La Teja

“ME TOCABA COMO UN SALVAJE”

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“Habla de caricias. Mi mujer me acaricia. Lo suyo era masturbaci­ón; me tocaba como un salvaje”, declara indignado ante el tribunal una víctima del excura francés Bernard Preynat, juzgado en Lyon, Francia por múltiples agresiones sexuales contra menores.

“Me daba vuelta para frotarse contra mí”, decía ayer ante el Tribunal correccion­al Stéphane Hoarau, quien tenía 8 años en el momento de los hechos.

Bernard Preynat, entonces vicario-capellán scout en Sainte-Foy-Les-Lyon, cerca de Lyon, era admirado por los padres fieles de la diócesis que le confiaban a sus hijos, en la parroquia o en campamento­s en el extranjero.

Pero, en 2015 varios ex scouts rompieron la “ley del silencio” y acusaron a Preynat ante la justicia. Estas iniciativa­s fueron silenciada­s por la Iglesia católica francesa, lo que finalmente provocó la condena del cardenal Philippe Barbarin, en marzo de 2019, a seis meses de prisión todavía en suspenso.

“Sin acusar” a la Iglesia, el exsacerdot­e señaló la responsabi­lidad de su jerarquía que, varias veces alertada de sus impulsos, no le exigió que se hiciera tratar. “Deberían haberme ayudado (...) Me dejaron convertirm­e en sacerdote”, explica al evocar una terapia a la que se sometió en un hospital psiquiátri­co entre 1967 y 1968.

Niños pequeños. Según Hoarau, las jóvenes presas de Preynat a veces se sucedían en la misma habitación.

Llamados por el sacerdote con el pretexto de que lo ayudaran con algo (un modus operandi frecuente en su caso), Hoarau recuerda haberse cruzado a su llegada con un niño pequeño, que huía de la habitación donde se encontraba Preynat.

“Realmente tuve la impresión que lo había sometido a lo mismo (que a mí)”, señaló.

“No nací con una estrella de la suerte”, continuó Hoarau, quien fue entregado a una familia de acogida cuando tenía 4 años tras haber sido víctima de un predador sexual en su entorno familiar. Entonces, su familia postiza lo inscribió en el grupo de scouts de Preynat para “reorientar­lo”.

Pero, solo cosechó repetidos ataques sexuales. En abril de 2016 presentó una demanda tras largos años en silencio. Después de los scouts continuaro­n los tormentos, más familias de acogida, albergues y “echado a la calle” con solo 18 años de edad.

Después, “me casé”. “Tengo hijos, pero me cuesta tocarlos”, admite, atribuyend­o esta dificultad al trauma sufrido en su infancia, bajo la égida del “padre Bernard”.

(El excura) Habla de caricias. Mi mujer me acaricia. Lo suyo era masturbaci­ón; me tocaba como un salvaje”.

Víctima Testimonio en juicio

Enorme trauma. Otra víctima del delincuent­e testimonia sufrir todavía horribles “flashes” (recuerdos) cuando cambia los pañales a sus gemelos de dos años.

“A veces, cuando tengo que cambiarlos, me vuelven esas visiones. Los miedos regresan”, dice Stéphane Sylvestre, quien presentó una denuncia en 2015.

Recuerda los tocamiento­s del ex sacerdote sobre su sexo, en particular en las oficinas del primer piso de la iglesia de Saint Luc, en Sainte-Foy-LèsLyon.

Abandonó. Finalmente, pudo abandonar los scouts. A sus padres les contó: “un hombre me acarició, me metió la mano bajo el short. Me creyeron de inmediato y eso me ayudó mucho”.

Cuando somos abusados, “somos un pelele en un cuerpo que ya no nos pertenece”, dice con un hilo de voz.

Ante las víctimas, desde el comienzo de su juicio, el excura Preynat reconoce parcialmen­te los hechos y pide perdón. “Lamento haberle provocado desdicha”, reacciona ante el punzante testimonio de Sylvestre.

Preynat asegura haberse confesado como un “pecado”. Pero, “el sacerdote me absolvía y me animaba a no recaer”.

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AFP El cura Bernard Preynat ha sido acusado por abusos sexuales.

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