonio Palma Solano junto con su hija Ashley Sofía.

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