TRAGEDIA EN VEZ DE FÚTBOL
El periodista catracho Carlos Ordóñez llegó el sábado al Estadio Nacional, en Tegucigalpa, Honduras, para comentar el clásico entre Olimpia y Motagua, que terminó con cuatro muertos y decenas de heridos.
La mejenga nunca arrancó porque apedrearon el bus de las Águilas Azules cuando iba rumbo al estadio. La suspensión del partido generó un desorden que se trasladó a la gramilla donde, se suponía, se iban a vivir las alegrías del fútbol.
Ordóñez es comentarista para Televicentro, anda en el periodismo deportivo desde hace 20 años y ayer contó a La Teja lo que vio.
–¿Cuando perdió normalidad la cobertura?
Cuando nos dimos cuenta de la agresión del bus porque el bus cambió de rumbo, se fue para un centro de asistencia médica. La noticia no era las alineaciones sino las agresiones.
Después lo que viene es la tardía decisión de suspender el partido, porque hay (incluso) una instrucción al Olimpia para que saliera a calentar a pesar de que se sabía que Motagua se había ido al centro médico.
Cuando eso pasa los aficionados empiezan un enfrentamiento cerca del portón once, que da acceso a la gradería de sol.
Eso da que tengan que usar gases lacrimógenos, ese gas se va al lado de sol y afecta a los aficionados dentro. Hay un momento de pánico y desesperación, mujeres con niños empiezan a forzar portones, empiezan a invadir la cancha y lo mismo pasa en otros portones.
–¿Para dónde agarra usted en esas condiciones?
Cuando la información trasciende me voy al palco, donde están los de Motagua y hago un reporte, lógicamente los directivos tampoco llegaron, la producción me pide que vaya al engramillado para conocer detalles.
Yo iba a estar como comentarista, pero me toca trasladarme para hablar con bomberos, Cruz Roja y Polícía para saber que está ocurriendo.
La situación más complicada es cuando empiezan a invadir la cancha, ya hay heridos afuera del estadio por los enfrentamientos... Personas fallecidas, primero dos, después tres y (ayer) se confirmó el cuarto.
–Ya con la gente todo se complicó...
Había personas desmayadas, personas llorando, los árbitros estaban metidos en un lugar porque todo el mundo corría, aficionados incitando a los rivales desde la cancha...
Cuando se da la invasión se da por suspendido (el juego) y la policía empieza a sacar a la gente. Se dieron varios momentos tensos.
–¿Es lo peor que usted ha vivido?
La peor es la final que se jugó con varios cuerpos dentro de la cancha, la final entre Motagua y Honduras Progreso (29 de mayo del 2017).
Producto de una embestida se aplastó a decenas y provocó la muerte de varios, ese es el episodio más duro porque fuimos testigos de la angustia de familiares y la gente que era atendida.
Quizá lo de ayer (sábado) se dio en las afueras del estadio, en zonas conflictivas. Pero siempre que haya muertes en los alrededores de un estadio es impactante. No voy a decir que estoy acostumbrado porque uno siempre se pone nervioso.
Lo más doloroso (de la final del 2017) es que se jugó y había muertos en la orilla del estadio. Hay una toma en la que, en un tiro de esquina, se ve que hay una bolsa con una persona muerta. Es impactante.
–¿Siente que usted corrió riesgo el sábado?
Yo trato de tener la claridad de dónde moverme, pero obviamente estábamos expuestos, cualquier aficionado enfurecido podría atacar a cualquiera.
–¿Quedan desilusionados?
Es que aquí pareciera que no se puede uno relajar nunca, hay que andar con el cuchillo entre los dientes siempre, con cuidado y atención permanente. Por momentos el fútbol es lo único que nos saca (de la dura realidad que vive el país), es una válvula de escape que nos aparta de la realidad, pero esto nos vuelve a dar una manotada en la cara.
Aquí pareciera que no se puede uno relajar nunca, hay que andar con el cuchillo entre los dientes siempre”. Carlos Ordoñez Periodista