BURBUJA ALIMENTÓ CUERPO Y ALMA
La familia Vega Ramírez, en Santo Domingo de Heredia, se arrolló las mangas y se puso a bretear fuerte para dejar su granito de arena en medio de esta crisis económica generada por el coronavirus.
Solo este núcleo familiar entregó 272 diarios a otras familias que han estado pasando muy mal, pues saben que la comidita es primordial.
Como ellos eran voluntarios del Club de Leones de Santo Domingo, mucha gente los conoce y empezaron a contactarlos cuando empezó la crisis para ver si a través del club les podían ayudar, pero la organización no estaba dando esas colaboraciones en ese momento.
Entonces, en el seno del hogar, tanto Patricia Ramírez, la mamá, como su esposo Henry y sus tres hijos, decidieron poner manos a la obra y brindar diarios de comedera por su propia cuenta.
Además de ser miembros del Club de Leones desde hace 10 años, don Henry ha sido miembro del comité cantonal de la Cruz Roja y doña Patricia parte del comité de salud de la Caja y actualmente es secretaria de la junta administrativa del Colegio Técnico Profesional de Santo Domingo.
A esta familia siempre le ha gustado tender la mano en lo que se pueda.
Sin embargo, la lista de personas que solicitaban ayuda creció y creció con el pasar de los días, pero como Dios aprieta, pero no ahorca, también se multiplicó la gente que les colaboró con cositas para llenar los diarios.
Doña Patricia nos comentó lo que ha significado para ellos poder ser el puente para entregar felicidad.
“Al inicio escogimos a las familias por referencia de terceros, pero luego K9 Internacional (empresa privada de seguridad) se unió a nosotros y nos regaló un formulario de inscripción. Mi hija revisaba y clasificaba porque ella es trabajadora social”, comentó la señora.
Arroz, frijoles, azúcar, sal, aceite o manteca, caracoles, espagueti, salsitas, avena, harina, leche, queso, garbanzos o lentejas, galletas dulces y galleta de soda, papel higiénico, jabón en barra, jabón de baño, lavaplatos, esponjita, pasta de dientes. Esta era la base de los diarios.
También daban frutas y verduras y si los donantes les llevaban otras ayudas, igual las repartían.
“Conseguimos una computadora nueva de paquete para un muchacho con artritis juvenil y una cuna y ropita a una mamá que se mejoró por cesárea y no le tenían casi nada al bebé porque el papá está con suspensión del contrato.
“También recogimos una licuadora, ropa usada y un par de tenis en perfecto estado para una familia que la está pasando mal porque el señor trabaja en eventos artísticos y no ha ganado ni un colón en meses. Otra cosa que dimos fue alimentos para gatos y perros”, comentó doña Patricia, quien aseguró que hubo historias que le partieron el corazón.
“La de un papá joven superhumilde que vino con su niño de unos tres añitos y cuando le dimos las bolsas le dijo el chiquito: ‘uy papi, que montón, nunca hemos tenido tanta comidita’ y la otra historia fue la de un señor al que se le doblaron las piernas y se puso a llorar porque no tenía nada que darle de comer a su familia ese día”, contó la señora con un nudo en la garganta.
Ni una más. Si embargo, las colaboraciones fueron disminuyendo hasta el punto en que, hace unos días, tuvieron que decidir no dar más, ya que ya no llegaban.
“Es terrible ese sentimiento, pero nos es imposible económicamente continuar“, reconoció esta vecina.
No obstante, lo que pudieron ofrecer les llenó el alma y el corazón.
“La verdad es que la mayor satisfacción es la de contar con gente que confía en nosotros, a pesar de las circunstancias sociales, porque estamos más que bendecidos porque somos una familia unida, con salud y a la que si bien es cierto no nos sobra, nos nos hace falta nada. Pedir más es ofender al Señor”.
Algo muy importante para ellos fue la forma con la que les pagaron las familias beneficiadas.
“Me refiero a una cantidad de bendiciones que con tanto cariño y agradecimiento nos dejan a nosotros, que hemos sido, únicamente, los intermediarios de quienes trajeron sus donaciones”, aseguró la mamá.
Esta burbuja de amor asegura que las ayudas que brindan otras instituciones no están dando abasto, pues solo en la municipalidad local había, hace unas semanas, 300 diarios para 3000 solicitantes. Agregaron que la segunda preocupación que está agobiando a los afectados es el pago del alquiler.
Como me dijo un papá, ‘los adultos podemos esperar un poquito, pero los niños no esperan y menos entienden’. Patricia Ramírez domingueña