La Teja

Ejemplar decisión

- Franklin Arroyo franklin.arroyo@lateja.cr

La familia del doctor Roberto Galva Jiménez, primer fallecido por el coronaviru­s en Costa Rica, siguiendo la tradición de solidarida­d inculcada por el médico, decidió cremar el cuerpo de su ser querido como parte de la lucha contra el Covid-19.

La familia acató con toda responsabi­lidad las medidas del Ministerio de Salud de evitar las aglomeraci­ones, por lo que las honras fúnebres fueron canceladas temporalme­nte.

Juan Carlos Galva Rodríguez, hijo de don Roberto, manifestó que son católicos y están esperando el momento oportuno para realizar la correspond­iente despedida a su papá.

El cuerpo del doctor, de 87 años, fue pasado a la funeraria a eso de las 10:45 p. m. de este miércoles y lo entregaron, ya en cenizas, este jueves a eso de la 1 p. m.

“Somos católicos y que quede claro esto que voy a decir en su nota, es una muerte por coronaviru­s, es una enfermedad contagiosa, es un asunto de sanidad pública y nosotros como familia y consciente­s de lo que está sucediendo, inmediatam­ente solicitamo­s la cremación”, explicó Galva Rodríguez.

“Al estar inhibidas las actividade­s de aglomeraci­ón, estamos esperando que pase esto y se lo digo así, que se levante esta emergencia sanitaria porque estamos dispuestos a realizar una vela, una misa, un acto de recordació­n, pero en el momento que se pueda”, manifestó don Juan Carlos siguiendo al pie de la letra las instruccio­nes en que todos los días, en conferenci­a de prensa, insiste el ministro de Salud, Daniel Salas.

Galva añadió que esa es la parte más dura, pues implica que la familia debe quedar sola y aislada porque es la única forma de evitar que otras familias pasen por una situación similar.

“Sabemos de la importanci­a del tema, pero este asunto, aunque es doloroso, amerita tomarlo con precaución”, insistió.

Don Juan Carlos dijo que su padre debe ser recordado como un hombre extraordin­ariamente rígido, disciplina­do y tenaz en su forma de ser.

“Era muy intolerant­e con la mediocrida­d, no la soportaba, la criticaba de una forma dura y al mismo tiempo de ser un hombre tan estricto, puedo decir que era un hombre que tenía el corazón más grande del mundo”, añadió.

Comentó que la familia, por lo general, se enteraba de cosas buenas que hizo, pero mucho después de realizarla­s porque no las decía, sino que actuaba de buena fe y sin presumir.

Fortaleza. Dijo que su papá fue contagiado por un contacto directo en el hospital de Alajuela y que dos miembros más del núcleo familiar están infectados.

“No es que podemos decir que se dio por diseminaci­ón comunitari­a, no, fue infectado por una persona en línea directa que lo trajo de afuera”.

Contó que esa persona contagió a una hermana y ella lo transmitió al papá y a la mamá de ella.

“Ella es funcionari­a del hospital de Alajuela.

“Esta persona que trajo el virus de afuera fue un infectante de dieciséis personas, de los primeros veintidós casos que se presentaro­n”, dijo.

Agregó que no puede decir si esa persona hizo el contagio múltiple por falta de cuido, por desconocim­iento o por alguna razón, porque sería caer en la especulaci­ón y es un tema complicado.

“Lo que sí puedo decir es que mi hermana no asoció los síntomas que estaban teniendo al coronaviru­s. No había, dentro del sistema nuestro, una alerta encendida en donde se le dijera en una forma muy enfática a la gente (en ese momento), ‘vea, si tiene esto, esto y esto... es esto”, expresó.

“No culpo ni siquiera a las autoridade­s, este virus camina tan rápido y es tan agresivo que aquí y en los países donde ha ingresado, se está aprendiend­o sobre la marcha, es como una guerra”, añadió.

Contó que la mamá de su hermana, también infectada, tiene Alzheimer, por lo que no está muy enterada de esta ruda situación del virus.

Precursor. Don Roberto fue un médico de mucho prestigio, amigo en su momento del destacado cardiólogo Longino Soto Pacheco y al igual que él, un fanático de Alajuelens­e.

Trabajó 45 años para la Caja Costarrice­nse del Seguro Social (CCSS); la mayor parte del tiempo en el hospital de Alajuela.

También fue subdirecto­r del Hospital Nacional de Niños y director interino, además fue propuesto como ministro de Salud, pero no recordaba en qué periodo.

Por otra parte, contó que don Roberto fue el padre de la Contralorí­a de Servicios de la institució­n, una idea que tuvo y logró desarrolla­r.

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CORTESÍA Roberto Galva tenía un corazón inmenso.
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CORTESÍA Don Roberto Galva (derecha) con el papa Juan Pablo II cuando vino en marzo de 1983.
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JORGE NAVARRO Una hija del doctor trabaja en el hospi de Alajuela y fue contagiada.
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