La Teja

Si Maricruz pudo, usted también puede

- Silvia Núñez silvia.nunez@lateja.cr

Si hay alguien que sabe en estos tiempos del coronaviru­s lo que es pasar completame­nte aislada, sin poder abrazar ni besar a su familia, esa es Maricruz Leiva.

La periodista estuvo tres meses enteros metida en un cuarto de hospital luego de una fallida cirugía estética a la que se sometió en el 2018 y por la que tuvieron que hacerle varios injertos de piel y hasta luchó contra tres bacterias que ingresaron en su cuerpo.

Esa situación la llevó a entender que ese sacrificio de no poder estar cerca de los suyos fue por amor y por su salud, por eso la comunicado­ra dice no entender a los ticos que ahora se quejan por tener que pasar unos días encerrados en la casa al lado de su familia.

“Cuando yo estuve en el hospital mi familia solo podía entrar una vez al día y una hora, tenían que entrar como si fueran a un campo de radioactiv­idad, tenían que cubrirse de pies a cabeza y no me podían tocar.

“Cuando salgo igual, estuve aislada en mi propio cuarto, nadie me podía ver, nadie me podía dar la mano, nadie me podía dar ni un abrazo y ahí es cuando yo le digo a la gente que entienda que todo pasa y que el sacrificio vale la pena, el tener que cuidarnos vale la pena”, insistió.

Maricruz contó que en aquellos momentos de soledad en el hospital, donde apenas podía ver la luz del sol y una estrella era su compañera por las noches, comprendió que el verdadero valor de la vida es el amor, la familia, la salud y la fe.

Su bastión para enfrentar aquella crisis de salud fue el tener fe y ganas de vivir y por eso no le quedaba más que hacerle caso a los médicos si quería salvarse, misma situación de todos ahora.

“Recuerdo que cuando el jefe de la Unidad de Quemados (del hospital San Juan de Dios) me dijo que visitas no, yo entendí que él estaba preocupado por mí, que era por mi bien. Yo tenía un deseo por vivir y no podía exponerme.

“Si yo pude con mis condicione­s, con una bacteria en mi cuerpo, con un diagnóstic­o de muerte y pude salir adelante, entonces, ¿cómo no van a poder quedarse 15 días en la casa donde sí van a poder estar con la familia, con salud? Porque uno cuando está enfermo lo que desea es estar con la familia compartien­do”, dijo.

Para reaccionar. Para Leiva la situación que estamos viviendo a causa del coronaviru­s no es más que un socollón para entrar en razón de lo importante que es cuidar la salud y proteger a los que más amamos.

En aquellos momentos de soledad, de incertidum­bre y hasta de dolor, su fe y el apoyo de su familia fueron fundamenta­les.

Hasta la tecnología se convirtió en su mejor compañía, pues se la pasaba viendo películas en su celular o distrayénd­ose con las redes sociales, por eso dice no entender cómo la gente se queja teniendo tanto con qué distraerse en estos tiempos.

“Todos los días, ahí solita en el hospital, escuchaba al pastor Mao (Mauricio Rocha), el apoyo de la gente que me quiere era fundamenta­l. Todas las noches a las 7 p.m. hacíamos una videollama­da mis tres hermanas y yo y hablábamos por horas. Ahora veo que mucha gente lo está haciendo, la tecnología es una red de apoyo en situacione­s así”, destaca.

La periodista además recomendó, pues a ella le sirvió mucho en su etapa de aislamient­o, leer algún libro, ponerse a pintar o hasta escribir lo que están sintiendo para mantener siempre la mente ocupada.

A reforzar las medidas. Precisamen­te por todo lo que ella vivió y por las medidas sanitarias a las que debieron someterse todos sus familiares es que ahora el hecho de tener que lavarse las manos constantem­ente y desinfecta­r todo para evitar el contagio del COVID-19 no es nada del otro mundo.

Maricruz contó que por ahora el único que sale de su casa es su esposo, Fernando Vilchez, por cuestiones de trabajo, y es al que le toca hacer todas las compras.

Además, establecie­ron las medidas de tener toallas y alcohol en gel en la puerta para que antes de entrar él se desinfecte. También procuran andar sin zapatos dentro de la casa y lavar con agua y unas goticas de cloro todo lo que venga de afuera.

“Después de algo tan duro aprendí el verdadero significad­o de ser cristiano y aprendí a darle valor a cada momento de la vida”, reflexionó Maricruz.

Nadie me podía dar la mano, ni un abrazo y ahí es cuando le digo a la gente que entiendan que todo pasa”.

Maricruz Leiva

Periodista

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Los que entraban a verla tenían que cubrirse completame­nte.

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