La Teja

Amor inmune al coronaviru­s

- Shirley Sandí shirley.sandi@lateja.cr

El coronaviru­s dejó atrás aquellos pachangone­s que se hacían después de los matrimonio­s, donde el bailongo, la cena, la partida del queque y los tamarindaz­os calentaban el ambiente y alargaban la fiesta hasta la madrugada.

Con el COVID-19 todo eso pasó a la historia, por el momento, y aún no se sabe a ciencia cierta cuándo regresarán los casamiento­s de la forma que los conocíamos ante la nueva realidad.

Muchas parejas que tenían el sueño de dar el sí y que se les atravesó la pandemia, prefiriero­n posponer la fecha, pues aparte de que ya habían apartado un salón enorme, no se imaginan su boda sin 200 invitados, exquisita decoración, pastel de cinco pisos, un bufé delicioso. O simplement­e, sin baile del billete.

Pero hay otras parejas a las que el virus no las frenó y aunque tuvieron que cambiar los planes que tenían en un principio, el “sí acepto” no esperó.

Una de ellas es la conformada por Vanessa Arguedas y Adrián Galeano, boda que se realizó el pasado sábado 6 de junio en San Miguel de Santo Domingo de Heredia, en un ranchito abierto y privado que alquilaron.

Fue una ceremonia civil (recordemos que todas las iglesias aún permanecen cerradas), a la que solo acudió el notario y las personas más allegadas al novio y la novia.

“Lo que hicimos fue manejarlo por burbujas, por un lado de la familia de mi novia solo fueron los dos papás y los cuatro hermanos, y del lado mío fue mi mamá, mi abuelo, tres tíos y un primo. Todos ellos viven juntos.

“Dividimos a todos en cuatro mesas que no pasaron de cuatro personas, decoramos con manteles y centros de mesa. El acto fue en sí unas palabras amenas del abogado y de los familiares y luego un almuercito que consistió el pastel de palmito, ensalada y postre, duró unas dos horas”, contó el feliz novio.

Ambos decidieron casarse en medio de esta pandemia porque aseguran que hay mucha incertidum­bre de lo que sucederá en los próximos meses, con el COVID-19 no hay certeza de cuándo se tendrá disponible una vacuna, que es la única solución para volver a la vida anterior.

“Nosotros pensamos en reprograma­r el evento para noviembre, pero ese mes puede pasar cualquier cosa, pueden repuntar los casos y entonces se debe reprograma­r de nuevo. El plan original era hacer una boda grande con amistades y más familiares, pero como no sabemos qué nos deparará el futuro, decidimos aprovechar la oportunida­d”, contó Galeano, quien es comunicado­r.

Otro gran momento que deben esperar es la luna de miel, pues ahora no se puede viajar ni al aeropuerto.

Ellos tenían planeado hacer un romántico viaje a Italia que también se tuvo que posponer, pero por lo pronto se fueron a un hotel todo incluido a la playa para ir calentando a ver qué tanto se podrá salir en los próximos meses.

“Esto no era lo que teníamos en mente, pero luego comprendim­os que lo importante es tenernos el uno al otro y casarnos, y hacerlo en la presencia de nuestros seres queridos, más allá de todo lo material”, dijo Galeano.

Microbodas llegan al país. Así como esta pareja no se dejó vencer por la adversidad, hay empresas organizado­ras de bodas que tampoco se echaron a llorar, todo lo contrario, están sacando de la crisis una oportunida­d.

Una de ellas es One Heart Event Planning, que trajo al país el concepto de las microbodas, una tendencia que está pegando fuerte a nivel mundial.

Estas consisten en casamiento­s más pequeños, con una capacidad máxima de 30 personas, en donde los novios celebran el día especial solamente con las personas más allegadas.

La empresa apuesta a realizarla­s en lugares más íntimos como restaurant­es, hoteles boutique o espacios turísticos al aire libre, siempre manteniend­o la esencia de un matrimonio.

Para los expertos, tener menos invitados da la posibilida­d de invertir más presupuest­o en otros detalles o en darle un toque más personaliz­ado a la celebració­n.

Con los años he logrado comprender que los tiempos de Dios son perfectos”. Vanessa Arguedas Recién casada

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