Década de luchas y risas
La última década de Natalia Monge ha estado puras tejas, tanto en el brete como en su vida personal.
Consiguió el trabajo de sus sueños como imitadora en Pelando el ojo, además, fue parte de la película tica más vista en nuestro país (Maikol Jordan de viaje perdido), ingresó al elenco de toros y transmisiones especiales de Repretel, se convirtió en presentadora de televisión y hace poco se tiró a la cantada. Además, se ganó un espacio en el corazón de miles de ticos. Todo esto tan solo en lado profesional.
En lo personal, Naty también puede rajar, pues tiene un sólido matrimonio, hace cuatro años es mamá Amanda y espera a su segundo hijo, Joaquín.
Es por eso que la humorista quiere celebrarlo con una serie de actividades que anunciará este martes a las 8 p. m., en un Facebook Live de su perfil.
Aprovechamos la ocasión para hacer un recorrido por la carrera de la querida imitadora.
–¿Cómo se dio cuenta que podía imitar?
La habilidad para imitar sé que la tengo desde la escuela, porque a pesar de que era de las bien portadas, me daba por imitar a las profesoras y lo hacía de manera involuntaria, sin mala intención. Me di cuenta que hacía gracia, aunque yo no lo hacía con ese fin. Luego, mis compañeros me decían que iba a terminar trabajando con los viejillos de la radio y adivine quiénes eran esos Norval
Calvo y Froilán Bolaños.
–¿Las profes se dieron cuenta que las imitaba?
Ni sé, pero esas son parte de las preguntas que nos inspiraron a hacer el proyecto que viene, para aclarar las dudas que tienen los oyentes, que tiene usted y hasta yo.
–¿Cómo llegó a Pelando el ojo?
Trabajaba para Sony Music y un día tuve una reunión con Cristian Hernández (moderador de Pelando el ojo) que me recibió hablando como cubano y yo le respondí igual, toda la reunión la hicimos así, payaseando. Al final, me preguntó que si podía hacer otras voces y yo por dentro: “si supieran lo que puedo hacer’. Después, seguro le contó a Norval que me invitó al programa.
–¿Con cuáles personajes debutó?
Llevé a doña Laura Chinchilla, Ana Helena Chacón, Elizabeth Fonseca y Maureen Ballestero.
–Y al tiempo se quedó...
Después de eso empecé a ir los jueves y luego le pregunté a Norval hacia dónde íbamos y él me contestó que estaba muy contento y me dijo algo que nunca he contado, por respeto, ya que solo estaban Froilán y él. Él se cuestionó qué pasaría si en algún momento alguno llegaba a faltar. Yo pensé que sería muy difícil que alguno faltara, pero al final pasó con la muerte de Froilán (2009). Después nos quedamos Cristian, Norval y yo, que decidimos seguir.
Al principio me daba miedo que me tildaran de charlatana, pero mi papá me dijo que eran señores muy respetados. Ese apoyo me dio la seguridad que necesitaba y luego me abrió puertas a los toros y a presentar en Informe 11.
–¿Siente que se le dio todo muy rápido?
Tal vez para la época sí, pero si me hubiera pasado ahora sería normal, porque ahora todo es más sencillo, a mí me costó mucho, pero puedo decir que lo disfruté un montón a pesar de haber sido la primera imitadora, al me
nos que yo recuerde.
–¿Cuántos personajes tiene?
Diría que 25, pero aquí lo importante es la calidad y no la cantidad, hay unos que van perdiendo vigencia y uno los guarda, algunos van y vienen, otros permanecen y otros ya no se usan. También está el lado de creación de personajes como Marta Emilia y Cinthya de la O.
–¿Se ha quedado con las ganas de imitar a alguien y que no haya podido llegarle?
Quise imitar a Cristina Saralegui y no fue que le metí mucha candela, pero sí me costó mucho. La más difícil fue doña Pilar Cisneros. Hay unos que están vigentes, pero no son tan imitables porque tienen rasgos poco comunes.
–¿Cuál es el último filtro para sacar un personaje?
Yo diría que es la gente, para mí la clave del éxito es hacer algo que no se haya hecho.
–¿Su hija imita?
Uno le ve cosillas, pero yo no ando forzando nada, cada quien es diferente, si ella el día de mañana me dice que quiere imitar, pues me declaro culpable.
–¿Qué significa esta década para usted?
Es un regalo de Dios, una bendición enorme, yo tengo un pacto con Él y san Pancracio de que nunca me va a faltar el trabajo y así ha sido, desde hace varios años soy la Natalia que quería ser a esta edad, he podido construir una carrera que me permite vivir de eso y me motiva a seguir tranquila. También agradezco el favor de la gente que me ha aceptado sin tener polémicas feas en mi vida.