Fiestota podría ser la última
La fiesta que ofrecerá mañana doña Viviana Lamugue, de 90 años, en el gimnasio de plaza González Víquez para chiquitos y sus familias en riesgo social será probablemente la última que realice.
El evento será de 10:30 a.m. a 3 p.m.
La señora lleva 30 años organizando una fiestica para chiquitos en extrema pobreza y que padecen alguna enfermedad, pero hoy, ya con 90 años a cuestas, sus hijos le han dicho que ha hecho suficiente y que es mejor darle paso a otros. Además, no ha encontrado a nadie que quiera ser el sucesor.
Doña Viviana inició con las fiesticas en 1989, cuando su hijo Miguel Alfredo Lamugue estuvo internado en el hospital San Juan de Dios por un cáncer.
Allí observó la tristeza que se pasea en los hospitales en esas fechas especiales y se prometió organizar una fecha. Ya lleva 30.
“Va a ser una fiesta con mucho dolor porque podría ser la última. Muchos me han dicho que es la primera fiesta de Navidad que van a tener”, dijo un poco afligida esta valiente señora vecina de Santa Elena de San Isidro de Heredia.
Muchas manos. Ella invitó a 170 niños para que vayan con sus familias y allí les reparte pollito y refresco a los pequeñines y lasaña a los adultos. Después les da queque, les reparte un regalo a los niños y un diario a los papás.
“Todo me lo donan. Los regalos de los chiquitos me los da el personal del Registro de la Propiedad. Mandamos una boleta con lo que los niños desean y los padrinos se ajustan. Los pollos me los da un nieto mío y lo demás, un restaurante (doña Ana) en el Paseo Colón los dona y los refrescos me los da la Coca Cola”, dijo muy orgullosa.
Doña Viviana busca personas que le patrocinen los diarios para regalarle una a cada familia. Siempre los compra en el mismo supermercado para que todos vayan iguales.
Dice que muchos de los chiquitos que asisten están en fase terminal y que llegan de todo el país, incluso de Limón.
“A como me ha tocado ver decesos (niños que mueren tiempo después de la fiesta) también me he topado hombres hechos y derechos o muchachas que me dicen: “doña Vivana, usted me chineó, yo estuve en su actividad”. Eso es reconfortante”, dijo.