La Teja

Una cara costumbre

- Karen Fernández karen.fernandez@lateja.cr

Tocarse la cara es una maña más vieja que la de pedir fiado.

Según un estudio publicado en el 2015 en la revista American Journal of Infection Control (Diario americano del control de infeccione­s), en promedio nos llevamos las manos a la cara unas 20 veces por hora.

Eso quiere decir que si descansamo­s las ocho horas recomendad­as, podemos tocarnos la jacha unas 320 veces al día, lo que nos expone a contagiarn­os de coronaviru­s o de alguna bacteria más rápido que ligero.

¿Ahora ve por qué nos están insistiend­o tanto en que nos lavemos las manos y no nos toquemos la cara si las tenemos sucias?

Fernando Morales, médico pensionado y exdirector del hospital Blanco Cervantes, explica que esta práctica tan común en todos nos expone a que los gérmenes que andamos en las manos ingresen a las vías superiores por la nariz, la boca y los ojos.

“Uno lo hace en automático, algunas otras personas porque tienen un tic o un problema alérgico, no pueden controlar que les dé picazón o incluso hasta puede ser reacción a un medicament­o”, explicó Morales.

Y a la pregunta de por qué cuando nos dicen que no nos toquemos la cara nos dan más ganas de hacerlo, el doctor explica que es un mecanismo automático de malos hábitos.

“Es puramente emocional, donde nos dicen que no hagamos algo se nos activa el chip y lo hacemos sin darnos cuenta y cuesta mucho quitárnosl­o”, comentó.

Mientras tanto, el neumólogo e internista Warner Rodríguez agrega que la mayoría de las personas asocia tocarse la cara con una forma de lidiar con el estrés, regular las emociones y, en algunos casos, es un estímulo del estado de conscienci­a y de la memoria. Además, se asocia más con personalid­ades compulsiva­s.

¿Cómo evitarlo?. Entre las cosas que podemos hacer para disminuir la necesidad de tocarnos la cara están:

Ser consciente de la frecuencia y la razón de tocarse la cara, así puede trabajar en la causa (estrés, por ejemplo) y disminuir el impulso.

Llevar siempre una pelota antiestrés u otro objeto para reducir la posibilida­d de tocarse la cara.

Mantenga sus manos en movimiento y trate de juntarlas para disminuir la posibilida­d de tocarse la cara por tener una mano libre.

Los jabones perfumados le pueden recordar con el aroma que su mano se encuentra cerca de la cara y así evitar el contacto.

Por eso, si no lo puede evitar, porque ni cuenta se da cuando se toca la cara, lo mejor es asegurarse de tener las manos limpias ya sea con agua y jabón o con alcohol.

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ARCHIVO Mejor trate de dejar las manos queditas, es por su salud.
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