ABRIR LOS OJOS
En el 2013 llegué a un taller que él tenía y fue como amor a primera vista; él se portó muy bien y me pidió el número porque debía estar en contacto conmigo por temas del carro, después de eso empezamos a salir.
Los primeros seis meses fueron perfectos, él se fue a vivir a mi casa y formamos una familia con los tres hijos que yo ya tenía. Levantamos juntos el taller un montón y nos empezó a ir bien, hasta abrimos una sucursal.
– ¿Cuándo empezaron las señales de que algo andaba mal?
Cuando abrimos el otro taller nos íbamos para allá los fines de semana y una vez la muchacha que habíamos contratado para que se encargara de ese negocio me llamó y me dijo que mi novio había intentado abusar sexualmente de ella y que la única manera de que no lo denunciara era que le diéramos un millón de colones. Mi novio se las ingenió para convencerme de que todo era mentira, que ella (la muchacha contratada) lo único que quería era sacar plata, entonces seguí con la relación.
Los siguientes cuatro años los sobrellevamos, se llevó a vivir a mi casa una hija de él, pero era muy agresivo con ella, se excusaba diciendo que cuando él fue niño tuvo una infancia muy dura y no sabía cómo ser papá.
Luego empezó a quitarme cosas sin que yo pensara que eso estaba mal, me alejó de mi familia, me quitó las llaves del carro, me quitó las tarjetas bancarias y ni me dejaba ir al supermercado, era él quien iba a hacer las compras en mi carro. la sobreviviente les recomienda a las víctimas de violencia leer el libro “Amor zero”, de iñaki Piñuel, ya que ahí se explica detalladamente el ciclo de violencia y ayuda a las mujeres que lo sufren a abrir los ojos y alejarse de lo que les hace tanto mal.
– ¿Cómo le fue prohibiendo las cosas?
Yo no le puedo decir que él me dijo alguna vez que no podía ir donde mi mamá o que no podía manejar porque no fue así. Él empezaba a decirme cosas y a enredarme y al final yo creía tanto lo que él decía que yo misma pensaba: ‘ay, sí, de verdad que a mí no me gusta manejar’ y le daba el carro a él.
Fui aceptando que las cosas pasaran porque en ese momento no las veía mal y a los cuatro años de estar juntos nos casamos.
– ¿El matrimonio cambió la relación en algo?
Sí, claro. Cuando nos casamos él se terminó de convertir en un ogro y me empezó a pegar. Recuerdo que una vez él dijo algo y yo no lo escuché y como no lo oí me pegó una cachetada, yo me volví y le dije que por qué me había pegado y el me dijo que qué me pasaba, que nadie me había pegado, que yo estaba loca.
Eso era común, él decía o hacía algo y luego lo negaba. Me decía que yo estaba mal y que necesitaba ayuda psicológica. También era común que cuando me agredía se disculpara y como yo sentía que lo amaba lo perdonaba.
Empezó a usar drogas, usaba marihuana y cocaína y me decía que solo drogándose lograba dejar a atrás todo el sufrimiento que había tenido en la niñez porque, según él, hasta habían abusado de él sexualmente.