La Teja

“Loco” por la higiene

Ignác Semmelweis defendió la importanci­a del lavado de manos y fue a dar al manicomio

- Shirley Sandí shirley.sandi@lateja.cr INTERNET

A Ignác Fülöp Semmelweis no le reconocier­on su aporte.

En medio de esta pandemia por el Covid-19 sobresale el lavado correcto de manos como una de las principale­s armas para defenderse del nuevo virus que trae al mundo entero de cabeza y ha causado ya más de 31.000 muertos.

Pero esta técnica, que hoy se alaba y se exige por parte de las autoridade­s de Salud, no era muy apreciada por los médicos del siglo 19 o de los anteriores sino al contrario.

Uno de ellos, el húngaro Ignác

Fülöp Semmelweis es llamado hoy por algunos “el mártir del lavado de manos” porque sufrió muchos ataques por defender esta técnica y hasta terminó sus días encerrado en un manicomio.

Según informa la BBC como parte sus serie “Science Stories” (Historias de la ciencia), en aquellos tiempos los hospitales eran, naturalmen­te, muy distintos a los de hoy.

No se entendía de gérmenes y todo apestaba a orina, vómito y otros fluidos corporales. Los médicos rara vez se lavaban las manos o los instrument­os que utilizaban.

A aquel terrible escenario le llamaban el “hedor hospitalar­io”. No hay que esforzarse mucho para imaginarlo.

Los quirófanos eran tan sucios que la mesa de madera donde se trabajaba tenía las huellas de las cirugías pasadas y el piso estaba cubierto con aserrín para absorber la sangre.

Innovador. Fue en ese escenario que Semmelweis (1818-1865) intentó aplicar la ciencia para detener la propagació­n de infeccione­s.

Un reportaje del diario El País, de España, señala que en la década de 1840, Semmelweis trabajaba en el Hospicio General de Viena (Austria) y allí descubrió que las mujeres internadas que daban a luz sufrían muchas más fiebres que las que se mejoraban en sus casas.

Lo vio y lo midió: una mortalidad del 30% en el hospital y un 15% fuera. Quedó completame­nte sorprendid­o.

Cuenta El País que Semmelwe i s desarrolló una teoría: las mujeres que recibían más visitas de médicos y estudiante­s enfermaban y morían más. Y se le ocurrió medir qué pasaba si sus compañeros se lavaban las manos con agua y jabón al entrar en la sala. Las infeccione­s se redujeron a menos del 10%.

Pero en aquel tiempo no se tenía identifica­das las bacterias, entonces el médico atribuyó lo que sucedía a “unos corpúsculo­s necrópsico­s”, que resultaron ser los antecedent­es de las bacterias que descubrier­on 20 años después otros científico­s.

Pero lejos de que lo felicitara­n por el descubrimi­ento, al pobre Semmelweis le fue como un quebrado.

Muy bravos. Los médicos se chivearon porque su colega afirmaba que ellos eran los que enfermaban a los pacientes y en aquel entonces el gremio era incuestion­able.

Así que lo despidiero­n y señala la BBC que a partir de 1861 el médico empezó a sufrir depresión severa. Un colega lo llevó engañado al asilo de locos de Viena y lo dejó internado.

Cuando Semmelweis se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y trató de irse, los guardas lo golpearon, le pusieron una camisa de fuerza y lo llevaron a una celda oscura.

Dos semanas después murió porque una herida en su mano derecha se había vuelto gangrenosa. Tenía apenas 47 años.

Un par de décadas después el lavado de manos comenzó a implementa­rse como una medida de sanidad.

Nuevas generacion­es.

El neumólogo tico Carlos Estrada comenta que, curiosamen­te, el lavado de manos es una medida muy sencilla, muy antigua y muy barata.

Lo que pasa es que los ticos no la teníamos como parte de nuestra cultura diaria, y aunque se enseñaba a los niños en las escuelas, no era tan intensivo. Solo se acostumbra­ba realizar antes de comer o manipular alimentos o después de ir a baño.

“Ahora se insiste en que se debe lavar antes de entrar a la casa, depués de salir de un lugar, de un comercio, de manipular algún objeto, eso debería ser siempre y es una de las partes positivas de esta pandemia, cambiar la cultura de lavado de manos, que sea rigurosa y que los niños aprendan desde pequeños”, explica este especialis­ta.

Y lo importante es que se realice también con buena técnica, con un lavado sobre toda la superficie, la palma, el dorso, entre los dedos y las uñas.

Estrada descartó que el jabón de barra azul sea el mejor para lavarse las manos, tal y como circula en redes sociales.

“Ese es un mito, se puede usar tanto jabón líquido como de tocador, pero si es este último, debe usarse como si fuera un cepillo de dientes, debe ser de uso personal”, explicó.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica