Aparecen más mujeres afectadas
El caso de la exmiss Costa Rica Yazmín Morales, a quien la engañaron e inyectaron biopolímeros en sus nalgas, y el cual informamos ampliamente ayer, no es el único en el país.
Varias afectadas que se unieron al grupo de Facebook y WhatsApp que la exmodelo creó, llamado “Ni una más con biopolímeros”, decidieron contarnos su testimonio.
Una de ellas, a la que llamaremos Marcela y quien es vecina de Cartago, contó que sufre los mismos síntomas que llevaron a Morales a sospechar que algo andaba mal.
Marcela explicó que ella se inyectó sus glúteos en el 2006 en una clínica privada en La Sabana, y que la doctora, de nacionalidad colombiana, le dijo que era un biogel muy bueno que había traído de su país y trece años después aún sufre las consecuencias.
“Se hace como un vicio porque me fui para donde otra doctora (en Curridabat) que decían lo hacía mejor. Y esta me terminó de inyectar. Decían que eso el cuerpo lo absorbía. Recuerdo que cuando empezó todo se me pusieron unas ruedas rojas, a mí y a otra amiga. Ella consultó a un dermatólogo y le dijo que era a causa de lo que nos inyectaron”, contó la mujer, de 37 años.
Desde entonces tiene unas pelotas en sus glúteos que fueron creciendo y cambiando de color rojizo a morado.
“La piel se estiró, está morada. Llena de huecos y pelotas, pasan calientes y en las noches siento que me quema, como un fuego”, detalló.
Marcela ha consultado con varios doctores quienes le han recomendado hacerse una resonancia magnética, por la cual le están cobrando hasta $1000 (unos ¢584 mil) para ver por dónde anda el “veneno que me inyectaron”, pero por falta de plata no se ha podido operar.
Muchas afectadas. Lo mismo está pasando con “Isabel”, cuyo nombre real nos reservamos, y quien es vecina de Pérez Zeledón. Ella se sometió al procedimiento estético hace 9 años atrás y sufre las consecuencias.
Ella acudió a una clínica privada muy conocida en Pérez Zeledón, pero según contó, ya la doctora trasladó su local a Curridabat.
Varios de los testimonios que tenemos son de mujeres de El Valle de El General que se hicieron este procedimiento con la misma doctora y que hoy buscan por todos los medios recoger el dinero necesario para operarse y quitarse este producto de su cuerpo.
“Desde ese instante (cuando se operó) empezaron a darse unos cambios en mí, pero yo nunca lo asocié con que fueran biopolímeros.
“Cuando vi en las noticias (2013) el caso de Cristina García, que demandó al doctor que era esposo de Lynda Díaz, y ellos dijeron que a cualquiera que le hayan infiltrado biopolímeros en sus glúteos sufriría lo mismo, sentí que me había caído el mundo encima, inmediatamente me di cuenta que me habían engañado”, relató.
Marcela, Isabel y Yazmín Morales esperan que con su testimonio más personas que han sido engañadas logren buscar ayuda porque los biopolímeros son una bomba de tiempo.